miércoles, 3 de diciembre de 2014

Angustia

Es la cero hora. Cero, nada, ¿qué mejor momento para empezar a escribir sobre la angustia?

Como otras veces, como siempre, no voy a escribir sobre la angustia en términos objetivos, ajenos y distantes. Voy a escribir sobre ella porque es lo que me pasa. Si fuese fotógrafo y viajo a las sierras, le sacaría fotos, porque de donde soy no hay montañas, sólo planos y un río grande como el mar. Por eso, porque no es cotidiana ni habitual la angustia, ahora que se me ha instalado, la aprecio fascinado.  La angustia es como una montaña en una planicie dónde ayer no había nada. No me pasa seguido, por lo menos no tan consciente. Está aquí, en mi cuerpo, lo ha tomado por completo, tiene una presciencia irremediable e irrefutable, aunque no pueda verla, ni tocarla.

No se cuántos modos de aparecer y llegar tiene. En mi, irrumpió ni bien me dieron las nuevas: "tenemos no buenas noticias". La muerte hizo su trabajo, de eso se trataba. Cuando lo escuche de cuerda vocal del médico, deje de oir, se me fue la audición por unos segundos, y cuando volvió sufrí un mareo. Me aturdió como un golpe. "Falleció esta madrugada". A partir de entonces iba a repetir, y a escuchar, esa palabra, que quiere ser respetuosa, mantener las distancias. Falleció es la palabra que usamos para dar la noticia de la muerte. No dije, ni escuché decir "fulano murió", salvo en contextos íntimos y familiares.

Ni bien me repuse del mareo fugaz, fue como sentir una coraza que se armaba y me endurecía. Defensivo le escupí al matasanos: "ya lo sabía".¿Cómo iba a saberlo? Habré querido decir, "lo intuía, lo esperaba"; pero ¿saberlo?. El tipo seguía hablando y diciendo cosas que, supongo, el creía que yo quería escuchar: que "falleció durmiendo", que "no sufrió". Ahora no lo escuchaba, (que no es lo mismo que no oírlo), en mi cabeza buscaba cómo seguir. De pronto lo interrumpo "¿y a dónde voy ahora?, en el Hospital debe morir gente todo el tiempo, ¿qué hacen los familiares?" . El medico sigue insistiendo en un monólogo: falleció, dormido, sin doloranestesia, paro cardio respiratorio. Vuelvo a interrumpir, enojado, "¿Dónde voy? ¿Qué tengo que firmar? ¿Dónde retiro el cuerpo?". Las palabras firmar y cuerpo, vallaron su actuación: "Anda con la trabajadora social".  Me fui entonces por el hospital y mientras caminaba me llamó la atención que no podía leer los carteles. Los carteles parecían con errores, pero no podía determinar si sí, o si no, estaban mal escritos. ¡No podía leer! O mejor dicho, sabía que podía hacerlo, pero requería de mi unos recursos enormes; cuando en una situación normal, en un pestañear, habría entendido los letreros.

Cuando llegué con la trabajadora social sentí alivio. Al fin alguien que trate el tema de manera burocrática. La tan odiosa burocracia, el trámite, la diligencia, ahora eran como un colchón inflable, como un airbag que impedía que desquicie. Retroactivamente puedo ver que lo más duro de todo fueron esas cinco, o seis horas, en que demoré en poner en marcha la maquinaria administrativa que se encarga de estas cosas. La gente muere todo el tiempo y existen un espeso manojo de procedimientos, empleados y oficinas que se encargan de hacer algo con el fallecimiento, con la defunción. Cuando pude burocratisar mi caso, la angustia cedió una pizca y apareció alguito de dolor. Por lo tanto caí en la cuenta de que estaba con una angustia enorme, pues no tenía con qué confrontarla para darme por enterado de su presencia. Es como el cuento del monocromo azul; si sólo existe el azul, no existe el azul. El azul aparece, en un mundo monocromo azul, cuando irrumpe otro color que permite llamar al primero azul. Entonces, así estuve cinco o seis horas: sólo angustia.

La trabajadora social es tajante: "esto se puede hacer de forma privada o no". La cuestión, si tenes guita para pagarle a la casa de sepelios, les llevas a ellos el DNI del difunto y el certificado de fallecimiento, y ellos se encargan de todo. Incluso, me dio a entender, los procedimientos se relajan, porque "ellos tienen gente adentro". En mi estado de angustia masiva entender la frase "ellos tienen gente adentro" me costó el doble que de costumbre, todo suena literal desde la angustia, no hay metáfora. Si no tenia la guita para que la gente, que tiene gente adentro, se mueva rápido tenia que morfarme el garrón de los pobres. ¡Cómo los cagan a los pobres! Ya por empezar, como eran pasadas las dos de la tarde, tenía que volver mañana a las ocho de la mañana porque el Registro Civil de Florencio Varela ya había cerrado. Pero como había comprado a la gente que tiene gente adentro, ese tramite no hacía falta, o se hacía después, o alguien sabrá qué carajo. La cuestión es que, yo necesitaba que la cosa avance. No podía sostener mi psique un letargo de doce horas sin accionar la burocracia mullidita. Y si no tenía la guita, me tenía que ir a mi casa, a veinticinco kilómetros del hospital, para volver a primera hora, a hacer un tramite, en un lugar que prometía ser el primero de una larguísima cadena de pasos. La burocracia de los pobres era una maquina de tortura, pero la burocracia de los que comen gente, perdón, los que tienen gente adentro, era confortablemente adormecedora.

