viernes, 31 de octubre de 2014

Fulbotopias, la revolución encartada

Hola Claudio, ¿cómo andas?, soy Federico de La Plata. La ultima vez quedamos en ir a pescar  a la isla Paulino, en Berisso, pero la sudestada nos cagó la joda.  Hoy te escribo porque me sucedió algo muy raro, vos tenés que ver; no se sí es una broma o qué.



Como habrás visto,  las veces que viniste a matear a casa, o a tomar unas birras, tengo todos los rincones repletos de libros, revistas, carpetas, papeles… Resulta que ayer domingo, luego de corregir los parciales de la escuela de psicología social de Gonnet,  me puse a buscar unos apuntes sobre un argumento épico que escribí hace muchos años, donde una especie de Connan era el protagonista, y juro que es el argumento de Games of Trones. Y lo que encontré me dejó absorto, muy cerca del horror: una carta tuya, una muy rara. Esta escrita de tu puño y letra pero con fecha en el futuro.  No se si es una joda que vos me has hecho, quiero pensar que sí. Espero que la hayas escondido entre las pilas de apuntes y notas en tu última visita, como tendiéndome una emboscada para que yo la encuentre alguna vez. Esa vez fue el último domingo.



La carta, como decía, está fechada en el futuro, dentro de unos cincuenta y seis años: 2070. En ella me decís, porque está dirigida a mi persona, que todo ha cambiado drásticamente en el mundo a raíz de  una crisis sanitaria, producida por  una epidemia africana; más la crisis del capitalismo europeo. Y el detonante de todo es cómico, curioso y bizarro: el trágico episodio que protagonizó Messi en la final del mundial de Rusia 2018, cuando volvió del entre tiempo con las fauces repletas de merca y una M-60 colgando de sus brazos, y acribillo a tiros al seleccionado de Alemania, al de Argentina y a toda la Comisión Directiva de la FIFA, para luego pegarse un tiro.

“La masacre de Lio”, o “la final negra” como se la conoció, fue televisada masivamente a todo el mundo, del mismo modo que se televisaron todos los partidos. Millones de espectadores fueron testigos del horrendo y bizarro episodio. El impacto mediático fue tan grande, contás, que las masas proletarias y populares lograron entender el hondísimo daño que había producido el capitalismo financiero internacional en un pibito que a fuerza de jeringazos en las piernas y voluntad logró torcer su destino hasta convertirse en el diez de la selección nacional. Las gentes del orbe entero comprendieron entonces,  a través de las sangrientas imágenes transmitidas en HD, cómo la guita había estropeado al mágico pibe. Tan fuerte y triste fue lo visto que las defensas inmunológicas de la población cayeron a niveles peligrosísimos, haciendo que la peste africana arrasara con el 40 % de la población mundial.



Lo que surgió luego del amargo transito fue una crisis política y social sin precedentes. Ponés como analogía la crisis que sufrieron los pueblos originarios en América cuando la llegada del europeo. Aun así no lo puedo imaginar. Luego de tal sismo se constituyó un nuevo régimen fundado en la pasión más pura y genuina del pueblo. Bajo la consigna “nunca más el capitalismo arruine a los pibes” se fundó un orden revolucionario, que intentás explicarme en la extensa carta. Me quedo con el nombre que usas para llamar al nuevo régimen: “las fulbotopias”. Decís que ya no existen los países, que sólo hay fulbotopias, lugares fulbolisticos que están organizados en base a un territorio que rodea a un estadio; como la vieja plaza del pueblo, alrededor de la cual se encontraba la taquería, la iglesia, el banco etc… En las fulbotopias encontramos un estadio en el centro y la unidad política es lo que se organiza a su alrededor. 



La organización política nacional se ha disuelto en ligas, ya no mas países, sino ligas de las que participan las distintas fulbotopias. Las ligas son regionales; nombras algunas, por ejemplo: la del Rio de la Plata, la del Litoral, la Cuyana, la del Antiplano. Algunas de estas ligas están federadas en una supra regional y esta entidad es lo más parecido a lo que nosotros llamamos país. Ya no mas Argentina, Brasil, Uruguay, Chile…



Lo que puedo interpretar de tu crónica del futuro es que el pueblo se ha cansado de que el fulbo sea la sierva del capital financiero. Ya no mas negocios con el arte más puro y prístino. Me hiciste acordar de la Esparta antigua, esa cultura particular que disponía todos sus recursos y fuerzas para la guerra. También me acordé de la Europa medieval y su centralidad religiosa, definiendo el sentido completo de la vida. Entonces me di cuenta qué es el mundo que me pintas en la carta. El mismo lugar que tenia la guerra en Esparta, o la religión en la Europa medieval, lo tiene el fulbo en ese mañana que relatas. En el centro de todo el fulbo. 

