jueves, 23 de julio de 2009

filosofía y arte de la guerra

Son tres imágenes que se corresponden con tres momentos de la subjetividad, o del pensamiento: modernidad, modernización y posmodernización. La primera es la escena donde el sujeto hace su entrada sobre un fondo de estrategias heredadas. La modernización es la emergencia de estrategias centradas en los sistemas, en los procesos, en las estructuras. Estas estrategias surgen denunciando críticamente la ilusoria existencia del sujeto autónomo, aquél que había inaugurado la modernidad. Para el pensamiento de la modernización el sujeto no es causa de, sino efecto, efecto de una organización que subyace y lo determina. Por último tenemos la posmodernización. Es la escena donde se desanudas las regularidades fijadas sólidamente por la estructura. En ellas la estrategia debe asumir el grado radical de contingencia; luego veremos a qué me refiero.
1) Modernidad
A principios del siglo XIX irrumpe el sujeto en el arte de la guerra. Lo hace sobre las estrategias tramadas a partir del saber heredado, fundado en el heroísmo y una tradición bélica densamente ritualizada. Veamos la siguiente escena. Se desarrolla una batalla. En cierto momento los que están a cargo de uno de los ejércitos, el monárquico, evalúan que hay condiciones tácticas para la victoria. Como estas tropas solían ser nobles, mercenarios, o levados a la fuerza, nadie quería, en última instancia, batallar. Entonces, como se estilaba tradicionalmente, se enviaban emisarios al enemigo haciéndole ver las ventajas tácticas que se habían logrado para forzar una rendición, y evitar el derramamiento de sangre. Esto funcionó así por mucho tiempo. Pero en un momento el sujeto ingresa en el arte de la guerra, bajo la forma de Ejercito Nacional. Cuando los emisarios de los ejércitos monárquicos llegaban a negociar la rendición, de los supuestos aventajados tácticos, las tropas nacionales respondían: “Así? estamos en desventaja táctica? Bueno, vengan y sáquenos”. Los nobles no querían terminar su vida noble tan rápido, los mercenarios no aceptaban riesgos tan altos, y los levados, si podían, desertaban. Eso es sujeto, el ejército nacional, sobre un fondo de inerte saber bélico.
2) Modernización.
En la guerra el nivel de profesionalización significó la formación del complejo militar industrial. La profesionalización se da tanto en el ejército, (es decir en la fuerza de destrucción), como en la producción, (creció tanto que fuepreciso crear una nueva palabra para designar esa área del aparato militar: la logística).
La optimización del poder de producción abre una lógica nueva, la guerra económica, dos ejemplos: a) durante la guerra en el Océano Atlántico los alemanes habían infectado el mar con submarinos tratando de bloquear las islas británicas, la cantidad de barcos hundidos era enorme, entre marzo y julio de 1942 los alemanes habían hundido 2.373.000 de toneladas. Pero más enorme aún era la capacidad productiva de EEUU, quienes lograban botar un buque carguero Liberty por día. La capacidad productiva del complejo militar industrial aliado superó ampliamente la capacidad destructiva de la marina de los alemanes; b) el otro ejemplo se refiere al combate de tanques. Es sabido que los alemanes lograron producir los tanques de mayor calidad, sin embargo no en mayor cantidad. Las estadísticas cuentan que por cada panzer alemán destruido eran puestos fuera de combate siete tanques Sherman aliados. En el bando soviético, “se calculaba que a principios de 1945, los tanques del ejército rojo luchaban diez contra uno”
[i].
Ya no basta el acto subjetivo del ejército nacional, ahora es preciso que una estructura, fundamentalmente productiva, gane la guerra.
3) Posmodernización
El mundo bipolar, la guerra fría, se calentaba en los márgenes. En Vietnam, medio oriente, en centro América, en África, por todos lados la hipótesis general del conflicto OTAN vs. Pacto de Varsovia, se actualizaba y se corregía. En ese proceso se logró, a ambos lados del conflicto, estabilizar cierta estructura del acontecer bélico. Las contingencias eran datos menores en el devenir del conflicto. Pero llegó un día, del año 1989, que una de las parcialidades se desmoronó: cae la URSS. Esto altera el universo bélico, sus actores, las estrategias y las tácticas. Fue en ese mismo año que los EEUU botaban su primer avión invisible al radar. Pensado para poder atacar a la URSS, cuyo sistema de defensas anti aéreas se organizaba en modernos sistemas de radar, el avión F 117 tiene su bautismo el mismo año que su hipotético enemigo se esfuma del universo bélico. El bautismo de fuego lo hizo en Panamá, dejando caer bombas sobre un ejército que carecía absolutamente de radares. Y un poco después, creo que en 1996, fue derribado el primer F 117; fue en Kosovo, otro precario ejercito sin radar. Un funcionario yanquee, a quién se lo señalaba como responsable, dijo “qué vamos a hacer, las balas no tienen radares!”. El espacio bélico es la contingencia pura, es la timba de miles de balas lanzadas azarosamente. Ya no es el espacio regular monitoreado por radares. Es la fortuna de los artilleros y los pilotos: de nada sirven los aviones invisibles en este cielo.
Concluimos, modernidad: el sujeto, en el corazón de las tácticas heredadas, irrumpe y vence. Modernización: aparece el carácter superficial de un sujeto autónomo; revelándose que lo determinante se halla en las estructuras. Por último, la posmodernización, que es el desmoronamiento de las regularidades, o de otro modo: la contingencia deja de ser un dato y pasa a ser la condición inicial.

[i] Selecciones del Reader´s Digest; Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial; vól. 3, pág. 335

martes, 21 de julio de 2009

Arqueología, arte de la guerra y epistemología

El arte de la guerra, la epistemología y la arqueología desde el siglo XIX al XXI

Introducción

El texto que sigue quiere pensar una época comprendida entre principios de siglo XIX y finales del XX. No la definimos en su unidad sino en su dispersión. Esta dispersión histórica está ordenada en tres etapas moderna, modernista y posmoderna. Tomemos un lápiz y un papel y dibujemos en él una cuadro con nueve casilleros; tres líneas y tres columnas.. Cada columna la encabeza un período: moderna, modernista y posmodernista. Y cada línea un item: de la guerra, de la epistemología y de la arqueología. En cada casillero vamos a colocar varios hechos o elementos y luego vamos a establecer relaciones. Por ejemplo en el casillero de la línea de la guerra, en la columna moderna, ponemos: tecnicismo bélico, ejércitos de masas y guerra de trincheras; en el casillero de la epistemología – moderna, ponemos: positivismo, empirismo lógico e Historia; y en el moderna – de la arqueología, ponemos: historicismo cultural, historización estratigráfica y rescate de objetos preciosos. Ahora en la línea de de la epistemología ponemos, en la columna modernista: tecnología electrónica, Teoría General de los Sistemas, Método Hipotético Deductivo y normalización de las disciplinas científicas. Por último, en la misma línea, en la columna posmodernista: fragmentación del saber, aplastamiento epistemológico y dinámica de postulación de hipótesis ad hoc. El resto de los casilleros pueden ser completados mientras se realiza la lectura del trabajo, para esta introducción los cinco casilleros mencionados bastan. Entonces, las relaciones entre los elementos de los distintos casilleros pueden ser fuertes o débiles. Todos los casos que pertenecen a la misma columna comparten relaciones determinantes, o fuertes; y los casos que están en la misma línea guardan una relación más atenuada. Según este trabajo existe una relación mayor, o determinante, entre la guerra de trincheras, el empirismo lógico y el historicismo cultural; que entre los casilleros de una misma línea.
Esto sucede porque entre los casos de las columnas existe, como un hilo que enhebra cuencas para hacer collares, un mismo sujeto. En cambio entre los casos de las líneas no hay relación, en el sentido fuerte, pues están separados por acontecimientos radicales. Aquí aparece un límite del trabajo. Por un lado, no vamos a indagar qué son esos sujetos, en qué consisten, o cuál es su fundamento. Queda para otra vez dicha tarea, por cierto apasionante. Por el otro, la referencia a los acontecimientos que separan a los casilleros de cada línea, no va a ser analizada en profundidad. Nos limitamos a decir que entre la época clásica y la moderna existe una ruptura; entre la moderna y la modernista una relación de suplementación
[1], y entre la modernista y la posmodernista un enrarecimiento. En fin, nos limitamos a decir que los casos organizados por columnas están unidos por un mismo sujeto y que los casos que se ordenan en línea están separados por acontecimientos de ruptura. Nada más sabemos, ni buscamos saber.

Modernidad
De la época clásica a la Moderna
Michel Foucault en las Palabras y las cosas escribe sobre este pasaje “La constitución de tantas ciencias positivas, la aparición de la literatura, el repliegue de la filosofía sobre su propio devenir, el surgimiento de la historia como saber y como modo de ser de la empiricidad a la vez, no son sino otros tantos signos de una ruptura profunda. Signos dispersos en el espacio del saber ya que se dejan percibir aquí en la formación de una filología, allá en la de una economía política y más allá en la de una biología. Dispersión en la cronología también: ciertamente, el conjunto del fenómeno se sitúa entre fechas fácilmente asignables, los puntos extremos son los años 1775 y 1825”
[I]. A raíz de estas lecturas trazamos el límite entre la época clásica y la moderna a principios del siglo XIX, no sólo en el espacio del saber, lo que Foucault llama una Episteme, sino también en el espacio del Arte de la Guerra, de la Epistemología y de la Arqueología[2].