"Ok! Señora trabajadora social, puedo conseguir la plata", parecía la respuesta a un llamado extorcivo del secuestrador. Quieren el cuerpo, denme la plata. "En ese caso, trae el DNI y pedi el certificado". El DNI?, el DNI? uuuuuuhhhh... esta en la loma del culo, a la vuelta.

Mi celular había tambien fallecido. Tengo un aparato de mierda, tenemos, todos nosotros, los argentinos dos celulares per capita en nuestro país, que sirven para mirar porno, ver gente cagándose a piñas, comentar chismes, mirar Facebook, sacar fotos, tomar vídeos, comprar, pero cuando realmente lo necesitas, cuando tenes que dar una mala noticia, una no buena noticias, la mierda esa no anda! A buscar un locutorio. Llamo a mi hermana para que traiga el DNI, y le aviso las noticias no buenas.

Mientras espero, ¿espero? El tiempo dejó de existir. Pasaron cinco horas hasta que llegó el DNI pero para mi fueron un manojo de minutos que se mesclaron con charlas locas y partes de mala noticia. "Sí, falleció esta madrugada", "Sí, no sintió dolor", "Sí, falleció esta mañana", "Sí, no sufrió". Un speach, se me armó un cuentito que repetía mientras el tiempo no me sucedía llegando el DNI.

Una de las charlas, con un amigo, me dió una clave valiosisima para poder seguir lo que me tocaba. Mi amigo acertaba "la muerte de un padre es un momento único que requiere de vos todo el protagonismo, sólo ocurre una vez". Si no hay qué venza a la muerte, sí existe algo que casi lo hace, es la amistad. Las palabras de un amigo ordenaron el espacio afectivo corporal, me pusieron otra vez en la tierra, fueron el atalaya en las pampas desoladas de la angustia, hasta llegar a  la mullida burocracia de la casa de sepelio.

Nos encontramos con mi hermana en el estacionamiento del hospital. Me dijo: "El DNI está en el bolso, yo no lo quiero ni abrir". Abrí el bolso como si fuese el cuerpo mismo del difunto, ahi estaba el librito verde que me permitía salir de la pausa espesa. 

A partir de allí todo con aceite: DNI, denuncia, certificado, donación de corneas, casa de sepelio, pagares. En la casa de sepelios entre como un novato y salí experto en las artes del tramite mortuorio. Fuimos a la sala donde se exponen los cajones fúnebres y elegí el combo para la situación. Lo íbamos a cremar, por lo tanto no tenía sentido gastos extraordinarios en el ajuar. ¿Pero algo tenía sentido? Todos esos cajones, ordenados de menor a mayor precio, listo para ser incinerados o enterrados y corrompidos por el tiempo. Todos, por default, tenían crucifijo. Mi cabeza traducía y ordenaba buscando una sola dirección: "quiero terminar pronto con todo esto". 

El funebrero me pregunta "¿qué contextura tiene el difunto?", "como yo", le respondí y sentí el frío filo de la guadaña con su promesa certera de un mañana incierto. Ajustamos los detalles, va a ser a cajón cerrado, de ocho a catorce y lo cremamos. Esa noche no dormí un carajo. Al otro día estuve parado y fumando en la puerta del velatorio. Me dolía el cuerpo de manera horrible. No llore, ni sufrí. Todo ocurría a la manera en que la angustia procede: dolores, inapetencia, ansiedad, insomnio, speach, abrazos de tapia. Pude sentir sin embargo, que algunas presencias funcionaron como puntales que me sostenían. Cuando todo terminó almorcé mecánicamente y me fui a dormir... catorce horas seguidas, ni las ganas de mear me despertaron.

Una situación fue realmente horrible, cuando tuve que firmar para que trasladaran el cuerpo me dirigí al sector de "Anatomía patológica" del hospital. Si uno no trabaja ahí, o no tiene un muerto que retirar, no transita por Anatomía patológica. El lugar es horrible, queda en la parte de atrás, de la parte de atrás del hospital. Su arquitectura esta dispuesta para el transito fluido de cadáveres; y si digo fluido, digo fluidos del cadáver, que los enfermeros y operarios del servicio deben lavar en unas duchas que, a primera vista, no tienen sentido, salvo cuando podes visualizar que algunos cuerpos deben ser lavados para su ingreso o traslado. Los pibes de la unidad de traslado se pusieron guantes de hule y encararon por la rampa hacia la ancha puerta que conducía a la morgue. No me iba a quedar ahí.  

Pasaron unos días y la angustia sigue. Ya no es sólo angustia, lloré un poco y comencé a sentir algo de dolor. La angustia opera en mí cerrando los conductos por donde siento el placer. Algunas pocas cosas me llenan: amar, comer asado con amigos, jugar fulbo y escribir/leer. Nada pude hacer hasta ahora de todo ello. O sea, lo hice, pero no lo hice. A los días estaba en lo de un amigazo y todo estaba dispuesto para nutrirme de esos recursos inmateriales que se dispensan en la parrilla, en el brindis, en la charla. Pero no estaba ahí. Mi cuerpo sí, pero los receptores no recibían nada. Me sentí un zombi. En otra ocasión jugué fulbo, y lejos estuve de jugar; como dicen "no dí pie con bola". La sensación es que se me rompió algo adentro, que sólo el tiempo puede soldar; aunque quede la herida, una que va doler cada tanto. Pero ahora no, no hay dolor, hay angustia. 

La angustia es como una montaña, que irrumpe en el medio del río, de la nada. Ahora está ahí, mientras el río le come la base. Lo hace, de a poco; sé que el agua se la llevará, pero mientras tanto... 

