jueves, 29 de mayo de 2014

A 30 AÑOS DE LA MUERTE DE MICHEL FOUCAULT




Corría el año1994, mes de junio. Estaba leyendo el página 12 y me había llamado la atención una nota sobre el filósofo francés Michel Foucault: se cumplían diez años de su muerte. ¿¡Cómo, qué  diez años, Foucault murió en 1984?! Estaba creído hasta entonces que Foucault era contemporáneo de Marx, Spencer y Darwin; de todos esos genios del siglo XIX. Quizás el libro de Umberto Eco, El péndulo de Foucault, y la existencia efectiva de  Jean León Foucault, en el siglo XIX, habían contribuido a la confusión. Como sea, el caso es que no solo me llamó la atención que haya sido actual sino las causas de su muerte: el tipo había fallecido de SIDA.

La nota de página 12 paneaba su vida: fue militante político, escribió en publicaciones de la cultura homosexual y sadomasoquista, había experimentado con todo tipo de drogas. En sus libros pensaba la locura, el castigo penal y la sexualidad. Uf, ¿quién era ese francés? Recordaba que en la biblioteca de mi viejo había visto alguna vez el primer tomo de Historia de la locura en la época clásica. Apenas llegué a casa busqué el libro y me puse a explorarlo… me rechazó al instante; no entendí nada.

Al poco tiempo empecé el CBC para la carrera de Antropología y ahí llovieron apuntes de él. Los leía con fruición. Aunque el estado de confusión seguía instalado. Ya no respecto de su identidad, ni del siglo en el cual había existido; pero sí respecto de su obra. Los  apuntes que me llegaban eran como fragmentos de un enigma, un patchwork de apuntes, un patch word: una charla de 1976, un artículo de una revista, un capitulo de un libro, un debate en una mesa redonda… casi todo hablaba del poder, de la cárcel, de Nietzsche, del marxismo. No había orden, ni coherencia, entre los fragmentos del pastiche. En todas las materias te daban algo para leer, sin anclar el artículo en un todo mayor, en su obra, o en un marco histórico. Creo yo que el motivo de la falencia radicaba en que era tan potente lo que decían esos textos que poco importaba su contexto.

Tiempo después, impulsado por necesidad laboral, decidí estudiar su obra. Primero debía desenmarañar ese lío. Cuando uno no sabe sobre algo es bueno preguntarle al que sí. Identifique las materias, talleres  y seminarios que trabajaban la obra en las distintas facultades, (UBA, UNLA, UNQUI) y comencé a cursar de oyente. En las respectivas bibliotecas fui acopiando monografías, libros, biografías, compilados de revistas. Estaba servida la mesa sólo había que leer.

Me llevó un largo tiempo de lectura y estudio, y al fin la galleta se deshizo y quería contarles algunas curiosidades de la obra de Michel Foucault que pueden servirles. Aquí no hay esoterismo teórico: dos son los textos claves para el entendimiento: Las vidas de Michel Foucault,  de David Macey, y Lectura de Foucault de Miguel Morey. El resto es la bibliografía del autor.


Tensión

No quiero escribir al estilo wikipedia. Me gustaría poder transmitirles mi experiencia en el contacto con la obra. Queda planteada la tensión entre lo biográfico del autor y mi experiencia personal.

Mucho tiempo creí que su primer libro era Historia de la locura en la Época Clásica, de 1961. Pero no, fue Enfermedad mental y personalidad de 1954. Por alguna razón el autor renegó de este libro. En 1962 lo reescribió completamente para la segunda edición y en 1966 prohibió nuevas reediciones. Intentó fallidamente impedir su traducción al ingles en 1976.

Historia de la locura fue su tesis de doctorado en psicología. Por entonces no existía la carrera de psicología. Así que tenías dos caminos: o hacías la carrera de medicina, o la de filosofía, y luego te especializabas en psicología.  Yo creo que el Foucault de la década del 70 podría haber escrito el mismo libro con la mitad de palabras y la mitad del rebusque literario. 