Las nuevas expectativas en el arte de la guerra
A principios del siglo XIX irrumpe una nueva subjetividad que pone en jaque el modo en que la época clásica producía saber, hacía la guerra o practicaba la Arqueología. Veamos un ejemplo: si bien el período que llamamos moderno empieza en 1825, y el caso que sigue es anterior, lo considero un antecedente válido que muestra la dirección que tomará la guerra: Corre el siglo XIX y los ejércitos monárquicos intentan destruir la revolución que se extiende por Europa. A la cabeza de ésta va Napoleón, quien comprendió dónde hacían agua sus enemigos: “Grupos de soldados franceses desamados aparecían en puestos avanzados prusianos o austríacos y conversaban amistosamente sobre la libertad y la igualdad, dejando, al irse, volantes propagandísticos en manos de sus “amigos”
[II]. Las nuevas tácticas revolucionarias eran impugnadas por el código de honor que regulaba la guerra. El pragmatismo va copando el modo de hacer la guerra y ya no hay lugar para la heroica carga de caballería terminaba, ahora destinada a perecer ante la fusilería de la infantería plebeya... y sus cañones. Una nueva lógica inunda el campo de batalla. Un nuevo pensamiento guerrea de modo versátil, ante un enemigo que no puede pensar en las nacientes condiciones de lucha.
Otro ejemplo que muestra la nueva racionalidad operando de modo resuelto es la guerra de secesión de EEUU entre 1861 y 1865: “En la guerra (...) se vieron por primera vez una cantidad asombrosa de innovaciones y mejoras bélicas. Para empezar, el rifle de repetición –inicialmente, el Spencer-, alambradas defensivas, minas terrestres y trampas cazabobos, granadas y morteros, balas explosivas y lanzallamas, submarinos, minas navales y torpedos, artillería montada en ferrocarriles, torretas artilladas giratorias, miras telescópicas, periscopios de trinchera. Se empleó por primera vez la ametralladora Requa y en 1864 el Sur consideró el empleo de “granadas asfixiantes”, aunque no hay registro de que éstas se hayan llegado a usar”
[III].
Impresionante avance tecnológico que va a transformar el modo de hacer la guerra. Pero lo que le da su profundo carácter moderno es el uso estratégico del telégrafo y del ferrocarril. Los ferrocarriles permitieron gran movilidad de tropas; en una oportunidad Los Confederados lograron trasladar a una distancia de dos mil kilómetros a unos 16.000 soldados en el lapso de una semana. El otro punto interesante es el uso y tendido de telégrafo. Durante el ultimo año de la guerra, el Servicio de telégrafo militar tendió un promedio que superó los 300 kilómetros de cable por día. Durante la guerra el General Grant, en su gestión como Comandante en Jefe, mantuvo un control cotidiano sobre medio millón de hombres, desplegados sobre un área de casi un millón y medio de kilómetros cuadrados, gracias a la red de telégrafos
[IV]. Quiero aclarar que no estoy postulando un determinismo tecnológico en última instancia. El uso militar del telégrafo y el ferrocarril son productos de una nueva racionalidad y no sus causas.
Otro caso maduro de un nuevo modo de hacer la guerra es el ejército prusiano en la batalla de Sadova, año 1866. El Mariscal Von Moltke es el primer general que no se encuentra en el campo de batallas dirigiendo, sino que lo hace frente a un mapa. Técnicamente tampoco hay un campo, ahora la batalla se desarrolla sobre extensas áreas. Y para extensos batallas extensos ejércitos. ”Con Moltke, (comienza) la era de los ejércitos gigantescos” que logra dirigir gracias al ferrocarril y el telégrafo
[V]. Ejércitos de masas, desplegados sobre extensas zonas de combate, dirigidos a la distancia; y abastecidos por una industria nacional militarizada. “La guerra se había transformado en la industria nacional prusiana[3] y sus oficiales eran hombres de negocios de la guerra. Ellos aportaron a su profesión un inédito grado de eficiencia, y emplearon ferrocarriles para combatir de una forma que los franceses ni siquiera soñaron”[VI]. Surgen los ejércitos nacionales y con ellos el viejo estilo de guerrear había terminado. El estilo que ponía el acento en el liderazgo brillante e intuitivo, en una moral alta y magníficas cargas de caballería. Los mercenarios y los caballeros no podían competir contra un ejército de masas óptimamente organizado, con superioridad numérica y dirigido, no con instinto, sino con fría eficacia; al ritmo de los trenes y telégrafos[VII].

En resumen: las nuevas características del hacer la guerra (el ejército de masas que se despliega sobre extensas zonas, con un alto grado de desarrollo tecnológico, en sus pertrechos, en la comunicación, la movilidad, pero también con nuevas estrategias, nuevos pensamientos y nuevas concepciones; ha provocado en los espíritus de la época una excesiva confianza en las innovaciones materiales e inmateriales. La nueva Verdad en el campo bélico trae consigo promesas y expectativas que veremos van a ser de difícil realización.

La modernidad como primavera hace florecer al siglo XIX
Nuevas ideas, objetos, teorías y disciplinas aparecen. Desde Francia, en la cuarta década del siglo XIX, el positivismo se expande por Europa y el mundo occidental. Surgen la Economía Política, la Filología y la Biología. Fue publicado La Teoría de la Tierra (1785), por el escocés James Hutton (1726-1797), que favoreció al desarrollo de la geología moderna y estableció las bases para la excavación arqueológica. También , por Charles Lyell (1797-1875), Principios de Geología. (1833), donde postula la unidad universal de los fenómenos geológicos. Esto permitió afirmar que el pasado lejano y el presente comparten los mismos procesos geológicos. Aparece también Teoría de la Prehistoria, publicada por Jaques Boucher de Perthes (1788-1868), quien en 1841 publicó las pruebas que indicaban que el hombre había existido mucho antes que el Gran Diluvio Bíblico; y en 1865 , Jhon Lubbock publicó Prehistory times: la tesis del libro es que más allá de los cinco mil años bíblicos de la sagrada escritura, más allá de ese período histórico, debió existir una prehistoria. Aparecía el aporte teórico de Charles Darwin (1809-1882) cuya obra, el Origen de las Especies (1859) estableció el concepto de evolución como modelo de explicación del origen y desarrollo de las plantas y los animales. El concepto de evolución no era nuevo, pero Darwin descubrió que la evolución funciona por la selección natural del más apto. El otro gran trabajo de Darwin, el Origen del Hombre se publicó en 1871, allí se ampliaba lo ya dicho, el hombre había evolucionado por el mismo principio de que animales y plantas. Ahora quedaba a la arqueología moderna encontrar los vestigios materiales de esa evolución
[VIII].
Es en este prolífico contexto, donde los acontecimientos se encadenan y se suceden, es donde tiene lugar la irrupción de una arqueología moderna. Durante la época clásica lo que más se parece a una arqueología, pero lejos ésta de pertenecer a la misma especie, es la Historia Natural. Una suerte de coleccionismo de objetos preciosos y exóticos, exhibidos en las salas de los palacios reales, u otros mobiliarios de la nobleza. Podían verse huesos de dragones y de otros monstruos extintos por catástrofes bíblicas.

La verdad moderna: la excesiva expectativa en el progreso
Sea en la guerra, o en el conocimiento, la verdad promueve una excesiva fe en el progreso de estas. El positivismo buscó producir un tamiz filosófico sobre el cual zarandear los distintos saberes heredados de la época clásica. Su malla dejaría pasar la fina arena de los saberes empíricos impidiendo el paso de los términos metafísicos. Este procedimiento fue recibido con un elevadísimo nivel de expectativas. Dice Foucault en una entrevista ”Ahora bien, en este mismo siglo XIX se esperaba, se soñaba, con el gran mito escatológico de esa época que ha sido el siguiente: actuar de tal modo que ese conocimiento del hombre surtiese tal efecto que el hombre pudiese ser liberado de sus alienaciones, liberado de todas las determinación que no controlaba”
[IX]. Las disciplinas en cuestión, economía política, biología y filología, habían descubierto los límites del hombre; la fatiga, el lenguaje, la muerte. La fe en el progreso indefinido del conocimiento implicaba que en algún momento la ciencia podría desentrañar esos nudos: el trabajo no daría fatiga, la vida no sería la otra cara de la muerte y podría crearse un lenguaje perfecto y transparente que no dé lugar a espejismos y fantasmas. En el campo de la guerra sucede algo muy similar. Las expectativas decían: “si el fuego de artillería esta bien organizado la infantería solo tiene que avanzar para ocupar posiciones”[X].

La verdad moderna: estática, estratigráfica e histórica
Si el padre del saber moderno es el Positivismo su madre es La Historia. La experiencia del tiempo deja de ser finalista y catastrófica; ahora se vive como una línea que lleva hacia el progreso. Desde este momento el Universo, el Mundo y el Hombre tienen una Historia que debe ser contada más allá de los textos bíblicos. La primera impresión es que el modo moderno de comprender el tiempo es dinámico. Pero quiero advertir que la Historia, como una forma particular histórica de entender el devenir, no tiene nada de dinámico sino todo lo contrario. El devenir histórico será, en esos tiempos, lineal y progresivo. Pero esa linealidad y esa progresión serán vertical y estática. La Historia será como una firme columna que se apoya en los sustratos de la prehistoria y se eleva hacía la promesas formuladas por el cientifiscismo positivista y el tecnicismo bélico.
Occidente poseía dos experiencias del devenir, una cíclica y cósmica; y la otra finalista y catastrófica. Frente a estas experiencias los modernos proponen una comprensión no estática del tiempo; pero sólo en apariencia. Del mismo modo el uso del ferrocarril y del telégrafo pueden inducir a pensar que la guerra se haría móvil y versátil, pero lo cierto es que toda ese potencial movilidad deviene en una estancada guerra de posiciones, de trincheras. En fin, la verdad moderna no sólo promueve elevadas expectativas de progreso bélico o científico, sino que también promueve expectativas respecto del devenir histórico: se espera que la historia avance, pero se descubre que ella fue construida de modo vertical, en las paredes de un poso o fosa, llamado por los militares trinchera, llamada por lo arqueólogos estratigrafías. Es más, los militares y los arqueólogos resultaron ser las mismas personas. No es casualidad que la normalización de las técnicas de excavación coincida con los procedimientos para construir trincheras, en cuyas paredes podía observarse la estratificación geológica. Todo se hacía con un minucioso y prolijo registro, típico de la obsesiva conducta militar. De hecho los padres de la arqueología moderna fueron militares, por ejemplo, General Augustus Lane-Fox Pitt Rivers (1827-1900), Sir William Flinders Petrie (1853-1942) y Sir Mortimer Wheeler (1890-1976)
[XI]. Por ello cavaban trincheras en cuyas paredes se podía ver la sucesión de capas y a través de ella el paso de la Historia. Las técnicas para hacer una estratigrafía y para hacer una trinchera son las mismas. Los constructores de estratigrafías y de trincheras también son los mismos. Figuremonos una estratigrafía. Se cava una fosa y luego se lee en las paredes las distintas capas de sedimentos. Cuanto más profundo es el sedimento mayor su antigüedad. La Historia es un sedimento, es cristal y polvo. Apisonado, compactado por estratos. En esa densidad geológica aparece l inconmensurable Historia. En las paredes de una trinchera se refuta a la cronología bíblica.
La Historia se reveló sumamente estática. El progreso fue una promesa, una expectativa inalcanzable. La Historia no debe entenderse como compliación de hechos, sino como el modo de ser de lo empírico a partir de lo cual pueden ser afirmados, ordenados y estudiados los objetos de saber. La Historia no es tanto la figura de la movilidad y la progresión sino un lugar donde nace todo lo que llega a la experiencia moderna. Todo, de pronto, contiene historia y encima ofrecida al saber. La Historia se convirtió en el limite, en la base, en el soporte del pensamiento. Sucede a pesar del sujeto. La Historia asesta en el pensamiento moderno, dejándole una marca imborrable que aparece cómo una pregunta, que aquel ya no podrá dejar de preguntarse: ¿Qué significa para el pensamiento el tener ya historia? Nada de progresión y movilidad, eso no llegó nunca a suceder. La dinámica y la movilidad vendrán con la modernización, con la Segunda Guerra Mundial, abriendo la época de oro del Siglo XX, entre 1945 y 1970. Paradójicamente el pensamiento modernista logra incorporar la dinámica cuando concentra la atención sobre la dimensión sincrónica del sistema. En la reflexión se abre la dimensión sincrónica para acceder en la acción, bélica o epistémica, a los sistemas móviles, abiertos, en interacción con el contexto.