...hay una montaña en el medio del río.
























domingo, 2 de noviembre de 2014

comer y hablar


Esto no quiere ser psicología, no sé nada de ello, ni me importa. Se trata de pensar desde los agujeros. No pensar los agujeros del sujeto, sino pensarme. Pensar el hecho tan masivo como tener un cuerpo. Mejor dicho, no soy yo quien tiene al cuerpo, porque ello indica una posesión. Soy yo tenido por el cuerpo, es el cuerpo el que me tiene agarrado y no me suelta.  Puedo creer que soy quien lo tiene, que tengo el control y lo domino. Que elijo cuidarlo, alimentarlo, ejercitarlo. Pero es el cuerpo quien me tiene a mí, quien me ancla al mundo. Es el engarce con el mundo. Si el cuerpo nos suelta dejamos de existir. Pensar que uno es el que domina al cuerpo no es más que un capricho, una ficción chiquita.



Y ese cuerpo no es uno macizo y cerrado, no tiene límites definidos. Nuestros contornos son porosos; a nivel microscópico nuestros bordes son difusos, marismas. La piel no es un corte prolijo contra el mundo exterior, es un lugar de tránsito, de nutrición, de intercambio, de respiración. El cuerpo todo lo es: los ojos, los oídos, las fauces, la boca, los genitales, el ano. Y estos agujeros están implicados en funciones vitales a nivel fisiológico, pero no sólo. Por ellos, a través de ellos, ingresamos en la vida social, en los vínculos amorosos, en la cultura. Hablamos, oímos, hacemos el amor, sentimos placer por medio de la piel, escuchamos la música, desarrollamos sentido estético. El punto donde termina la implicancia fisiológica de los agujeros y dónde empiezan a jugar en la cultura y la sociabilidad no está claro. Por la boca comemos, pero no sólo comemos los nutrientes básicos y estrictamente necesarios para el sostén biológico del organismo; por la boca comemos los alimentos de nuestra cultura, cocinados, elaborados, procesados socialmente. Y comemos mucho más que vitaminas, proteínas o grasas. Comemos identidad, comemos palabras, estatus…





Muchas cosas se parecen al hambre pero pocos han sentido realmente hambre. Se llama hambre al aburrimiento, a la ansiedad, a la angustia… El tracto digestivo es acostumbrado por el habito a unos  horarios, a determinadas sustancias y sobre todo a cantidades regulares. Es entonces cuando comienza a comportarse como un alien indómito  que nos gobierna desde adentro, capaz de hacernos caminar hasta la heladera o alacena, mover nuestros brazos y manos, y llevar la comida a la boca. 

Alguna vez leí que la sabiduría zen no es otra cosa que dormir cuando se tiene sueño y comer cuando se tiene hambre. Ja! Nada más! Le comento ésto a un parroquiano que me contesta: “Eh! Yo duermo cuando tengo sueño y como cuando tengo hambre!” Pero por favor! Que lindo momento me hizo pasar ese señor con sus ciento cincuenta kilos de peso y su monedero repleto de pastillas para la presión, para el dolor de cabeza, el de pansa, para dormir, para despertar, para sacar el hambre. Un maestro Zen ingresa al monasterio y cursa quince años de su vida dentro, y un pobre cordero del capitalismo metropolitano y occidental cree tener sabiduría zen por milagro del supermercado, el cable y el wifi. Que lindo momento. Comer cuando tenemos hambre, ¿quién ha esperado a tener hambre realmente para comer? Los que sufren el hambre no la eligen.



Ahora bien, lo que llamamos hambre para el comer, ¿cómo se llama para el habla? Cuando necesitamos hablar ¿qué nombre le ponemos a eso? Y cuando digo necesitamos tenemos que precisar, porque una cosa es necesitar comer algo porque nuestro organismo necesita materialmente los nutrientes, y otra cosa es necesitar comer algo por una cuestión anímica. Dicen que el primer ansiolítico es el pan. Entonces, ¿cómo llamamos a ese estado en el cual necesitamos hablar? ¿Existe el hambre de habla? ¿Nunca sintieron incontenibles ganas de decir? Conozco personas que no pueden parar de hablar, que no registran si uno está, o no, escuchándolas, si el oído percibe, si otros ruidos compiten, u otras palabras lo pisan. Pedirles que se callen es ofensivo, si te interesa mantener un vínculo. Y llega un punto donde ni siquiera les importa si les prestas atención, sólo quieren hablar, saciar su hambre de habla. También conozco gente que tiene cierta anorexia de habla. No dice. Vincularnos es horrible cuando el otro no habla.



Lo que intuyo es que existe cierto nudo de complejidad en torno al dominio, o gobierno, de sí mismo: regular  el habla y el comer define la persona que somos. Recuerdo un capitulo de los Simpson en el cual, no sé por qué razón, a Homero le tienen que cerrar la boca y no puede hablar, ni comer sólidos. Entonces el tipo comienza a adelgazar, ya que sigue una dieta líquida (que en un primer momento consta de costillas de cerdo y puré de papas procesados). Pero no sólo baja de peso, también estiliza su contextura anímica. No poder hablar lo dispone a escuchar con atención a los otros (y probablemente así mismo). Así redescubre a su entorno familiar, aparece la singularidad de cada uno a través de las palabras oídas. El moño del asunto ocurre cuando van a una fiesta y Homero está más delgado y sobre todo muy bien dispuesto, atento a la palabra de los otros, rechaza las vituallas y el alcohol, se ha vuelto todo un seductor.