Sí, una sociedad en la cual el fulbo es el alfa y omega, que organiza la vida, el comercio y la religión. Ya veo venir a los que dicen que no hace falta un futuro fantástico para encontrar al fulbo en el centro de la maquina significadora; pero no queridos, no es así; el fulbo hoy es insumo para otra cosa que organiza nuestras vidas: el capitalismo financiero internacional. Que a pesar de la dominación que ejerce el capital sobre el fulbo, este siga apareciendo, y pareciéndonos, central y autónomo, quiere decir de la importancia sustancial del mismo para los ánimos de la masa, de lo hondo y genuino que es para el pueblo. 




De ese capitalismo se cansan los pobres y trabajadores del futuro, y el punto de inflexión es la pulga reventando a tiros a los jugadores más caros de la historia, haciendo entrar en crisis a todos los bancos, aseguradoras, agencias de apuestas, grupos inversores, clubes de fulbo, carteles petroleros. Con una simple ametralladora, que supo entrar en el baúl de su Audi último modelo, al mejor estilo Heisemberg. El capitalismo financiero post moderno, que tanto se jactaba de su flexibilidad, de su poder de acomodamiento, jamás se recuperó del increíble golpe asestado por el Messias.



Me preocupa tu respuesta a esta carta. Una de las cosas que contás me hace sospechar en la veracidad de la misma, y es que no pintas un mundo donde todo está bien. Por ejemplo, siguen existiendo las guerras, pero ellas se dirimen de un modo bien distinto al nuestro. Cuando una fulbotopia invade a otra, hay piñas, corridas y piedrazos, se afanan las banderas, pero lo que decide la suerte del enfrentamiento es un partido que se juega en el estadio de la fulbotopia invadida. Me sorprenden los móviles de estas nuevas guerras, por ejemplo, aquella que se originó cuando una liga mesopotámica invadió la banda oriental para lograr el control de cierta área geográfica desde la cual, era bien sabido, surgían buenos marcadores centrales. Ya no guerra por petróleo, oro, o minas de carbón, el nuevo recurso estratégico es el humano, el lúdico, el deportivo… interesante.



Lo que no puedo imaginarme cómo es eso de planteles de primera división hipermasivos, de doscientas cincuenta personas. No han sobrevivido los Estados Nacionales pero sí los Clubes de Fulbo. No comprendo cómo es esa cotidianidad donde hay fechas de primera división todos los días, menos los domingos, (naturalmente, en conmemoración del día en que se jugaban los partidos cuando el capital dominaba la vida social y corrompía al preciado fulbo). Tampoco me puedo hacer la idea de un mundial por año. Y lo más sorprendente es que se haya prohibido de modo tajante todo negociado relativo a su televisación. No más “Futbol para todos”, sino fulbo de todos. Está terminantemente prohibida la transmisión de los partidos.  Por lo que contás, los Estadios son bastante más importantes en tamaño y significancia. No sólo se encuentra en ellos la sede del gobierno local sino que pueden albergar hasta ochocientos mil espectadores, impactante.



Otra de las cosas sorprendentes es que ya no existe la escuela, al menos, como la conocemos. Desde chicos, los niños y las niñas, van a institutos públicos donde aprenden a jugar al fulbo, a dirigir técnicamente, o ser árbitros. Entre paréntesis, me quedo absolutamente tranquilo con que no haya la tecnología suplido al factor humano arbitral; me reconforta.

Ojala pueda encontrar la foto que decís mandarme en la carta:  la estatua colosal que han erigido donde antes estaba el obelisco, en la cual D10S lo toma en brazos al Messias, perdonándolo por los crímenes de aquella final y recordándole a las masas el poder de corrupción que tiene el capital sobre el fulbo… Me gustó la frase que han tallado en su base “el oro nunca debió dejar de ser el sudor de los dioses jugando fulbo; todo comenzó a andar mal cuando se fundió para acuñar moneda”.



Espero con ansias tu respuesta inmediata, vernos pronto para analizar el documento. Podemos vernos en casa o voy para la Capi. Carne asada mediante.

Abrazos

Federico.





miércoles, 8 de octubre de 2014

Cover de Ezequiel Martinez Estrada: el cuchillo


El cuchillo va escondido porque no forma parte del atavío sino del cuerpo mismo. Participa del hombre, de su carácter, más que de indumentaria.

Es un adorno intimo, que va entre las carnes y la ropa, algo que pertenece al fuero privado, al secreto de la persona, y que sólo se exhibe en los momentos supremos; pues es también una manera de arrancar una parte recóndita y de arrojarla afuera. Exige el recato de la pija, a la que se parece por similitudes que cien cuentos obscenos pregonan; quien muestra el cuchillo sin necesidad es un pendejo.