Frustración moderna
Pero la Historia no avanzó, la guerra moderna no trajo las victorias prometidas y el positivismo no desanudó la finitud del Hombre. Las cosas no resultaron como se esperaban. La continua marcha del cambio, una suma de progresos parciales, llevó a un callejón sin salida. Los que tomaban decisiones a nivel estratégico estaban demasiados confiados en la superioridad del ejército de masas, y en la novedad de la ametralladora y la artillería pesada. Los que debían pensar la guerra no lo hicieron; el arte o la ciencia de la guerra se transformó en un tecnicismo. La trinchera fue el paredón contra el cual se golpeó el tecnicismo de la guerra, que ocupo el lugar dejado por el arte de la guerra.
En el caso del campo del saber, el paredón contra el que se da el progreso indefinido fue el vacío del ser del hombre, dice Foucault: “se convertía al hombre en objeto de conocimiento para que el hombre pudiese convertirse en sujeto de su propia libertad y de su propia existencia. Pues bien lo que ocurrió, (...), es que a medida que se desarrollaban estas investigaciones sobre él en tanto que objeto posible del saber, y , pese a que se descubrió algo muy serio, este famoso hombre, esa naturaleza humana o esa esencia humana, lo propio del hombre, eso nunca se encontró (...) Por consiguiente el hombre se volatilizaba a medida que era horadado en sus profundidades. Cuanto más lejos se iba menos se lo encontraba”
[XII]. En fin, la etapa moderna de la época contemporánea concluye a principios de siglo XX. Es la expresión del agotamiento de la lógica moderna la Gran Guerra de 1914 – 1918 y el positivismo lógico. El pensamiento moderno pasa sus últimos días abatido por la frustración de sus expectativas.

El empirismo lógico: mariscal de la derrota
El empirismo lógico de principios del siglo XX es la maduración del positivismo de mediados del XIX, de Comte y de Saint Simon. El objetivo fundamental del empirismo lógico era lograr un lenguaje transparente para uso científico. Las innovaciones que había desarrollado esta corriente le permitía concentrar sus fuerzas sobre espacios reducidos del saber. Desde ahora, la ciencia positiva, se abocaría a lo positivo. Sólo es lo que es dado. Luego supone que a cada objeto dado corresponde un enunciado. Se deshace de los enunciados de valor, porque no tienen correlato en el mundo positivo. Por último, su exhaustiva tarea encuentra fuerzas en una fe sin prescendente: la unidad fundamental del método de la ciencia. Este punto habilita al científico a fantasear un futuro utópico donde la Física es el paradigma total de la ciencia.
Pero con el tiempo las promesas no se cumplen y las expectativas comienzan a frustrarse. El barco se hunde y los que pueden lo abandonan. Dos ejemplos del naufragio: Uno es la obra de Ludwing Wittgenstein (1883-1950), a caballo entre la época moderna y el modernismo este autor “es el único en la historia que produjo dos sistemas filosóficos totalmente diferentes en el curso de su vida, cada uno de los cuales dominó por lo menos a una generación y generó dos corrientes de pensamiento, con sus protagonistas y sus discípulos absolutamente antagónicos”
[XIII], le hace decir Ricardo Piglia, en la novela Respiración artificial, a Tardewski, uno de los personajes. El otro caso fue el de Sir Karl Popper, quien participó del circulo de Viena, enclave empirista en el cual participaba también Hempel, y luego tomó distancia de aquel para fundar una nueva corrientes epistemológica. Su espina dorsal era el método hipotético deductivo. Pero para ello hay que esperar a la maduración del período modernista.

Tecnicismo bélico, el nivel más bajo en el arte de hacer la guerra
Para cerrar quería remarcar que los militares modernos han tenido poca imaginación o poco vuelo teórico. Para J Laffin la Gran Guerra, en términos de pensamiento militar, no había tenido nada de “Gran”: “Los generales fueron obstinados, criminalmente estúpidos, ridículamente rígidos, totalmente carentes de iniciativa, patéticamente débiles y absolutamente inhumanos”
[XIV]. La falta de Grandes Comandantes se debió al dominio que ejercía el empirismo, el pragmatismo y el tecnicismo sobre el pensamiento bélico. Pensamientos al ras de los hechos puros, sin muchos nivel de abstracción o teorización. Quizás muy útil a la hora de impugnar ideas metafísicas heredadas de una época anterior, como por ejemplo, “que un soldado francés vale por uno y medio alemán”, por razones raciales, pero poco útil al momento de desarrollar una estrategia inteligente. La operación de suprimir los términos metafísicos del discurso productor de conocimiento, o del discurso del arte de guerra, es exitoso en un comienzo, pero tiene un límite. Es que no puede pensar más allá de lo dado. Recuerdo que durante los cursos teóricos de la materia de epistemología el profesor distinguía entre tres tipos de términos: metafísicos, teóricos y observacionales. El objetivo del empirismo lógico era deshacerse de los términos metafísicos, para constituir un lenguaje científico sólo compuesto de términos observacionales. Pero al momento de deshacerse del lastre metafísico con ello iban también los términos teóricos[4]. Este era el motivo por el cual el empirismo era pobre en producción teórica. Y quizás también fue el motivo del pobre nivel de arte que tubo la guerra a comienzos del siglo XX. Seguro que existieron antecedentes y casos aislados de lucidez teórica y arte bélico. Luego veremos en la batalla de Cambrai uno de los casos. Y lucidez teórica de finales del siglo XIX y principios del XX ... vienen a mi cabeza, por lo menos tres nombres. No hace Falta Mencionarlos.

La Historia y la guerra: cavadores de trincheras
Existe una concordancia más entre el campo de la guerra y el del saber en la configuración moderna. Uno de los acontecimientos fundamentales del siglo XIX es la aparición de la Historia y del tiempo histórico que desplaza definitivamente al tiempo bíblico. Todas las cosas obtienen consistencia ontológica en su historia. Todas las cosas tienen historia y eso les da su anclaje en el ser. Historia incalculablemente, remota, cuyo origen es insondable; distancia en el tiempo que les da a los entes una consistencia densa, pesada y espesa. Todo lo que es tiene una historia. Las cosas ofrecidas al saber están en un medio sólido y consistente. De igual modo, todo lo que se ofrece para ser pensado en términos bélicos, habita un medio denso, sólido y consistente. Y en ese medio la guerra no puede ser de otro modo mas que hipo móvil. Es la guerra de posiciones, la guerra defensiva. En La Gran Guerra las extendidas trincheras desaceleraron el ritmo del conflicto. No hubo movilidad en la línea de fuego. El campo se plagó de sólidas y profundas trincheras. Ya dijimos que la expectativa era muy distinta. Tras la modernidad vendrá el modernismo, quien verá nacer una nueva racionalidad. Se abre al saber y a la guerra el dinamismo y la movilidad. La teoría general de los sistemas, la guerra móvil y la arqueología procesual intentan pensar en esa masa densa y consistente del ser pero teniendo en cuenta lo dinámico, el proceso y el fluir.

Modernización
El complejo militar industrial: hibridación del poder y el conocimiento
En la época anterior el poder y el conocimiento se articularon en torno de las industrias militares de las naciones y de los imperios. Lo que llamamos tecnicismo bélico, (el aplastamiento del arte de la guerra provocado por la excesiva fe en el progreso tecnológico) fue uno de los efectos de ello. Pero no tiene punto de comparación con las nuevas dimensiones que adquiere el complejo militar industrial durante el modernismo. En 1940 EEUU producía 333 tanques y 2.141 aviones, en 1943, 29.497 tanques y 85.898 aviones. El complejo militar industrial es el cruzamiento sistemático del aparato científico, el bélico y el industrial. Este cruzamiento redefine el modo en que el modernismo va a pensar y a hacer la guerra y el saber, en cuatro sentidos:
1) La guerra, en el aspecto táctico se vuelve dinámica, móvil, versátil, terminando con el callejón sin salida que había significado la guerra de posiciones en las trincheras. Del mismo modo el conocimiento se hace dinámico y móvil; paradojicamente esto se logra suprimiendo la dimensión diacrónica que permite pensar el aspecto sincrónico de los sistemas.
2) La guerra y el conocimiento incorporan nuevas tecnologías, alterando sus respectivas naturalezas.
3) El espacio de la guerra y del saber conocen una abstracción. El primero conoce una duplicación del campo de batalla; y el segundo una duplicación del campo empírico de los hechos particulares. La abstracción del campo de batalla y de lo empírico ocurre en la misma dirección y con igual fuerza..
4) Por último, el cruzamiento del aparato científico, industrial y militar, va a provocar dos hechos. Por un lado la profesionalización, institucionalización y normalización de los métodos científicos y de las técnicas de producción de tecnologías y armamentos. Por el otro, derivado del primero, un crecimiento sin precedentes en los estándares de producción de saberes y pertrechos.

El saber y el poder: móvil y dinámico
La guerra de posiciones fue al arte de la guerra lo que la búsqueda del lenguaje transparente al empirismo lógico: frustración de las expectativas y el estancamiento. El precio que pagaron para el desbloqueo de prácticas y discursos fue abandonar la Historia. La verdad modernista es dinámica, abierta e incompleta; contrario a la verdad moderna que es estática, cerrada, y completa. Y el precio que paga el modernismo por el dinamismo es el abandono de la Historia a favor del sistema. A partir de ahora el devenir pierde su formato histórico para ingresar en un sistema, en una estructura. Paradoja, el devenir se hace dinámico cuando se habilita en el pensamiento la dimensión sincrónica del mismo. Esta dimensión permitió pensar la guerra de otro modo, y permitió producir el conocimiento, también, de otro modo.
La guerra: Blitzkrieg
Habíamos visto que en la guerra de posiciones, en la trinchera, el arte bélico desaparecía y chocaba contra un callejón sin salida. Fue en la Gran Guerra, después llamada Primer Guerra Mundial, cuando se agota la lógica bélica moderna. Pero en ella encontramos un pequeño antecedente, de lo que será luego el modernismo, en 1917 tubo lugar una batalla de tanques, la primera en la historia, en Cambrai, en la cual el bando aliado venció.
El Tank´s Corp era considerado inútil por parte de los infantes, puesto que había demostrado serlo durante la batalla de Cambrai. Pero los que estaban a cargo del cuerpo de tanques idearon un plan de batalla sin precedentes. Buscaron en el frente un terreno poco accidentado y esperaron a la estación seca para evitar el lodazal. La batalla tubo lugar el 20 de noviembre de 1917 y se utilizaron 460 tanques MK por parte del bando franco-britanico. La batalla sienta un verdadero precedente puesto que todo el plan se realizó desde una lógica absolutamente novedosa. Las ofensivas que tuvieron lugar en la primer guerra mundial cumplían siempre con un patrón regular. Primero un intenso bombardeo de artillería intentaba ablandar las defensas enemigas, principalmente destrozando los alambres de púas. Luego oleadas masivas de infantería se lanzaban contra la línea enemiga, las más de las veces repelidas por el fuego de ametralladora. Pero en la batalla de Cambrai el plan era otro. En primer lugar se eligió el lugar por sus escasos accidentes geográficos, segundo, no se utilizó fuego de artillería previo, para no despertar sospechas del ataque. La ofensiva blindada fue de una extraordinaria eficacia, por primera vez los aliados lograban avanzar en el territorio imponiendo movilidad a una guerra sumamente estática. Sin embargo esta batalla sigue utilizando al tanque de guerra de modo clásico: el tanque avanza despejando las alambradas y cubriendo a la infantería, que viene detrás para asaltar las trincheras.