Lo que comemos y lo que decimos, cómo comemos y qué decimos nos define, nos tornea, la carne y el espíritu. Es binario, abrir y cerrar la boca, sólo se trata de eso, de saber abrir y cerrar la boca. Y parece tan simple, tan sencillo. No decir eso que no debo decir, no comer, o tomar, aquello que sé que hace mal. Y sin embargo, tan sencillo que parece y tan difícil resulta al final. A la mayoría de nosotros nos ocurre que comemos y hablamos más de lo conveniente. 

viernes, 31 de octubre de 2014

Fulbotopias, la revolución encartada

Hola Claudio, ¿cómo andas?, soy Federico de La Plata. La ultima vez quedamos en ir a pescar  a la isla Paulino, en Berisso, pero la sudestada nos cagó la joda.  Hoy te escribo porque me sucedió algo muy raro, vos tenés que ver; no se sí es una broma o qué.



Como habrás visto,  las veces que viniste a matear a casa, o a tomar unas birras, tengo todos los rincones repletos de libros, revistas, carpetas, papeles… Resulta que ayer domingo, luego de corregir los parciales de la escuela de psicología social de Gonnet,  me puse a buscar unos apuntes sobre un argumento épico que escribí hace muchos años, donde una especie de Connan era el protagonista, y juro que es el argumento de Games of Trones. Y lo que encontré me dejó absorto, muy cerca del horror: una carta tuya, una muy rara. Esta escrita de tu puño y letra pero con fecha en el futuro.  No se si es una joda que vos me has hecho, quiero pensar que sí. Espero que la hayas escondido entre las pilas de apuntes y notas en tu última visita, como tendiéndome una emboscada para que yo la encuentre alguna vez. Esa vez fue el último domingo.



La carta, como decía, está fechada en el futuro, dentro de unos cincuenta y seis años: 2070. En ella me decís, porque está dirigida a mi persona, que todo ha cambiado drásticamente en el mundo a raíz de  una crisis sanitaria, producida por  una epidemia africana; más la crisis del capitalismo europeo. Y el detonante de todo es cómico, curioso y bizarro: el trágico episodio que protagonizó Messi en la final del mundial de Rusia 2018, cuando volvió del entre tiempo con las fauces repletas de merca y una M-60 colgando de sus brazos, y acribillo a tiros al seleccionado de Alemania, al de Argentina y a toda la Comisión Directiva de la FIFA, para luego pegarse un tiro.

“La masacre de Lio”, o “la final negra” como se la conoció, fue televisada masivamente a todo el mundo, del mismo modo que se televisaron todos los partidos. Millones de espectadores fueron testigos del horrendo y bizarro episodio. El impacto mediático fue tan grande, contás, que las masas proletarias y populares lograron entender el hondísimo daño que había producido el capitalismo financiero internacional en un pibito que a fuerza de jeringazos en las piernas y voluntad logró torcer su destino hasta convertirse en el diez de la selección nacional. Las gentes del orbe entero comprendieron entonces,  a través de las sangrientas imágenes transmitidas en HD, cómo la guita había estropeado al mágico pibe. Tan fuerte y triste fue lo visto que las defensas inmunológicas de la población cayeron a niveles peligrosísimos, haciendo que la peste africana arrasara con el 40 % de la población mundial.



Lo que surgió luego del amargo transito fue una crisis política y social sin precedentes. Ponés como analogía la crisis que sufrieron los pueblos originarios en América cuando la llegada del europeo. Aun así no lo puedo imaginar. Luego de tal sismo se constituyó un nuevo régimen fundado en la pasión más pura y genuina del pueblo. Bajo la consigna “nunca más el capitalismo arruine a los pibes” se fundó un orden revolucionario, que intentás explicarme en la extensa carta. Me quedo con el nombre que usas para llamar al nuevo régimen: “las fulbotopias”. Decís que ya no existen los países, que sólo hay fulbotopias, lugares fulbolisticos que están organizados en base a un territorio que rodea a un estadio; como la vieja plaza del pueblo, alrededor de la cual se encontraba la taquería, la iglesia, el banco etc… En las fulbotopias encontramos un estadio en el centro y la unidad política es lo que se organiza a su alrededor. 



La organización política nacional se ha disuelto en ligas, ya no mas países, sino ligas de las que participan las distintas fulbotopias. Las ligas son regionales; nombras algunas, por ejemplo: la del Rio de la Plata, la del Litoral, la Cuyana, la del Antiplano. Algunas de estas ligas están federadas en una supra regional y esta entidad es lo más parecido a lo que nosotros llamamos país. Ya no mas Argentina, Brasil, Uruguay, Chile…



Lo que puedo interpretar de tu crónica del futuro es que el pueblo se ha cansado de que el fulbo sea la sierva del capital financiero. Ya no mas negocios con el arte más puro y prístino. Me hiciste acordar de la Esparta antigua, esa cultura particular que disponía todos sus recursos y fuerzas para la guerra. También me acordé de la Europa medieval y su centralidad religiosa, definiendo el sentido completo de la vida. Entonces me di cuenta qué es el mundo que me pintas en la carta. El mismo lugar que tenia la guerra en Esparta, o la religión en la Europa medieval, lo tiene el fulbo en ese mañana que relatas. En el centro de todo el fulbo. 

Sí, una sociedad en la cual el fulbo es el alfa y omega, que organiza la vida, el comercio y la religión. Ya veo venir a los que dicen que no hace falta un futuro fantástico para encontrar al fulbo en el centro de la maquina significadora; pero no queridos, no es así; el fulbo hoy es insumo para otra cosa que organiza nuestras vidas: el capitalismo financiero internacional. Que a pesar de la dominación que ejerce el capital sobre el fulbo, este siga apareciendo, y pareciéndonos, central y autónomo, quiere decir de la importancia sustancial del mismo para los ánimos de la masa, de lo hondo y genuino que es para el pueblo. 