HDL es un libro largo y difícil; pero una vez que se ingresa en su coherencia es muy bello. El relato inicial de la nave de los locos, las crónicas de la noche de El Gran Encierro en Paris, la bizarra y extraña lista de personajes que se podía encontrar en Las Casas de Encierro, el Gran Miedo y la convocatoria a los médicos para el control de los espacios cerrados, y la refutación del supuesto acto filantrópico de Pinel. No les voy a contar aquí todo el libro. No terminaría nunca este texto. Sólo un comentario respecto de esto último, la liberación de los locos y la filantropía de Pinel. Supuestamente, así lo relataba la psiquiatría, con anterioridad al asilo psiquiátrico, los locos eran encerrados, en condiciones inhumanas, junto con los criminales. Llegó Pinel a las casas de encierro y liberó a los locos de las cadenas. Pero Foucault dice que, detrás de la supuesta filantropía, lo que subyacía era una cacería política de aristócratas, que se hacían pasar por locos para zafar de la guillotina revolucionaria. Así que no tanto humanismo sino fina mirada médica para encontrar las cabecitas que cortar.


Los momentos de la obra

Suele referirse a los distintos momentos de la obra de un autor: el joven Marx, el primer Freud, el último Lacan. Cuando conocí a Foucault parecía que la obra había tenido un único momento y en él sólo había escrito sobre el poder. Toda hacía referencia a ello. Pivoteaba en la locura, en la sexualidad, en la cárcel, en la historia; pero siempre, el hilo, volvía al poder. Fue en un libro de Deleuze, que se llama Foucault, donde encontré las pistas. Allí menciona tres momentos: del saber, del poder y de la ética o el sujeto.

Primera época, llamada: la Arqueología del saber. Los libros: 1961, Historia de la locura en la época clásica; 1963, El nacimiento de la clínica; 1963, Raymond Roussel; 1966, Las palabras y las cosas y 1969, Arqueología del saber. El primero, segundo y cuarto libro son aplicaciones particulares de su método Arqueología del saber. Los podemos definir respectivamente como: una arqueología de la Psiquiatría, una arqueología de la Medicina Clínica y una arqueología de las Ciencias Humanas, o del Estructuralismo. Luego de la publicación de  Las palabras y las cosas la reacción contra Foucault fue tan basta que el autor se dedico a sistematizar su método, lo que arrojó el denso y complejo libro, Arqueología del Saber.

Como ven, uno de los libros se sale de la serie de las arqueologías: Raymond Roussel, publicado al mismo tiempo que El Nacimiento de la clínica. Raymond Roussel vivió entre 1877 y 1933; era francés, excéntrico y millonario. Escribió novelas y obras de teatro. No recibió en su época atención de los críticos, ni del público en general; a excepción de los surrealistas. Murió en total soledad, en un confuso episodio: no se pudo determinar si fue suicidio o asesinato. A partir de 1954 surgió un repentino interés por Raymond. Foucault conoció su obra en 1957 y a partir de entonces se las arregló para ir consiguiendo los distintos ejemplares de su obra.

La decisión de publicar de manera conjunta el Nacimiento de la Clínica y Raymond Roussel, en 1963,  indica el interés que tenía Michel por dar una  imagen de intelectual multidisciplinario; que podía circular por ámbitos de cierta complejidad filosófica, pero también por los grupos de la vanguardia literaria francesa. La revista Tel Quel, fundada en 1960 por Philippe  Sollers y Jean Edern Hallier, se encontraba en su vórtice. Era una publicación de crítica y teoría literaria; por sus páginas pasaron autores como Borges, Artaud, Hölderlin y Heidegger; recibió la colaboración de Roland Barthes, Umberto Eco, Julia Kristeva, Jacques Derrida,  Pierre Boulez, Bernared-Henri Levy, Maurice Blanchot, entre otros. Foucault fue un colaborador ocasional de la revista y participó de los eventos a los que convocaba. De hecho en 1963 se organizó un coloquio en torno a la noción de novela, del cual resultó moderador. En términos generales intentaban romper con los cánones estéticos de los años 50 y diferenciarse del realismo, representado por Edurado Sanguinetti y el llamado Grupo 63.