1939, La guerra relámpago
Para encontrar una lógica absolutamente nueva nos tenemos que remontar al primero de septiembre de 1939, cuando las tropas nazis invaden Polonia (junto con las tropas soviéticas) inaugurando lo que se llamó guerra móvil o Blitzkrieg.
En el esquema clásico la artillería ablandaba las posiciones defensivas y la infantería avanzaba. El alcance limitado de la artillería, unos 30 km, y la movilidad reducida de infantería a pie, unos 5 km por hora, hacia que la estrategia moderna resulte hipomóvil y estática. Pero los Alemanes habían innovado suplantando a la artillería por los bombarderos en picado stuka, aviones que podían colocar una bomba con la misma precisión que la artillería pero multiplicando el alcance de modo inimaginable, con unos 300 km de alcance. Y en lugar de la infantería, lenta y pesada, ahora atacarían los tanques, que logran una velocidad de 60 km por hora. La gran novedad consistía en suplantar la artillería por los aviones y separar a los tanques de la infantería; relevarlos de la tarea de cubrir a los infantes en su lento avance despejando alambradas de espinos que defendían las trincheras.
La invasión de Polonia ocurrió el 1º de septiembre de 1939. En la ofensiva no había infantería y artillería, como era costumbre, sino 1.728 blindados y 2.695 aviones. Quien defendía seguía pensando según la lógica heredada “El mando polaco ha quedado totalmente sorprendido. Veía el comienzo de las hostilidades conforme al precedente de 1914: quince días para la concentración de tropas, sin mas operaciones que escaramuzas en la frontera”
[XV]. Igualmente sorprendidos Francia e Inglaterra: “Polonia, que los estados mayores occidentales preveían que resistiría un año, ha quedado aplastada en 19 días”[XVI].
Frente a este esquema ofensivo de la guerra móvil, Francia, que era el histórico rival de Alemania, sólo puede responder del modo tradicional, atrincherado: “el dogma de la línea de Maginot se impone como una disciplina intelectual a toda la jerarquía militar”
[XVII]. Maginot es un complejo de fortificaciones y refugios subterráneos que se extiende desde Bélgica hasta Suiza, formando frente a la frontera alemana un muro defensivo. Después de la primer guerra mundial el ejercito alemán y el francés se dedicaron a erigir complejos defensivos, en el caso alemán, la línea Sigfrid. Y según la cabeza tradicional “la línea Maginot y la línea Sigfried eran inexpugnables, el ejercito que se arriesgara a tomar la ofensiva, iría al desastre”[XVIII].
El 10 de mayo de 1940 le llega la hora a Francia, que se había preparado para una guerra estática. La guerra de posiciones y la de movimiento llevan relojes distintos, tiempos muy diferentes, por ejemplo: según el criterio francés el fabuloso avance alemán debe detenerse “...” un esfuerzo como el que ha hecho el enemigo desde el 10 de mayo, y un avance como el que ha realizado, tienen que ir seguidos por un tiempo de pausa para reorganizar las unidades, restablecer las comunicaciones, hacer seguir la artillería, etc...”
[XIX]. Los analistas del Cuartel General Francés describen la batalla como debería ser y no como es. Entre el 14 y 15 de mayo, las defensas atacadas por lo blindados y la aviación alemana huyen despavoridas; están quebradas moralmente. Llegan al Cuartel General Francés noticias de última hora “los alemanes han conquistado tal pueblo” y el Cuartel General exclama “¡es absurdo! ¡es imposible! ¡es un rumor de quinta columna! Que se prohiba hablar de ello!“[XX]. El 16 de mayo ya es tarde para Francia, ordena a las tropas que se encuentran a ambos lados del frente rebasado por la guerra móvil que cierren la brecha. Grandes unidades hipomóviles se desplazan, pero ya es tarde. Por su parte los alemanes actúan del mismo modo que en Polonia: “las columnas de tanques capturan a regimientos que se creían a veinte leguas del enemigo, en la mañana del 17, la división de Rommel ha hecho 120 km, ha perdido 35 soldados y tiene 59 heridos, pero ha capturado 10.000 prisioneros y 100 tanques”[XXI]. Una y otra vez se repite el mismo caso; los franceses calculan que el enemigo está en un lugar y éste aparece en otro adelantado 3 o 4 días respecto de dónde se lo esperaba.
En fin, los franceses mantuvieron el tanque al servicio de la infantería y nunca pensaron una coordinación entre el ejercito y la fuerza aérea. En cambio los alemanes plantearon un esquema de vanguardia. El tanque quedó libre del apoyo de la infantería y una misma persona mandaba las columnas blindadas y a la fuerza aérea. En contraste con los franceses, acostumbrados a tiempos lentos y frentes estables, la organización de la comunicación y el abastecimiento alemán eran intachables y muy versátiles.
Después de Francia la guerra móvil, o Blitzkrieg, se cobró otras víctimas. El 6 de abril de 1940 es atacada Yugoslavia. “Menos el heroísmo de la defensa, la guerra yugoslava es la repetición de la guerra polaca de 1939”
[XXII]. Los generales rehusaron escuchar los consejos ingleses y optaron por una defensa integra de sus fronteras, una defensa estática. Los pasos son los mismos: la aviación alemana destruye a la yugoslava antes de que esta pueda despegar. Luego los blindados a toda velocidad atraviesan las defensas estáticas y operan por la retaguardia, coordinando con la aviación, desmantelando las comunicaciones, la logística, la moral. En once días se acaba la guerra. En 22 de junio de 1941 la guerra móvil llega a Rusia, y lo mismo, rapidez, aviación destruida en el suelo, envolvimiento y rendición masiva. Pero esta vez el invierno[5] congela el movimiento y comienza la derrota del ejercito alemán. Al final de la guerra los aliados incorporaron la Blitzkrieg, o guerra móvil, para superar el cerco de Normandía. El 27 de julio de 1944, al sur de Cherbourge, abrieron una brecha de ocho kilómetros en las líneas defensivas alemanas. En el lapso de veinticuatro horas lograron hacer pasar a la retaguardia nazi unas cuatro divisiones acorazadas, esto es unos 48.000 soldados. Las divisiones blindadas aliadas comenzaron a operar desmantelando las comunicaciones, la logística y las cadenas de mando alemanas en Normandía.

Post guerra, 1967
Luego fue la doctrina que dominó todas las escuelas militares convencionales hasta principios de los 70. Como caso paradigmático podemos mencionar la guerra de los seis días, en 1967, cuando los blindados y la aviación israelí pusieron en práctica, contra el ejercito egipcio, la guerra móvil. Los aviones egipcios fueron destruidos en tierra y los blindados rodearon a las tropas de Nasser forzando su rendición. Paradojas del destino, las tácticas elaboradas por los nazis terminan siendo la doctrina bélica del Estado de Israel.

El saber: sistemas abiertos y dinámicos
Respecto del campo del conocimiento vemos, por lo menos, dos ejemplos de nuevas disciplinas que comprenden los sistemas dinámicos: la cibernética y la ecología cultural. Respecto de la primera, Reynoso la considera dentro de las “teorías o modelos sistémicos” (...) “por su énfasis en los fenómenos dinámicos, en los universos totales abiertos a su entorno, en los procesos complejos y en las interacciones fuertes”. La cibernética fue propuesta por Norbert Weiner hacia 1947”
[XXIII]. El otro antecedente es el enfoque ecológico. “Después de la Segunda Guerra Mundial se comprendió que no son las especies como tales las que constituyen las unidades de supervivencia, sino los sistemas de especies, en el contexto de un medio ambiente. Este es, en síntesis, el modelo ecosistémico, elaborado en ecología humana y animal por Howard Odum, R. Margalef y otros autores”[XXIV]. Este enfoque, en el campo de la antropología y la arqueología, inaugura la pregunta: ¿cómo funcionaban las culturas vivas? Es decir, más allá de la impresión estática que se habían hecho los arqueólogos, de la etapa moderna, sobre la cultura. Además destaca el hecho que “las culturas no se relacionan simplemente unas con otras, sino también con el entorno. Steward bautizó con el nombre de “ecología cultural” al estudio de los modos en los que la adaptación al medio puede motivar el cambio cultural”[XXV]. En arqueología el caso paradigmático fue la “importante excavación de Clark, de Star Carr, en el noroeste de Gran Bretaña, a principios de la década de los 50, demostró el gran volumen de datos que se podía extraer”[XXVI].
En definitiva, el pasaje de racionalidad es el siguiente: de la Historia al sistema. Las preguntas que orientan el pensamiento cambian entre una racionalidad y otra. La pregunta que realiza la modernidad, sobre el origen, es reemplazada por ¿cómo funciona?; ¿cuáles son las leyes del funcionamiento?; el pasaje también contempla la suspensión del tiempo histórico para que tenga lugar el tiempo lógico, que es inmanente a la entidad que se estudia. El tiempo de la historia es un tiempo vertical, como un pozo de registro estratigráfico, en cambio el tiempo del sistema, o de la estructura, es un tiempo no-histórico, plegado a la dimensión sincrónica. Es en este punto donde aparece la primer propiedad que comparten las entidades que se modernizan: el carácter dinámico, de feedback, o retroalimentación con el entorno.
La dinámica, como fuerza que se agrega sobre el campo heredado, surge de la distancia que toma el saber respecto de la base empírica, (entorno o exterior).

Las nuevas tecnologías modifican el campo de la guerra y del conocimiento
Ya habíamos visto en la etapa moderna que se funda una fructífera relación entre el campo de la guerra y el de la ciencia. Pero durante el período de modernización este vínculo se estrecha aún más, puesto que la ciencia en muchos aspectos se profesionaliza, al mismo tiempo que se vuelve orgánica del aparato militar industrial. En adelante la guerra, como nunca antes, va a ser el motor del progreso de la ciencia y de la técnica. Y al mismo tiempo, todo ese nuevo saber es refractado hacia otros campos disciplinarios.
Durante principios del siglo XX era común la construcción de cronologías relativas, sobre la base de los extendidos estudios estratigráficos realizados hasta entonces. Pero en 1945 ocurren por primera vez las secuencias cronológicas absolutas gracias a la datación por radiocarbono. “La medición absoluta del tiempo mediante métodos científicos es sin duda uno de los grandes logros de la investigación interdisciplinar. Fundamentalmente se trataba de combinar la física y la química con la arqueología. Willard Libby fue el primero que desarrolló con éxito la técnica del radiocarbono, justo antes de finalizar la guerra. Su trabajo fue recompensado con un Premio Nobel en 1960”
[XXVII]. A partir de ahora los arqueólogos podrían datar cualquier objeto sin necesidad de recurrir a complicadas cronologías comparadas de culturas datadas por métodos históricos.
Otro caso notable, de relación estrecha entre los campos del conocimiento y el de la guerra, es la ya mencionada cibernética que se “concibió poco después de la Segunda Guerra mundial, en relación con el control y la corrección del tiro de los cañones antiaéreos”
[XXVIII]. A través de la operación de feedback, o retroalimentación, el sistema de tiro lograba auto corregir el disparo haciendo que “los efectos pasaran a formar parte de las causas”[XXIX]. Cabe señalar que “Gregory Bateson, verdadero gurú de la contracultura californiana”[XXX] fue influenciado directamente por la cibernética.
Otro ejemplo: se trata de “una invención capital. En 1935, el Ministro del Aire de Inglaterra había preguntado por el rayo de la muerte, para ver si era imaginable utilizarlo contra bombarderos enemigo. Watson Watt, del National Physical Laboratory, le respondió que el rayo de la muerte no era realizable bajo esa forma, pero , en cambio, que no era imposible detectar un avión fuera del radio de la vista humana, gracias a la reflexión de las ondas electromagnéticas en la ionosfera, De esa respuesta nació la Radio Direction Finding, que cambiara sus iniciales RDF, por el nombre de RADAR“
[XXXI]. La lista es larga, a vuelo de pájaro podemos mencionar la fisión nuclear, la cohetería y el motor de propulsión a chorro para aviones. Estas invenciones son producto de la relación simbiótica y estrecha que se instituye en el complejo militar industrial.