De ese capitalismo se cansan los pobres y trabajadores del futuro, y el punto de inflexión es la pulga reventando a tiros a los jugadores más caros de la historia, haciendo entrar en crisis a todos los bancos, aseguradoras, agencias de apuestas, grupos inversores, clubes de fulbo, carteles petroleros. Con una simple ametralladora, que supo entrar en el baúl de su Audi último modelo, al mejor estilo Heisemberg. El capitalismo financiero post moderno, que tanto se jactaba de su flexibilidad, de su poder de acomodamiento, jamás se recuperó del increíble golpe asestado por el Messias.



Me preocupa tu respuesta a esta carta. Una de las cosas que contás me hace sospechar en la veracidad de la misma, y es que no pintas un mundo donde todo está bien. Por ejemplo, siguen existiendo las guerras, pero ellas se dirimen de un modo bien distinto al nuestro. Cuando una fulbotopia invade a otra, hay piñas, corridas y piedrazos, se afanan las banderas, pero lo que decide la suerte del enfrentamiento es un partido que se juega en el estadio de la fulbotopia invadida. Me sorprenden los móviles de estas nuevas guerras, por ejemplo, aquella que se originó cuando una liga mesopotámica invadió la banda oriental para lograr el control de cierta área geográfica desde la cual, era bien sabido, surgían buenos marcadores centrales. Ya no guerra por petróleo, oro, o minas de carbón, el nuevo recurso estratégico es el humano, el lúdico, el deportivo… interesante.



Lo que no puedo imaginarme cómo es eso de planteles de primera división hipermasivos, de doscientas cincuenta personas. No han sobrevivido los Estados Nacionales pero sí los Clubes de Fulbo. No comprendo cómo es esa cotidianidad donde hay fechas de primera división todos los días, menos los domingos, (naturalmente, en conmemoración del día en que se jugaban los partidos cuando el capital dominaba la vida social y corrompía al preciado fulbo). Tampoco me puedo hacer la idea de un mundial por año. Y lo más sorprendente es que se haya prohibido de modo tajante todo negociado relativo a su televisación. No más “Futbol para todos”, sino fulbo de todos. Está terminantemente prohibida la transmisión de los partidos.  Por lo que contás, los Estadios son bastante más importantes en tamaño y significancia. No sólo se encuentra en ellos la sede del gobierno local sino que pueden albergar hasta ochocientos mil espectadores, impactante.



Otra de las cosas sorprendentes es que ya no existe la escuela, al menos, como la conocemos. Desde chicos, los niños y las niñas, van a institutos públicos donde aprenden a jugar al fulbo, a dirigir técnicamente, o ser árbitros. Entre paréntesis, me quedo absolutamente tranquilo con que no haya la tecnología suplido al factor humano arbitral; me reconforta.

Ojala pueda encontrar la foto que decís mandarme en la carta:  la estatua colosal que han erigido donde antes estaba el obelisco, en la cual D10S lo toma en brazos al Messias, perdonándolo por los crímenes de aquella final y recordándole a las masas el poder de corrupción que tiene el capital sobre el fulbo… Me gustó la frase que han tallado en su base “el oro nunca debió dejar de ser el sudor de los dioses jugando fulbo; todo comenzó a andar mal cuando se fundió para acuñar moneda”.



Espero con ansias tu respuesta inmediata, vernos pronto para analizar el documento. Podemos vernos en casa o voy para la Capi. Carne asada mediante.

Abrazos

Federico.





miércoles, 8 de octubre de 2014

Cover de Ezequiel Martinez Estrada: el cuchillo


El cuchillo va escondido porque no forma parte del atavío sino del cuerpo mismo. Participa del hombre, de su carácter, más que de indumentaria.

Es un adorno intimo, que va entre las carnes y la ropa, algo que pertenece al fuero privado, al secreto de la persona, y que sólo se exhibe en los momentos supremos; pues es también una manera de arrancar una parte recóndita y de arrojarla afuera. Exige el recato de la pija, a la que se parece por similitudes que cien cuentos obscenos pregonan; quien muestra el cuchillo sin necesidad es un pendejo.

El duelo a cuchillo presupone intimidad, excluye al testigo y al que quiere interceder para separar.




No tiene, por completo, la forma de un arma, porque si falla es porque falla el brazo, y la eficiencia de su punta depende de la seguridad que posea en sí mismo el que hace el lance. El cuchillo es la punta de acero donde concluye el ímpetu.

Ninguna arma da tanta fe en sí mismo después de la victoria. El vencedor siente que la victoria es más del mango que de la hoja metálica. El tajo certero puede gloriar toda la existencia de quien lo aplica. Siempre recordó Necochea la vez que, atravesando una tropa enemiga, a caballo y en pelo, cercenó hasta la columna vertebral, que era proeza en el arte del degüello, a un godo que se le enfrentó.

El cuchillo en la vaina está fuera del mundo real; esta reposando, aunque nunca lo hace completamente. Tiene el sueño enigmático de los felinos. Debajo de la almohada es el perro fiel y en la cintura el ojo en la espalda que mira con sospecha. Es más que el dinero en el bolsillo y la mujer en la casa. Es el alimento en cualquier lugar, reparo del sol y de la lluvia. Da tranquilidad en el sueño,  confianza cuando se transitan malos caminos, seguridad en sí mismo. Es lo único que va a seguir estando con uno cuando todo se vuelva en contra. Lo que basta para probar la fama y la legitimidad de lo que se posee.