El duelo a cuchillo presupone intimidad, excluye al testigo y al que quiere interceder para separar.




No tiene, por completo, la forma de un arma, porque si falla es porque falla el brazo, y la eficiencia de su punta depende de la seguridad que posea en sí mismo el que hace el lance. El cuchillo es la punta de acero donde concluye el ímpetu.

Ninguna arma da tanta fe en sí mismo después de la victoria. El vencedor siente que la victoria es más del mango que de la hoja metálica. El tajo certero puede gloriar toda la existencia de quien lo aplica. Siempre recordó Necochea la vez que, atravesando una tropa enemiga, a caballo y en pelo, cercenó hasta la columna vertebral, que era proeza en el arte del degüello, a un godo que se le enfrentó.

El cuchillo en la vaina está fuera del mundo real; esta reposando, aunque nunca lo hace completamente. Tiene el sueño enigmático de los felinos. Debajo de la almohada es el perro fiel y en la cintura el ojo en la espalda que mira con sospecha. Es más que el dinero en el bolsillo y la mujer en la casa. Es el alimento en cualquier lugar, reparo del sol y de la lluvia. Da tranquilidad en el sueño,  confianza cuando se transitan malos caminos, seguridad en sí mismo. Es lo único que va a seguir estando con uno cuando todo se vuelva en contra. Lo que basta para probar la fama y la legitimidad de lo que se posee.



En manos del obrero es instrumento de justicia y libertad. Según Alberdi el individuo que lo porta “lleva el gobierno consigo”. No en vano cuchillo significa derecho de gobernar y de juzgar.

Por medio del cuchillo clavado podemos percibir, a través del brazo, el estertor de la víctima. Y por la sangre que moja la mano, la agonía tibia, el derrame de la vida del otro, y la afirmación de la existencia de uno.

Sirve, naturalmente, para subrayar la razón, para hablar con sinceridad.  En las manos infantiles del niño y de la mujer, es dócil para la tarea domestica. Corta el pan y monda fruta. Pero cuando se conoce el secreto de su manejo, de la esgrima, es peligroso. El conocimiento del arte cisoria es fatal, como lo es el arte de hacer un buen verso; se llega por uno y por el otro, (cuchillo y verso) a lugares insospechados; incluso donde no se quería llegar.



Sirve para matar, y particularmente para matar al hombre, eliminando la impuridad por alejamiento que permite el arma de fuego. Es la síntesis de todas las herramientas que manejó el hombre desde sus orígenes. Ameghino encontró cinco clases de cuchillos distintos, de piedra, en nuestra pampa.

Es la única arma que sirve para ganarse el pan con humildad y la que en el rastro de sangre adherida denuncia el crimen. Es en ocasiones más rápida que el insulto, y muy difícil de medir, o graduar en la agresión, porque cuando el alma puede retractarse, la mano ya cumplió el primer impulso inconsciente; por lo cual diríamos que resulta más veloz que el pensamiento.

Cuando entra en un cuerpo lo hace hasta chocar el puño. Ese contacto que bastaría para perdonar, indica lo consumado sin remedio.

La espada tiene su escuela y su estilo. El cuchillo es intuición y autodidacta. El maestro no puede enseñar nada al discípulo, todo se aprende con el ejercicio, si se posee el don y el coraje.



El cuchillo no admite el simulacro. Tirar cuchillos como exhibición es una boludez. Repugna al índole del arma, en cuanto debe soltarse de la mano. Todo ello es extraño a su naturaleza.

En el combate no hay fría racionalidad, sino golpe de vista, intuición. El lance depende de lo que brota en cada instante, es una gambeta.

Puede llevarse entre las ropas y entonces adquiere el merito de un amuleto junto a la carne. Participa de lo mágico. Su fidelidad se siente paso a paso en la marcha pedestre y es la compañía de la pierna. Se lo lleva en la cintura que es la altura del cuerpo en que los brazos descansan con naturalidad. Al costado va el ancho y corto que es el de desollar. El que se lleva a la espalda, insinuándose debajo de la ropa, agazapado, es el peligroso, el prohibido.

Es raro el suicidio con él; no se vuelve contra el amo, como puede hacerlo un perro; que es lo que más se le parece. Cuando dos se saludan, y hay confianza, amagan a extraerlo.

Golpeando de plano significa una ofensa. Cuando un perejil boquea puede usarse para tatuarlo en la mejilla o en la frente, como la marca que se le pone a la hacienda o al esclavo. Esto indica un nivel elevado en el arte de su manejo.



El golpe con el filo, el hachazo, indica desprecio; es así como el peón hiere al patrón, o el gaucho al extranjero.