Abstracción del teatro de operaciones: radarización del campo de batalla
Argumentar sobre cómo la guerra produce una abstracción del campo de batalla es un poco más difícil que hacerlo en el campo del conocimiento. Veamos los antecedentes. En la batalla de Sadoca, el ejército prusiano propuso una extensión del campo de batalla. El tren movilizaba las tropas y el telégrafo movilizaba las órdenes. Así se expande el campo de batalla. Y ya no habrá Gran Comandante que se encuentre en el campo de batalla dirigiendo. Ahora el que manda lo hace desde afuera del teatro de operaciones. Von Moltke lo hacía detrás de un mapa. En éste ejemplo encuentro cierta abstracción del campo de batalla. Pero en aquellos últimos años del siglo XIX lo hegemónico era una concepción estática del teatro de operaciones.
Dentro de la modernización la tecnología que expresa una abstracción determinante del campo de batalla es el radar. Funda un espacio nuevo dentro del campo de lucha. Durante la modernización la zona de conflicto se altera, por lo menos en dos sentidos: uno, se le agrega una variable radicalmente nueva: la velocidad (ya lo vimos con la guerra móvil); por el otro, se duplica en un espacio abstracto, proyectado sobre el espacio aéreo, pero que no es el espacio aéreo mismo, sino una virtualidad producida por una máquina llamada radar. Ese espacio radárico se superpone sobre el viejo campo de batalla.
El radar es a la lógica de la guerra lo que la Teoría General de los Sistemas, o el método hipotético deductivo es a la ciencia. Es decir, lo empírico, lo puntual, lo particular, deja de ser la piedra de toque para pensar. Antes de la aparición del radar los ejércitos sólo podían avistar aviones enemigos con la visualización desde tierra, en puestos de avanzada. A partir del radar el enemigo es un punto en una pantalla.
La abstracción del espacio de verdad ocurre también en la arqueología. Lo vemos respecto de la polémica entre historia cultural y la Nueva Arqueología, donde la primera ve sólo un objeto arqueológico, un punto, la segunda ve todo un espacio, totaliza el volumen que rodea al objeto. La Nueva Arqueología, a partir del objeto empírico logra la explicación del sistema de prácticas que hizo uso de ese objeto. La totalización significa, en éste, caso desplazar la atención puesta en el objeto, para ponerla en las conductas que hicieron uso de él. Y también podemos ver cómo en la Arqueología, al igual que en el arte de la guerra y la epistemología, aparece la dinámica y la movilidad: ya no la descripción exhaustiva del objeto hallado sino el estudio de una cultura hipotética viva, versátil, fluyente, contrario a la cultura material del historicismo.

Normalización e institucionalización: fin del esoterismo erudito
Otra característica que aparece una y otra vez tras el umbral de la modernización es la profesionalización de las prácticas. Dentro de la arqueología la Nueva Arqueología chocó contra las tradiciones académicas propias del Historicismo Cultural, en la cual reinaba un esoterismo, y celo respecto de los secretos gremiales. La Nueva Arqueología puso en práctica una sistematización del proyecto de investigación, su publicación y circulación. La universidad y el cargo público se volvieron el medio laboral de los nuevos arqueólogos. Ello significó una apertura de a la comunidad científica de los secretos del oficio celosamente guardados: ”comentarios del tipo “no sabemos lo que vamos a encontrar hasta que cavemos”, se correspondían con una escasa predisposición a poner por escrito todas estos procedimientos internos que venían a ser como la experiencia y el savoir faire propios del arqueólogo y representaban algo así como hacer revelación de secretos de profesión”
[XXXII].

El complejo militar industrial y su hijo, la logística
En la guerra el nivel de profesionalización significó la formación del complejo militar industrial
[6]. La profesionalización se da tanto en el ejército, es decir en la fuerza de destrucción, como en la producción, ejemplo de ello es la invasión de los Aliados al continente Europeo cuando los niveles de producción crecieron tanto que fue preciso crear una nueva palabra para designar esa área del aparato militar: la logística.
La optimización del poder de producción abre una lógica nueva, la guerra económica, dos ejemplos: a) durante la guerra en el Océano Atlántico los alemanes habían infectado el mar con submarinos tratando de bloquear el abastecimiento de las islas británicas, la cantidad de barcos hundidos era enorme, entre marzo y julio de 1942 los alemanes habían hundido 2.373.000 de toneladas. Pero más enorme aún era la capacidad productiva de EEUU, quienes lograban botar un buque carguero Liberty por día. La capacidad productiva del complejo militar industrial aliado superó ampliamente la capacidad destructiva de la armada submarina de los alemanes; b) el otro ejemplo se refiere al combate de tanques. Es sabido que los alemanes lograron producir los tanques de mayor calidad, sin embargo no en mayor cantidad. Las estadísticas aliadas cuentan que por cada panzer alemán destruido eran puestos fuera de combate siete tanques Sherman aliados. Y en el bando soviético, “se calculaba que a principios de 1945, los tanques del ejercito rojo luchaban diez contra uno”
[XXXIII].
La guerra también había que ganarla en la línea de producción, los estándares alcanzados son de un nivel cualitativamente superior a la industria de la etapa anterior. “En 1939 cuando estalló la guerra en Europa, la producción bélica de los EEUU representaba apenas un 2 por 100 de la producción total del país (...)tal fue el sorprendente “milagro norteamericano”, cuyos primeros resultados se manifestaron a fines del año 1942. Armas, aviones, navíos y vehículosa empezaban a salir de las fábricas en cantidades impresionantes. Hasta 1945, la industria norteamericana produjo cerca de 90.000 tanques, 1.500.000 camiones, 6.340.000 jeeps, 180.000 cañones y 6.500.000 fusiles. Para la marina se construyeron 120 portaaviones, 50 cruceros y cerca de 3.500 embarcaciones mas ligeras, sin contar una flota de 63.000 navíos de desembarco; en total , 3.000 millones de toneladas. La fuerza aérea, por su parte, recibió 300.000 aviones, de ellos 100.000 bombarderos pesados. El ritmo de producción llegó a un nivel tal, que algunos astilleros que construían los famosos “liberty ship” botaban en 1943 un carguero por día. En 1943, después de un tiempo de adaptación, Norteamérica estaba segura de ganar la guerra económica”
[XXXIV].
Comienza una nueva racionalidad centrada en el complejo industrial militar y en las capacidades de organizar una logística sostenida. Esta segunda época comprende la invasión a Europa, al Pacífico, Corea del Norte y Vietnam.

Posmodernización

Bloqueo de los discursos y prácticas entorno a la racionalidad modernista
El pasaje de la época clásica a la moderna ocurre por un quiebre de la racionalidad clásica y la emergencia de otra racionalidad que llamamos moderna. Es un quiebre porque la nueva racionalidad moderna funciona de un modo radicalmente nuevo. El pasaje de la racionalidad moderna a la modernista no opera por quiebre sino por suplementación. ¿Qué significa suplementación y no quiebre? La racionalidad modernista no surge por una ruptura radical respecto de su antecesora; comprende en parte a la lógica moderna, pero agrega nuevos elementos sobre aquella. Por ejemplo, el empirismo, (que fue la pasión de los modernos), no es rechazado en bloque. Las construcciones teóricas modernistas tienen en cuenta la base empírica, pero toman una serie de precauciones para operar sobre ella. De igual modo en la guerra, la guerra móvil o la radarización del espacio no significan la supresión del campo de batalla estático dónde se cavaban trincheras. El pasaje de la etapa moderna a la modernista se opera por suplementación.
Pero el pasaje a la etapa posmoderna, o el movimiento que llamamos posmodernización, no opera por quiebre, ni por suplementación. Tampoco significa la emergencia de una racionalidad nueva y distinta. Lo que ocurre aquí es un enrarecimiento de la racionalidad modernista. No sucede un relevo de una la vieja racionalidad modernista por una flamante racionalidad posmoderna. Lo que sucede es que una racionalidad, la modernista, empieza a hacer aguas frente al devenir; entonces comienza a desarrollar una dinámica de postulación ad hoc, que termina por transformarla absolutamente. Si la piedra angular de la modernidad es el caso particular, de la modernización es la generalización, la de la posmodernidad es la fragmentación. El Uno, rey de la modernización, desaparece paulatinamente tras el umbral de enrarecimiento. También desaparece el lugar del Uno impidiendo que venga otro Uno a ocuparlo. El umbral de enrarecimiento se presenta entre 1968 y 1973. La nueva etapa nunca llega a ser por ella misma, siempre va a ser la etapa pos, posmoderna, posestructuralista, postprocesual...