En manos del obrero es instrumento de justicia y libertad. Según Alberdi el individuo que lo porta “lleva el gobierno consigo”. No en vano cuchillo significa derecho de gobernar y de juzgar.

Por medio del cuchillo clavado podemos percibir, a través del brazo, el estertor de la víctima. Y por la sangre que moja la mano, la agonía tibia, el derrame de la vida del otro, y la afirmación de la existencia de uno.

Sirve, naturalmente, para subrayar la razón, para hablar con sinceridad.  En las manos infantiles del niño y de la mujer, es dócil para la tarea domestica. Corta el pan y monda fruta. Pero cuando se conoce el secreto de su manejo, de la esgrima, es peligroso. El conocimiento del arte cisoria es fatal, como lo es el arte de hacer un buen verso; se llega por uno y por el otro, (cuchillo y verso) a lugares insospechados; incluso donde no se quería llegar.



Sirve para matar, y particularmente para matar al hombre, eliminando la impuridad por alejamiento que permite el arma de fuego. Es la síntesis de todas las herramientas que manejó el hombre desde sus orígenes. Ameghino encontró cinco clases de cuchillos distintos, de piedra, en nuestra pampa.

Es la única arma que sirve para ganarse el pan con humildad y la que en el rastro de sangre adherida denuncia el crimen. Es en ocasiones más rápida que el insulto, y muy difícil de medir, o graduar en la agresión, porque cuando el alma puede retractarse, la mano ya cumplió el primer impulso inconsciente; por lo cual diríamos que resulta más veloz que el pensamiento.

Cuando entra en un cuerpo lo hace hasta chocar el puño. Ese contacto que bastaría para perdonar, indica lo consumado sin remedio.

La espada tiene su escuela y su estilo. El cuchillo es intuición y autodidacta. El maestro no puede enseñar nada al discípulo, todo se aprende con el ejercicio, si se posee el don y el coraje.



El cuchillo no admite el simulacro. Tirar cuchillos como exhibición es una boludez. Repugna al índole del arma, en cuanto debe soltarse de la mano. Todo ello es extraño a su naturaleza.

En el combate no hay fría racionalidad, sino golpe de vista, intuición. El lance depende de lo que brota en cada instante, es una gambeta.

Puede llevarse entre las ropas y entonces adquiere el merito de un amuleto junto a la carne. Participa de lo mágico. Su fidelidad se siente paso a paso en la marcha pedestre y es la compañía de la pierna. Se lo lleva en la cintura que es la altura del cuerpo en que los brazos descansan con naturalidad. Al costado va el ancho y corto que es el de desollar. El que se lleva a la espalda, insinuándose debajo de la ropa, agazapado, es el peligroso, el prohibido.

Es raro el suicidio con él; no se vuelve contra el amo, como puede hacerlo un perro; que es lo que más se le parece. Cuando dos se saludan, y hay confianza, amagan a extraerlo.

Golpeando de plano significa una ofensa. Cuando un perejil boquea puede usarse para tatuarlo en la mejilla o en la frente, como la marca que se le pone a la hacienda o al esclavo. Esto indica un nivel elevado en el arte de su manejo.



El golpe con el filo, el hachazo, indica desprecio; es así como el peón hiere al patrón, o el gaucho al extranjero. 

jueves, 18 de septiembre de 2014

Fascismo práctico actual, su vitalidad


Dejo escrita una regla del pequeño universo que pretendo representar aquí: todo lo existente emerge dinámico y difuso hasta convertirse en cristal, en cosa.

1)
Nos acostumbramos a pensar en el fascismo como una cosa, como una entidad, que puede devenir partido, liturgia, bandera. En el universo político actual todos están advertidos y a la defensiva respecto a la cosa-fascismo. Ninguna organización política, salvo los explícitamente fascistas, (como Partido del Nuevo Orden Social Patriótico, Juventud Vanguardia Nacionalista, Bandera Vecinal, La Passaponti, Partido Alternativa Social, Bastión, Squadristas, etc…) va a tolerar una insignia, consigna o bandera que se aproxime siquiera a la liturgia de ultraderecha.

Los partidos son cosas cuyas fronteras se cierran ante cosas. La piel del partido puede detectarlas, nutrirse de ellas, dejarlas pasar, impedir su tránsito. Puede con la piel cerrarse, aislarse, o abrirse para dejarse transir. Pero siempre respecto de cosas, entidades frías, cristalizadas, definidas, cosificadas.

¿Qué pasa cuando estamos frente al fascismo-práctica, al fascismo emergente, dinámico, móvil? Existe un modo distinto de ser del fascismo-cosa. Unas prácticas, algo dinámico, con una racionalidad singular. 
Cuando observamos éste modo de ser, no cosificado, podemos afirmar que todos los partidos políticos existentes son susceptibles de ser infiltrados por el fascismo práctico. Incluso las organizaciones progresistas.

En términos de corrección política, las ideologías  llamadas totalitarias, (fascismo, nazismo, estalinismo) son el demonio. El partido-cosa está alerta frente a los totalitarismos. Sostienen un patrullaje y control sobre sí mismos, y sobre los otros actores del escenario, a la búsqueda de alguno que pise el palito para  iniciar purgas y denuncias.


2)
En tanto cosa política el Estado de Israel mantiene una activa militancia contra la cosa facismo/nazismo. Pero en el modo de abordaje del conflicto en Gaza su accionar fue prácticamente fascista.