Enrarecimiento de las cuatro características de la modernización:
La guerra móvil deviene obsoleta en nuevos escenarios
¿Y la guerra móvil, aquella que había conquistado Europa y luego las doctrinas de todas las escuelas militares? En marzo de 1969 el Comandante del 1er Batallón 77º Regimiento Acorazado, de EEUU, recibió la orden de movilizarse con una columna de blindados hacia la frontera noroeste, donde Vietnam del Sur se junta con Vietnam del Norte y Laos. Los objetivos de la misión eran despejar la zona que estaba bajo control del Ejército Regular del Vietnam del Norte, proteger el flanco derecho de las tropas norteamericanas y cortar la ruta de suministros del enemigo. Se ponía en marcha la guerra móvil, la operación presentaba un gran desafío puesto que el mantenimiento de los tanques y la logística debería hacerse por aire, ya que al ser una ofensiva móvil no habría líneas de abastecimiento por tierra. La columna estaba formada por 1.500 hombres y 86 blindados. Durante los 43 días que duró la misión se abasteció a la columna con 1.000 toneladas de pertrechos diarios; más 80.000 litros de combustible, 18.000 proyectiles de artillería y 225.000 proyectiles de menor calibre”
[XXXV]. “Las tropas del VIetcong y del Ejército de Vietnam del Norte, que se encontraban en la meseta, que no esperaban aquella repentina aparición de tropas enemigas, se dirigieron hacia el oeste, para cruzar a Laos”[XXXVI]. Después de mes y medio de realizar algunas operaciones de búsqueda y destrucción, cubriendo unos 100 km cuadrados, la misión concluyó sin lograr ninguna ventaja militar importante. El enemigo se había limitado a desplazarse sin presentar combate ante la versátil columna de blindados. Pero aquí no termina el problema de la guerra móvil. La estrategia de los norvietnamitas fue el repliegue, cuando se fueron los tanques, el EVN (ejercito de Vietnam del norte), regresó a las zonas que antes ocupaba.
Veamos otro ejemplo donde hace aguas la guerra móvil. Otra guerra, en Medio Oriente, el que recibe la ofensiva móvil no se repliega, hace frente, y las novedosas tecnologías, y sus novedosos usos marcaran un límite a la guerra móvil. “A las 2 de la tarde del 6 de Octubre de 1973 el ejercito sirio atacó los Altos del Golán. Alcanzaron algunos éxitos y tomaron el Monte Hermon. El ejército egipcio cruzó el Canal de Suez sobrepasó la línea israelí fortificada “Bar-Lev” y avanzó por el interior de la península del Sinaí”
[XXXVII]. Entonces el ejército israelí respondió, al igual que en 1967, como lo indicaban las doctrinas de entonces: la fuerza aérea despegó para aniquilar a las tropas egipcias que carecían de cobertura aérea, puesto que su fuerza fue destruida en la anterior guerra. Tras los aviones israelíes vendrían los tanques a rematar y conquistar el territorio barrido por las bombas. Pero cuando se lanzaba la contraofensiva, en la primer hora del combate, son derribados diez aviones israelíes por misiles soviéticos SA-7, al tiempo que los tanques que avanzaron contra las cabezas de puentes sobre el canal de Suez fueron rechazados por equipos de infantes caza carros, que portaban nuevos misiles sagger anti tanque y granadas impulsadas por cohete RPG-7.
Este fue el día en que la famosa Blietzskrieg era detenida; si los israelitas querían expulsar a los egipcios de la península deberían repensar sus tácticas, y dejar de aplicarlas a todo escenario, de modo automático. Nueva tecnología la del misil, que podía pertrechar ejércitos sin fuerza aérea poderosa, sin columnas blindadas, y que hacía obsoleta las tácticas heredadas e indiscutidas.
En resumen, sea por repliegue, o por las nuevas tecnologías en misiles, la guerra móvil deja de ser una ley general para aplicar en todos los casos. A partir de ahora es necesario pensar cada vez cuál es la táctica más conveniente según los recursos y obstáculos de la situación particular.

La guerra electrónica.
Este parece ser el punto dónde la inteligencia prima sobre la fuerza, pero el enrarecimiento ocurre en esta área también. La ciencia y la tecnología que se habían vuelto orgánicas al complejo militar industrial no podía prever nada de lo que iba a suceder, puesto que un pensamiento no puede dar cuenta de aquello que lo sobrepasa. La inteligencia del complejo militar industrial era la inteligencia de un tipo determinado. Y ese tipo de inteligencia sólo funcionaba en un contexto sin enrarecimiento. Pero los acontecimientos que comienzan a suceder a partir de 1968 ponen en jaque a esos sabios. Una de las misiones de la guerra electrónica era vigilar y espiar la ruta de abastecimiento del Vietcong, la ruta de Ho Chi Ming, que cruzaba de norte a sur el país vecino de Laos. A lo largo de la ruta eran lanzados desde helicópteros y aviones unos “dispositivos de caída libre que se enterraban en el suelo. Su antena era de 1,20 mts de longitud y tenía forma de planta salvaje, y su emisor de radio estaba sintonizado para detectar vibraciones sísmicas y sistemas de ignición de los motores de los camiones. La vida de la batería era de 30 a 45 días”. Estos transmisores sembrados desde el aire en la jungla pasaban información de los convoyes enemigos, información que era procesada en una terminal en Tailandia. Desde allí se ordenaban las misiones de bombardeo. “La operación de vigilancia “igloo withe” costó 725 millones de dólares entre 1967 y 1971. Según dijo un oficial de la Fuerza Aérea norteamericana, cada cuatro matorrales en la ruta de Ho Chi Ming hay una antena. Pero el resultado fue un fracaso”
[XXXVIII].
Otra intervención similar fueron unos sensores que se montaban en la punta de los fusiles de la infantería, cuya finalidad era detectar “el sudor y las demás secreciones humanas que dejan diminutas partículas en la atmósfera” pero en el campo de batalla animales salvajes y rurales funcionaban tapando el espectro hormonal humano; en fin otro rotundo fracaso.
Lo que podría considerarse una victoria parcial de la inteligencia electrónica son las bombas guiadas por láser, llamadas inteligentes. Un ataque contra un puente con bombas estúpidas requiere 50 veces más bombas que uno realizado con bombas guiadas por láser. Pero lo que parecería una victoria militar resulta un pésimo negocio para el complejo militar industrial, cuya ganancia está en la masiva producción de pertrechos militares. Desde la puesta en juego de las bombas inteligentes son necesarias muchas menos para realizar una misión: buen ataque, mal negocio.

Enrarecimiento en la abstracción.
Despliegue del nivel infra:
Repasemos la topografía del campo de batalla. La primer dimensión es el suelo, el territorio, donde se practica la guerra de posiciones, de trincheras; pero también es dónde el modernismo va a introducir la novedosa guerra móvil o guerra relámpago. La segunda dimensión es un producto de la incorporación de la tecnología del radar que posibilita virtualizar y duplicar la dimensión anterior. Y la tercera, efecto del enrarecimiento, es en una escala inferior, es el espacio de la guerrilla; es la paciencia, es la sorpresa, son los partizanos, la guerra de desgaste, guerra de nervios. Nivel infra respecto del nivel territorial.
En la dimensión infra opera la guerra de desgaste, la guerrilla. Existen numerosos antecedentes de la guerra de guerrillas; desde que Napoleón invadió España que se conoce y práctica la posibilidad. Pero a finales de los años `60 se da un fenómeno nuevo: las unidades guerrilleras son pertrechadas y entrenadas por el complejo militar industrial; y al mismo tiempo las unidades regulares son entrenadas en las tácticas guerrilleras. Como ejemplo que marca este cruzamiento de prácticas sirva la Ofensiva del Tet en Vietnam en 1968. Allí se despliega una racionalidad bélica que venía habitando los pliegues de anteriores universos militares, pero sólo en el cruzamiento con el complejo militar industrial, adquiere la vitalidad que conoce tras el umbral de enrarecimiento que llamamos posmodernización.
El cruce de las tácticas guerrilleras y la extraordinaria capacidad productiva y destructiva del complejo militar industrial chino y soviético proporcionó una estrategia de guerra que puso en jaque al complejo militar occidental y capitalista. Ejemplo de ello fue la ofensiva del Tet, en 1968 que significó un punto de inflexión en la guerra de Vietnam y el comienzo de un cambio en la estrategia de EEUU. A raíz de dicha ofensiva comienza lo que se llamó la vietnamización de la guerra. Esto consistía en ir retirando las tropas norteamericanas de las zonas de combate, dejando sólo tropas especiales y asesores militares que organicen el poder de fuego proporcionado por aviones, artillería naval y de tierra. Al combate irían soldados del ARVN, (las tropas del ejercito de Vietnam del sur) y los norteamericanos sólo proporcionarían armas, pertrechos y poder de fuego. Estas medidas fueron ampliamente publicitadas a los fines de recuperar el consenso perdido tras el impacto de las imágenes televisivas de las jornadas del Tet, y las protestas sociales del movimiento anti belicista que se propagaban.
Otras medidas, menos publicitadas y más ofensivas, fueron llevadas a cabo, para desmantelar el fulminante accionar guerrillero, pertrechado por el complejo militar comunista. Desde Mao se sabe que el guerrillero anda entre el pueblo como pez en el agua, y en ello reside la clave de su efectividad y supervivencia. La articulación política entre la guerrilla y el pueblo es vital. Una guerrilla pertrechada por un complejo militar industrial que carezca de la conexión política con el medio popular sería aniquilada. Por ello, desde la ofensiva del Tet, comenzaron a intensificarse programas orientados a separar a los peces del agua. Programas que bajo el rotulo de inteligencia no son más que operaciones de secuestro, tortura y aniquilación de personas –militantes, dirigentes, cuadros políticos y sociales- que son los nexos entre el movimiento social y la organización guerrillera. Podemos ver un fiel testimonio de esta “inteligencia” en la película La batalla de Argel. En Vietnam el nombre de éste programa fue Phoenix. “El programa “Phoenix” surgió de los intentos estadounidenses por buscar un modo eficaz de derrotar al Vietcong después de que quedase claro que apoyarse en una superior potencia de fuego no bastaba”, pero “El alto número de sospechosos asesinados (...) provocaron las declaraciones referentes a que el “Phoenix” era un programa de matanza de la CIA” (...) “Los participantes en las operaciones “Phoenix” han declarado que era muy corriente el asesinato indiscriminado. Frank Snepp, un alto miembro de la CIA, declaró que “puesto que las prisiones estaban sobrecargadas los equipos de choque, en lugar de traer los informantes, comenzaron a matarlos”. “El programa “Phoenix” fue muy encarnizado. Pero ciertamente demostró ser más efectivo que apoyarse en las zonas de fuego libre y el alto poder de fuego para combatir la guerrilla”
[XXXIX].
La magnitud del conflicto potencial no dejaba ver la medida del conflicto real: La fantasía de Terminator o de Mad Max (reflejo la neurosis de extinción total en un supuesto conflicto nuclear) encubre el exterminio real de la guerra que ocurre en las zonas periféricas. La posible bomba atómica asusta mientras que el campo clandestino de detención, tortura y exterminio es lo que cunde realmente. No es la guerra total lo que mata, es el terrorismo de Estado que opera por fuera de la ley. Perversidad furiosa de fines de setenta y comienzos de los ochenta. Y es aquí donde la vieja diferencia entre el bloque soviético y el occidental deja de ser tal, mostrándose iguales a la hora de violar los derechos humanos, apoyar y financiar dictadores; eso sí cada uno con una bandería distinta. Pero en las prácticas ambos abren campos clandestinos. La obsesión por el conflicto total distrajo a los críticos de lo que estaba pasando.
Tras el enrarecimiento el esquema de guerra convencional, organizada en torno a las superiores capacidades de destrucción y producción del complejo militar industrial, fueron suplementadas por programas de producción de información, lograda por tortura e intervenciones puntuales.