Si los partidos, y cristalizaciones de ese tipo, siguen buscando y patrullando a la búsqueda de entidades fijas, no van a ver la infiltración que han sufrido. El fascismo en clave práctica se ha instalado, se ha desparramado por las organizaciones gubernamentales. Tiene una historia larga en las instituciones que afectan la función de gobierno. 



3)
El fascismo práctico no ocupa masivamente el espacio político asaltado. Sólo toca unos pocos puntos, los mínimos necesarios (que pueden ser muchos), para sostenerse y cumplir su función de control y represión social. Sin liturgia, sin consigna, ni bandera o estandarte, el fascismo-practica, el fascismo dinámico, puede operar desde adentro de cualquier cosa-política.

Por ejemplo: siendo el Estado una entidad con múltiples recursos y herramientas, y existiendo un "delito" producto de una crisis social, la única vía de resolución propuesta es la violencia. Si, vos Estado, resolvés los conflictos sociales a los palos, a los balazos, y con topadoras, entonces sos, en ese punto, fascista.  Si hay topadoras, si hay desalojo, hay una práctica fascismo, un modo fascista de abordar los problemas del ejercicio del gobierno.

El arte de gobernar debe ser extremadamente complejo. Las fuerzas resistentes van elaborando, cada vez, nuevas formas, nuevas dinámicas. 
Esto demanda iniciativa constante para no caer en la ecuación de poder más sencilla: la violencia bruta de las cosas. La violencia que significa renunciar a la palabra e imponer una reja, un cerco, un palo, una goma dura lanzada en dirección a uno a gran velocidad. Un químico en forma de chorro o humo, que te hace llorar los ojos y arder toda la cara; o te impide respirar. La violencia que significa unas topadoras y equipos de demolición, protegidos por un grupo de hombres entrenados y uniformados, dirigidos y formados en la disciplina militar, que pueden reprimir legalmente. 

Un delito ¿justifica el fascismo? ¿es el fascismo el único modo de resolver un "delito" producto de una crisis social en materia habitacional? ¿es lo mismo el delito de usurpación de tierras, destinadas a la construcción de viviendas sociales, que un delito violento como el robo seguido de lesión o muerte?

4)
Derribar barrios enteros con obuses, misiles y bombas se parece en algo a derribarlos con topadoras. Esta salvaje comparación deja intuir un punto de convergencia de ambos episodios. Los grados de conflictividad no tienen nada que ver. En un caso hablamos de impunidad total para matar civiles y en el otro, nadie toleraría una masacre durante el desalojo. Pero la racionalidad que orienta las practicas estatales, durante estos conflictos, es una racionalidad fascista. El otro, el desplazado, fue desapalabrado. Su palabra no vale nada, es un ser viviente que debe ser corrido de ahí. 


5)
Para terminar, una advertencia sobre el sentido. 

Podemos ponernos a discutir el sentido de las palabras o el de las practicas. No importa la manera de llamar a eso que yo nombré fascismo. Eso es una práctica existente que define a la política, sin importar como la llamemos. El gobierno que tiene frente a sí, un abanico de opciones y usa la violencia, de modo sistemático, es un fascista, o cómo quieran llamarle.

El uso sistemático de la violencia represiva, implica cierta fatiga en el arte de gobernar bien. A esas practicas represivas, a la lógica que las elige una y otra vez como herramienta de gobierno, yo llamo fascismo práctico contemporáneo.   

viernes, 22 de agosto de 2014

Nieto 114 y los políticamente GORE

El 5 de agosto del 2014 apareció el nieto de Estela Carlotto, Guido. Para muchos fue una inmensa alegría genuina. Para otros, la oportunidad de posicionarse políticamente en el escenario. 

Sabemos que se puede ser políticamente correcto, por ejemplo Rodríguez Larreta escribió en su Facebook (él o un gosth rider, da igual), “Hoy es un día histórico. Hay una abuela que recuperó a su nieto. Felicidades para la familia Carlotto”. 

Pero como uno es uno mismo y su entorno, o sus condiciones, los comentarios subyacentes denotan el carácter impostado del funcionario PRO. Renglón seguido, un simpatizante agrega: “Nada para festejar, nada de histórico....HOY PADRES SE QUEDARON SIN SU HIJO PORQUE SE LO MATARON SALIENDO DEL GIMNASIO, Y NADIE ENCONTRO AL ASESINO.......LA HISTORIA ES OTRA COSA”. Trescientos veinte me gusta!!! Y no es un comentador aislado, otro agrega: “larreta por favor, soy ultra PRO y te admiro.. pero si ustedes tambien van a apoyara a los asesinos montoneros , chau pro !”. Así cuatrocientos setenta comentarios más, todos del mismo calibre.





Maria Eugenia Vidal también comentó: “Hoy los argentinos nos emocionamos con Estela y su nieto. Ella nunca bajó los brazos y hoy llegó ese momento que tanto soñó.“ a renglón seguido “ES UNA DE LAS MENTIRAS MÁS GRANDE DE LA HISTORIA......!” De estos le siguen ciento cincuenta y cuatro más.

La gente de a pie que comenta en una red social está exenta de ser políticamente correcta. Un comentario como cualquiera de los vomitados por los seguidores anónimos puede significar un verdadero infierno mediático para un funcionario o candidato. Larreta y Vidal eligieron el estrecho margen de los políticamente correctos; otros de su palo prefirieron no emitir juicio alguno.

Existen otras posibilidades. Se puede ser políticamente incorrecto, producto de una torpeza o descuido. Como cuando Binner twitió "Obvñzfhnhxds"; o por un error de calculo o arrebato de calentura; ahora recuerdo los dichos de Carrió sobre el velatorio de Néstor, “fue armado por Fuerza Bruta”, o los de Sanz, sobre la Asignación Universal por Hijo, “se va por la canaleta de la droga y el juego”; o la piña que le pegó D´Elia a un ruralista durante los conflictos del 2008.

Más allá de la etiqueta de la política electoralista, o su infracción, existe un territorio oscuro y tenebroso que se propaga en las redes sociales; son los políticamente Gore. El gore  aparece como género para clasificación de películas. Por ejemplo, las películas pornográficas son para mayores de 18, las gore para mayores de 21. En ellas aparecen, producto de efectos especiales, o no, mutilaciones, suicidios, accidentes, fusilamiento, ejecuciones de todo tipo, etc. Ese es el registro de las llamadas películas splatter o cine gore. Permítanme el desplazamiento de sentido para clasificar posiciones políticas en lugar de películas. 



El mundo de lo políticamente gore es tremendo. Uno de sus tópicos dice que el nieto 114 es una pantalla del gobierno para tapar el momento difícil del país. Pero no se quedan allí, la recuperación de nietos sería una estrategia recurrente del gobierno para tapar cada momento difícil. Así lo detallan: Agosto de 2014 aparece Guido Carlotto en medio del default; en agosto de 2013 aparece Pablo Laschan un día antes de la marcha del “8-A”; en octubre de 2012, María Mercedes Moreno en medio del paro y la protesta de gendarmes y prefectos; agosto de 2012, Pablo Javier Gaona Miranda, el día que el Gobierno interviene Ciccone; agosto de 2011, Laura Reinhold Siver, días después de que Zaffaroni reconoció tener una cuenta en Suiza; abril de 2011, Ricardo Horacio Klotzman, el día después del discurso de Bergoglio sobre “la necesidad del diálogo y evitar la crispación”.

Agudo hermeneuta; se le escaparon un par de detalles menores: que los represores apropiaron más de quinientos niños en operativos y salas de torturas; y que en este país la estabilidad política es frágil y el activismo febril.

Habría que preguntarle qué buscó ocultar el gobierno con la resolución de los casos 111, 112 y 113... Mónica, Alicia y Laura, tres mujeres secuestradas, torturadas y fusiladas antes de dar a luz; cuyas identidades, y las de sus hijos, fueron resueltas el último 30 de abril. 

Como quieran, de nada sirve argumentar contra quienes tienen tal agudeza interpretativa y desde la más tenebrosa de sus elucubraciones llaman al Banco Nacional de Datos Genéticos la Fabrica de Nietos Recuperados.   

La identificación de personas vía información genética es un procedimiento novedosísimo que permite llegar tener un 99,9% de certeza. Pero para los tenebrosos gore se manipula el índice de abuelidad del mismo modo que el de inflación. 



La demencia y la idiotez se definen por  la ausencia de juicio, por la falta de criterio o racionalidad. Estos tipos no carecen de racionalidad, no son idiotas o imbéciles. Todo lo contrario, abusan del recurso argumentativo y la palabrería. Lo mejor de estos tipos es cuando argumentan, todo lo que dicen tiene una consistencia, todo cierra (sobre sí, pero cierra). Y tan cerrado está que no queda otra que la paranoia y la conspiración. Sus post explicativos son extensísimos. Es como si quisieran revocar lo irrevocable por medio del abuso a la palabra; una especie de conjuro muy largo para borrar eso que no tiene lugar en su coherencia obesa de frases.

Cerramiento extra racional, super argumentado, donde van eliminando los contactos que no concuerdan, los amigos que difieren. Van construyendo un circuito cerrado de sentido común densamente argumentado. ¿Vieron que las redes sociales tienen el riesgo de ir eliminando, dejando de seguir, de tener de amigo al que no piensa igual?. Entonces llegan a producirse verdaderos pequeños ecosistemas radicales. Ideologías auto sustentables que organizan el mundo circundante y la historia de tal modo que nada falle desde el argumento.

Leyendo sus argumentos, y padeciendo la densidad de los mismos, recordé un episodio de la historia de la ciencia. Resulta que el geocentrismo ptoloméico había mejorado en mucho el aristotélico. Pero seguía fallando en la predicción y explicación de movimientos de cuerpos celestes. Para dar en el clavo, los defensores del geocentrismo elaboraron una explicación  ad hoc llamada ecuante, una especie de movimiento en forma de rulo que hacían los planetas y estrellas. Por medio del ecuante los ptoloméicos lograban explicar aquello que no entraba en la coherencia geocéntrica. El costo de esta nueva explicación eran complejos y frondosos esquemas de órbitas con formas de rulos y garabatos. Complejidad que devino irrisoria cuando Copérnico tomó un catalejo para avistar barcos en el horizonte y lo apunto al cielo.



Pero los defensores del geocentrismo, obeso de explicaciones, no quisieron mirar el ADN, perdón, quise decir el lente. Que Laura Carlotto era estéril, que murió en un enfrentamiento en 1977 y Guido nació en 1978; que Guido es un militante K y todo esto de los nietos es una mezcla de cortina de humo y maniobra espuria para robarse los subsidios a víctimas del terrorismo de Estado. ¡No se imaginan qué densos y minuciosos son los argumentos qué explican lo inexplicable! 

Por mas verdad completa que reivindiquen los políticamente tenebrosos, o los tibios, que esgrimen la teoría de los dos demonios, nunca van a tener un caso de apropiación de nietos inverso; nunca vamos a ver en la portada de los pasquines y noticiosos un nieto apropiado por la guerrilla.