Una guerra donde producir más no asegura la victoria
Durante el final de la segunda guerra mundial la capacidad de producción de los aliados superó la capacidad destructiva de las fuerzas del eje, definiendo la balanza. Pero esta lógica cambiaría. El 8 de marzo de 1965, EEUU desembarca en Da Nang, cerca de la frontera con Vietnam del Norte. “Los suministros necesarios debían importarse de EEUU, a una distancia de alrededor de 16.000 km. La dimensión de estas operaciones era impresionante: sólo entre 1965 y 1969, alrededor de 22 millones de toneladas de carga y 14 toneladas de petróleo fueron trasladados a través del Océano Pacífico; casi todos en barcos mercantes”. Hasta 1968 todo parecía marchar según lo planeado, con las resistencia y bajas propias de una guerra. Pero en enero de ese año, cuando se festejaba el año nuevo chino, una ofensiva masiva, de alcance nacional, logró sorprender al ejercito de EEUU y de Vietnam del sur. Aunque esta fuerzas recuperaron el control en pocas horas la ofensiva había llegado muy lejos. Las nuevas tecnologías de comunicación permitieron llevar imágenes frescas del frente de batalla a los hogares norteamericanos. A partir de allí la guerra enrareció radicalmente. Entiéndase, en términos estrictamente militares los norteamericanos lograron controlar la situación bastante rápido, con algunas excepciones. Pero la aparición de los medios de comunicación en el proceso de la guerra torció definitivamente el modo de concebir el conflicto. Un testimonio de quien entonces se encontraba como cadete de la escuela militar dice “En nuestras cenas, durante la primera semana de la ofensiva del Tet, mientras permanecíamos en posición de firmes detrás de nuestros asientos, se procedía a leer con voz solemne la larga lista de muertos pertenecientes a las clases ya graduadas. Para nosotros, la ofensiva del Tet había traído la guerra a casa: a nuestras habitaciones, a nuestra escuela, a nuestra unidad. Algo había cambiado en Norteamérica y nosotros lo sabíamos”
[XL]. A partir de entonces la moral del gigante militar industrial se desmorona, al punto de “por la noche, teníamos la obligación de salir a tender emboscadas, así que algunas veces lo hacíamos y otras no”. Cuando no lo hacían, los oficiales emitían por radio coordenadas falsas a la artillería, que batían zonas de la jungla donde el inexistente equipo de emboscadas había visto comunistas”[XLI]. El gigante perdió la cordura, produce miles de toneladas de bombas que son arrojadas sin ninguna inteligencia sobre la jungla desierta, y todo para la estadística.

En el campo del Saber, destotalización
Dijimos que el modo en que se instala la racionalidad modernista es por distanciamiento de la moderna. Esto quiere decir que no suprime en su totalidad a aquella sino que agrega algo más. Esto se traduce del siguiente modo: lo particular, lo empírico, piedra de toque del empirismo lógico va a funcionar como base o piso de la construcción teórica modernista. Esto va a significar un movimiento de totalización respecto de la particularización empirista. Pero el enrarecimiento de la epistemología va a traer un proceso inverso, no una nueva particularización, no un nuevo empirismo, sino una destotalización, fragmentación o situacionismo. Michel Foucault, en el seminario de 1976, “Defender la sociedad!” hace referencia a este proceso de destotalización “Por una parte, lo que hemos vivido fue un período caracterizado por la eficacia de las ofensivas dispersas y discontinuas.”
[XLII]. “Por tanto, diría que desde hace diez o quince años lo que emerge es la proliferante criticabilidad de las cosas, de las instituciones, de las prácticas, de los discursos:”...”esta estupenda eficacia de las críticas discontinuas, particulares y locales, se descubre en realidad algo que no estaba previsto al comienzo y que se podría llamar el efecto inhibitorio propio de las teorías totalitarias, globales. No es que estas teorías no hayan provisto y no provean aún de modo constante instrumentos utilizables localmente; el marxismo y el psicoanálisis están ahí para probarlo. Pero creo que ellas solo han provisto estos instrumentos con la condición de que la unidad teórica del discurso fuera como suspendida, recortada, hecha pedazos, invertida, desubicada, hecha caricatura, teatralizada. En todo caso, retomar las teorías globales en términos de totalidad ha tenido un efecto frenador” (...) ”Las cosas que han sucedido desde hace unos quince años muestran entonces que la crítica ha tenido un carácter local. Lo cual no significa empirismo obtuso, ingenuo o primitivo, ni eclecticismo confusionario, oportunismo, permeabilidad a cualquier emprendimiento teórico. Lo cual tampoco significa ascetismo voluntario que se reduce por sí a la mayor pobreza teórica. Creo que este carácter esencialmente local de la crítica indica, en realidad, algo que sería una especie de producción teórica autónoma, no centralizada, es decir, que no necesita para afirmar su validez del beneplácito de un sistema de normas comunes.”[XLIII].
Y remarca Foucault que no se trata de una vuelta al empirismo o a la particularización propia de la racionalidad moderna: “En esta actividad, que se puede llamar entonces genealógica, no se trata de oponer a la unidad abstracta de la teoría la multiplicidad concreta de los hechos o de descalificar el elemento especulativo para oponerle, en la forma de un cientificismo banal, el rigor de conocimientos bien establecidos. No es por cierto un empirismo lo que atraviesa el proyecto genealógico, ni tampoco un positivismo en el sentido ordinario del término. Se trata en realidad de hacer entrar en juego saberes locales, discontinuos, descalificados, no legitimados, contra la instancia teórica unitaria que pretendería filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en nombre de un conocimiento verdadero y de los derechos de una ciencia que sería poseída por alguien”
[XLIV]. Y en una entrevista a Deleuze, éste refuerza lo ya citado: “Se debe posiblemente a que estamos viviendo un nuevo modo de plantear las relaciones entre teoría y práctica (...) En todo caso, las relaciones entre teoría y práctica se concebían desde el prisma de un proceso de totalización, en un sentido o en otro. Es posible que, para nosotros, la cuestión se plantee de otro modo. Las relaciones entre teoría y práctica son mucho más parciales y fragmentarias”[XLV].
Cabe destacar que la totalización que pretenden operar los grandes, y establecidos, sistemas teóricos, (Foucault hace mención del psicoanálisis y el marxismo, pero la lista es extensa) en el campo de la producción de conocimiento, tiene su correlato en el campo de la política; sólo que allí la instancia centralizadora, jerarquizadora y totalizadora no es un Sistema Teórico General, sino el Partido Político. A ello se refiere Gilles Deleuze en una entrevista “No tenemos que totalizar lo que es totalizado por parte del poder, ya que no podríamos totalizar de nuestro lado más que restaurando formas representativas de centralismo y de jerarquía”
[XLVI].
En la arqueología también vemos el mismo fenómeno de fragmentación y destotalización:
“A diferencia de lo sucedido en los años sesenta, cuando la rebelión fue un movimiento relativamente homogéneo en cuanto a sus postulados (tanto en Europa como en Estado Unidos) , la reacción de la década de 1980 es mucho más heterogénea y dispar. Lejos de formar una corriente teórica-metodológico orgánica, dentro del posprocesualismo se incluyen una serie de enfoques tan diferentes como: 1) la arqueología conductual; 2) el posmodernismo arqueológico; 3) arqueología y nueva agencia social; 4) la arqueología marxista; 5) arqueología cognitiva; 6) teorías neodarwinianas en arqueología”
[XLVII].

Mutaciones en el campo del conocimiento: el Empirismo Abstracto
En 1979 Wright Mills publica un texto: “La imaginación sociológica”, en el cual encontramos un capítulo, el tercero, titulado, “Empirismo abstracto”. Este capítulo muestra el enrarecimiento sufrido en el campo del saber, en lo relativo a lo que la modernización conoció como abstracción o generalización. Habíamos visto que durante la modernización se elaboran corrientes epistemológicas que hacen énfasis en la abstracción teórica. Tras el umbral de enrarecimiento, llamado posmodernización, ocurre lo que Mills llama empirismo abstracto. El perfil epistemológico que adquieren las ciencias de entonces “no se caracteriza por ninguna proposición o teoría importante. No se basa en ningún concepto nuevo de la naturaleza de la sociedad ni del hombre, ni sobre ningunos hechos particulares acerca de ellos”
[XLVIII]; “Las más conspicuas –aunque no necesariamente las mas importantes- de sus características se relacionan con el aparato administrativo que ha llegado a emplear y con los tipos de trabajadores intelectuales que ha reclutado y preparado. Ese aparato es ahora un aparato a gran escala, y hay muchos indicios de que se extenderá mas y ganará más influencia. El administrador intelectual y el técnico en investigación –los dos tipos completamente nuevos de profesionales- compiten actualmente con los tipos más usuales de profesores y eruditos”[XLIX].
El empirismo abstracto se caracteriza por un obstáculo doble: “la inhibición metodológica es paralela al fetichismo del concepto”
[L]. En primer lugar “la inhibición metodológica es que los hombres se han atascado, no tanto en la ingestión empírica como en los que son esencialmente problemas epistemológicos de método. Como muchos de esos individuos, en especial lo más jóvenes, no saben mucho de epistemología, tienden a ser absolutamente dogmáticos en los que se refiere al conjunto de cánones que los dominan.” En segundo lugar “el fetichismo del concepto es que los hombres se han atascado camino arriba en un nivel muy alto de generalización, por lo común de carácter sintáctico, y no pueden descender a los hechos. Ambas tendencias o escuelas existen y florecen dentro de lo que debieran ser pausas en el proceso de trabajo de la ciencia social. Pero en ellas, lo que debiera ser una pequeña pausa se ha convertido, si puedo decirlo así, en el ingreso en la infructuosidad”[LI].

Enrarecimiento de la producción de Teoría
Otro de los efectos del enrarecimiento fue el alejamiento entre la Teoría General y la base empírica. “Después de 1969, Binford experimentó cierta desilusión con su nueva arqueología, como él mismo recordó más tarde (1983). “Cierto que se había refundado como una forma de investigación en el pasado en clave antropológica, con una preocupación clara por los procesos reales de la vida; pero estos progresos no eran suficientes para poder puentear con éxito el abismo que seguía abierto entre los datos y la realidad”
[LII] ¿Cómo pasar de los hechos estadísticos que podían obtenerse de la excavación al comportamiento dinámico aunque invisible que los produjo? La normalización de la disciplina, la incorporación del método deductivo no podía resolver los deficiencias en la interpretación de los datos producidos en el campo. Para sortear este obstáculo se fueron desarrollando nuevas disciplinas, cuya razón de ser estaba en conectar la elevada producción teórica con la base empírica. En la materia Fundamentos de Prehistoria estudiamos una ficha de la cátedra titulada Los Niveles de la Teoría Arqueológica, de David H. Thomas. Allí hace mención a “La Teoría de Rango Medio (la cual) conforma el segundo nivel y es la que conecta y enlaza los datos arqueológicos con los aspectos pertinentes de la conducta humana que los produjo”. También hace referencia allí al problema que sufren las grandes construcciones teóricas tras el umbral de enrarecimiento: “Es muy frecuente que los discursos metodológicos- teóricos – prácticos se pierdan en la abstracción, y a veces se divorcien totalmente de la realidad arqueológica”[LIII].

Del sistema a la agencia social y de la estructura al acontecimiento
Durante el modernismo, cuando sucede el alejamiento de la lógica moderna, historicista, empirista, vimos emerger un nuevo modo de comprender el devenir. Vimos que la dimensión sincrónica de los sistemas toma relevancia sobre la dimensión diacrónica. Este movimiento suspendía a la Historia como forma de ser del tiempo y habilitaba al tiempo lógico e inherente de los sistemas. Así se abre campo para nuevas corrientes de pensamiento: cibernética, ecología cultural, estructuralismo, estructural-funcionalismo, funcionalismo, teoría de los sistemas, etc... El proceso de destotalización y de fragmentación dejó sin anclaje a las grandes construcciones teóricas que intentaban representar al mundo, cada vez más cambiante y fluctuante, bajo la forma de un sistema dinámico pero estable en su arquitectura. Lo real del mundo, sus nuevos modos de ser, es más susceptible de ser pensado cuando es tratado con nuevas categorías: ya no la estructuración del lenguaje, ya no las estructuras elementales del parentesco, ni la ideología, ni los procesos sociales, políticos, culturales o económicos. Ahora se trata de interpretar las estrategias subjetivas, el agenciamiento social, la intencionalidad, al sujeto que trama una jugada dentro del sistema de reglas. Sujeto, situación y acontecimiento van relevando a las viejas herramientas de pensamiento: estructura, sistemas, proceso...
A finales de los años setenta ocurre en las ciencias sociales y también en la política una vuelta al sujeto. Desde el resurgimiento de los derechos humanos, tanto desde la izquierda, por los delitos de estado cometidos en las distintas dictaduras occidentales; como desde la derecha, por las violaciones a los derechos humanos cometidas en los países del bloque socialista. En torno a al movimiento de derechos humanos se conformó un punto de consenso social que estaba más allá de las distintas posiciones ideológicas. Este hecho, el resurgimiento del sujeto en el campo de la moral política, tuvo sus repercusiones en el campo de las ciencias sociales. El renovado interés de las ciencias por el sujeto no significa una vuelta al sujeto empírico que fundó las ciencias humanas de finales del siglo XIX. El sujeto de finales de la década del setenta no es un objeto de alguna disciplina, es un límite ético para el sujeto de la ciencia. El sujeto ochentoso no es objeto, es límite, al poder del Estado y al exámen de la ciencia.
Durante los años sesenta, en Francia, pero un poco en todo el mundo occidental, ocurrió un debate filosófico político entre el existencialismo y el estructuralismo. La corriente emergente, el estructuralismo, había declarado la muerte del sujeto moderno, hecho refutado por el existencialismo. En el campo del había triunfado el estructuralismo que postulaba que el sujeto es un efecto de superficie; lo determinante son sólo sistemas y estructuras.
Pero el resurgimiento del sujeto de finales de los setenta no es una vuelta al sujeto moderno del existencialismo. Es otra cosa; es una barrera moral no un dato de la empiria.
Técnicamente el sitio dejado vacante por la disolución de las estructuras fue ocupado por las interacciones complejas, los sistemas caóticos y los flujos de información. Nada de vuelta al sujeto, en términos epistemológicos. En términos morales, desde el exterior de la ciencia se va a filtrar el sujeto como límite a las atrocidades del terrorismo de Estado y el aparato científico.

Conclusiones
Creo que la etapa posmoderna tiene dos picos de intensidad. El primero sería entre 1968 y 1973, que llamo posmodernidad positiva. El segundo pico lo sitúo en 1989, cuando cae la URSS; que llamo posmodernidad negativa. La posmodernidad positiva resultó beneficiosa para la estructuración modernista del mundo occidental. Un sistema de saber y poder anquilosado se revitaliza cuando puede asimilar las primeras críticas de los movimientos contestatarios. Las revoluciones culturales, políticas y epistemológicas, aunque contrahegemónicas en un principio, forzaron la revisión de los postulados modernistas. Más tarde habían sido asimiladas por el sistema productivo y cultural hegemónico; aunque transformándolo sustancialmente.
El momento negativo de la posmodernidad llegó a finales de la década de los ochenta, cuando las situaciones de enrarecimiento del mundo modernista alcanzan un grado culitativamente mayor, excediendo el rango de situación, alterando el todo: cae la URSS. Este acontecimiento pone a occidente al borde de otro mundo, radicalmente distinto al que conocía el modernismo.
Es nuestro mundo, uno donde el enrarecimiento es un dato del todo y no de la situación particular.
Las consecuencias de esta refiguración del mundo son amplias y no es este trabajo el sitio de su tratamiento. Sólo me basta mencionar uno de los efectos, para concluir. Sea en la política o en la ciencia, conocimos procedimientos críticos que nos permitían deconstruir el mundo. El análisis institucional, el psicoanálisis y el marxismo mostraron la pasión alienante del poder y el saber y propusieron estrategias efectivas de subjetivación. Tras la reconfiguración de la posmodernidad negativa, el modo de operar del poder y del saber ha mutado. No es la alienación, ni el sometimiento, ni el disciplinamiento el objetivo de su accionar. No es la estructuración el movimiento de sometimiento sino su contrario: la desestructuración. En tiempos de mercado financiero internacional el poder opera produciendo deseo y no reprimiéndolo; desinstalando instituciones disciplinarias, y no expandiéndolas; y explicitando, de un modo que daría pudor a las burguesías modernas, su accionar económico, en lugar de encubrir sus bajos intereses lucrativos con mitos de Estados y Naciones. En este contexto es preciso repensar las estrategias de subjetivación que proliferaron tras el primer momento de enrarecimiento posmoderno.
Bibliografía
Carlos Reynoso; Corrientes en Antropología;
Crónica de la Guerra de Vietnam;
David H Thomas; Los Niveles de la Teoría Arqueológica,
Ejercitos y Batallas; Fuerzas de defensa Israelies;
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John Laffin; Grandes Batallas de la Historia, 1999, Atlantida, Bs. As.
Lanata, J L y otros; Explorando algunos temas de Arqueología;
Marek Zvelebil; Busca de alimentos en los bosques de la Europa posglacial;
Michel Foucault; Defender la sociedad!, Altamira, Argentina
Michel Foucault; Las Palabras y las cosas, 1996, Siglo XXI, Mexico
Michel Foucault; Obras esenciales, 1999, Paidos, Buenos Aires
Michel Foucault; Saber y Verdad,
Raymond Cartier; La Segunda Guerra Mundial,
Refrew y Bahn; Aqueología. Teorías, Método y Prácticas;
Selecciones del Reader´s Digest; Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial; Madrid, Iberia S.A.
Wright Mills; La imaginación sociológica; 1979

[1] Suplementación: la nueva racionalidad se agrega sobre la heredada.
[2] Este texto es de 1966 y aún Foucault no desarrollaba su genealogía del poder, por ello se refiere a en el espacio del saber. Pero nosotros trabajamos habiendo leído al Foucault de la década del 70. En una entrevista de 1971, hecha por M. Fontana para la revista L´Arc, Foucault contesta a propósito del cruce entre el saber y el poder: “No creo haber sido el primero en plantear esta cuestión. Al contrario, estoy sorprendido de la dificultad que tuve para formularla. Cuando ahora me pregunto ¿de qué pude hablar, por ejemplo, en la Historia de la locura, o en el Nacimiento de la clínica, si no era del poder? Ahora bien, soy completamente consciente de no haber empleado prácticamente este término, y de no haber tenido este campo de análisis a mi disposición. Puedo decir que existía una cierta incapacidad para hacerlo que estaba ligada, con toda seguridad, a la situación política en la que nos encontrábamos (...) Sólo se pudo comenzar a realizar este trabajo a partir de 1968, es decir, a partir de luchas cotidianas y realizadas por la base, con aquellos que tenían que enfrentarse al poder en los eslabones más finos de la red de poder” pag 46 (obras esenciales, v II estrategias de poder).
[3] En la próxima etapa la industria militar no será nacional sino transnacional, la modernización implica una capacidad de producción de material bélico desproporcionada respecto de los estándares de 1860 o 1870. En el pasaje de la modernidad a la modernización las industrias nacionales se funden para convertirse en complejos militares industriales. Veremos el complejo industrial militar soviético y el occidental, enfrentados, claramente especular
[4] Un término metafísico es “alma”, una teórico es “clase social”. Ninguno de los dos pueden ser observados empíricamente, pero por ello no debemos confundir su naturaleza.
[5] Hay que destacar que la moral del ejercito rojo o era la misma que la de los polacos, los yugoslavos y los franceses. El invierno dificultó a los nazis, pero los soviéticos asestaron el golpe mortal.
[6] Una diferencia con la época moderna es que entonces existían múltiples actores, naciones e imperios, y cada uno tenía su industria bélica. En cambio durante la modernización lo singular es el complejo militar industrial, que es transnacional y bipolar. Está organizado en, al menos, dos bloques transnacionales, URSS y OTAN. A diferencia de la época anterior, en la que varias naciones e imperios poseían una moderna industrialización, formando un múltiple de entidades, las fuerzas modernistas se agrupan en dos bandos a nivel mundial, que trascienden las naciones.

[I] Foucault, Michel; Las Palabras y las cosas, pág 217
[II] Laffin, John; Grandes Batallas de la Historia, pág 199
[III] Ib, pág 261
[IV] Ibídem
[V] Ib, pág 262
[VI] Ib, pág. 267
[VII] Ibédem
[VIII] Refrew y Bahn; Aqueología. Teorías, Método y Prácticas; pág. 24
[IX] Foucault, Michel; Saber y Verdad, pág. 40
[X] Laffin, John; Grandes Batallas de la Historia, pág. 268
[XI] Refrew y Bahn; Aqueología. Teorías, Método y Prácticas; pág. 30
[XII] Foucault, Michel; Saber y Verdad, pág.41
[XIII] Piglia, Ricardo; Respiración artificial, pág. 161
[XIV] Laffin, John; Grandes Batallas de la Historia, pág. 278
[XV] Cartier, Raymond; La Segunda Guerra Mundial, pág. 21
[XVI] Ib; pág. 27
[XVII] Ib; pág. 30
[XVIII] Ibídem
[XIX] Ib; pág. 94
[XX] Ibédem
[XXI] Ib; pág. 95
[XXII] Ib; pág. 196
[XXIII] Reynoso, Carlos; Corrientes en Antropología; pág. 279
[XXIV] Ib; pág. 320
[XXV] Refrew y Bahn; Aqueología. Teorías, Método y Prácticas; pág. 35
[XXVI] Zvelebil, Marek; Busca de alimentos en los bosques de la Europa posglacial; pág. 74
[XXVII] Refrew y Bahn; Aqueología. Teorías, Método y Prácticas; pág. 36
[XXVIII] Reynoso, Carlos; Corrientes en Antropología; pág. 285
[XXIX] Ibídem.
[XXX] Ib, pág. 287
[XXXI] Cartier, Raymond; La Segunda Guerra Mundial, pág. 151
[XXXII] Gamble; Arqueología Básica; pág. 2
[XXXIII] Selecciones del Reader´s Digest; Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial; vól. 3, pág. 335
[XXXIV]Ib; vól. 3, pág.166
[XXXV] Crónica de la Guerra de Vietnam, pág. 411
[XXXVI] ib, pág. 410
[XXXVII] Ejercitos y Batallas; Fuerzas de defensa Israelies; pág. 4
[XXXVIII] Crónica de la Guerra de Vietnam, pág. 239
[XXXIX] Ib, pág. 420
[XL] Ib, pág. 379
[XLI] Ib, pág. 420
[XLII] Foucault, Michel; Defender la sociedad!, pág. 16
[XLIII] Ib, pág. 17
[XLIV] Ib, pág. 19
[XLV] Foucault, Michel; Obras esenciales, pág. 105
[XLVI] Ib, pág. 111
[XLVII] Lanata, J L y otros, Explorando algunos temas de Arqueología; pág. 36
[XLVIII] Mills, Wright; La imaginación sociológica, pág. 73
[XLIX] Ibídem.
[L] Ib pág. 68
[LI] Ib, pág. 91
[LII] Lanata, J L y otros, Explorando algunos temas de Arqueología; pág. 12
[LIII][LIII] Thomas, David H; Los Niveles de la Teoría Arqueológica, pág. s/n