En este período nuestro autor publica sendos trabajos en las revistas literarias más renombradas de entonces: Critique, Tel Quel, La Nouvelle Revue Francaise, etc.. pero también goza de cierta fama en el circuito filosófico. Por ejemplo, uno de los textos que me llegó en forma fragmentaria es “Nietzsche, Marx y Freud, los maestros de la sospecha”. Se trata de un Coloquio en Royaumont, sobre Nietszche, entre el 4 y 8 de julio de 1964. Allí asistieron Pierre Klossowski, Giles Deleuze y Jean Wahl entre otros.

La ponencia de Foucault, brevemente, hace referencia a que los autores mencionados no inventaron ningún objeto nuevo de reflexión, respecto de sus antecesores inmediatos, sino que descubrieron, o fundaron, una dimensión nueva en los ya existentes. Este texto indica que, en 1964, ya estaba trabajando en el libro Las Palabras y las cosas.

Otro ejemplo es una parodia gráfica en La Quinzaine Littéraire de 1967, el picnic  estructuralista: Barthes, Levi-Strauss, Lacan y quien preside, Foucault.



(Nótese que en la caricatura, Michel, todavía aparece con pelo. El ritual de afeitarse diariamente la cabeza lo inauguró  cuando vivió en Túnez)

A principios de los 60, el estructuralismo se presentaba (de la mano de su padre, Claude Lévi-Strauss), como la vanguardia intelectual que prometía dar batalla al ya consagrado existencialismo sartreano, al vetusto marxismo y a cualquier corriente de pensamiento que se proclame humanista.  El punto álgido para Foucault, en esta guerra teórica, fue tras la publicación de Las palabras y las cosas; donde afirmaciones como “El marxismo se encuentra en el pensamiento del siglo XIX como pez en el agua, es decir, que en cualquier otra parte deja de respirar”, generaron duras controversias.

Por ejemplo, la novela de Simone de Beauvoir, Les Belles Images, tenía por protagonistas a un arquitecto y una publicista, representantes de la emergente burguesía de profesionales liberales, que tanto gustaba de leer el nuevo libro, Las Palabras y las cosas. Sartre, en una entrevista, se refiere al éxito del libro del siguiente modo: “… es una prueba suficiente de que había algo que la gente estaba esperando. Ahora, el conocimiento verdadero y original nunca es algo que la gente espere. Foucault da a la gente lo que necesita: una síntesis ecléctica en la que Robbe-Grillet, el estructuralismo, la lingüística y Tel Quel se usan uno tras otro para demostrar la imposibilidad de la reflexión histórica”. Sartre afirma, en L´Arc, que Foucuault pretendía “construir una nueva ideología, el último baluarte que la burguesía puede erigir contra Marx”.

En Les Temps Modernes lo impugnan como “positivismo desesperado” y en otra ocasión de “escepticismo historicista”. El Partido Comunista Francés denuncia  “la nueva ideología neonitzscheana” que responde a los intereses de clase, buscando enmascarar los caminos del análisis objetivo. En otros medios gráficos se acusa a Foucault de proporcionar a De Gaulle, y su tecnocracia, la nueva ideología que tanto les hacía falta.

Cansado ya de las críticas despiadadas, y del asfixiante mundo intelectual parisino, Michel se mudó al norte de África, a un pequeño pueblito alejado de Túnez: Sidi Bou Said; corría septiembre de 1966. De todas las críticas recibidas recogió dos: una de la revista Espirit y otra de Cahiers pour l´Analyse, publicación de Le Cercle d´Epistemologie, precedido por Jacques-Alain Miller. De la respuesta y del intercambio epistolar con las distintas publicaciones surgió un bosquejo de lo que luego sería Arqueología del Saber, publicado en 1969.

El autor pretende formalizar allí su método de análisis, y contestar a las acusaciones de inconsistencia epistemológicas de sus trabajos anteriores.  La verdad es que el libro Arqueología del saber resultó una desilusión para el público que lo seguía, y también para el que lo atacaba. El resultado es un texto denso y complejo, que deja de lado las imágenes y tramas novedosas que supo desplegar en Palabras y cosas. De hecho, estaba tan enfrascado en su trabajo y las discusiones, que sucedió el levantamiento estudiantil de mayo del 68 y le pasó por al lado.

Del libro cabe señalar, por su belleza, el párrafo final de la introducción, cuando dice “escribo para perder el rostro”; y el principio del primer capítulo: Las unidades del discurso, cuando hace referencia a Nietzsche y “los innumerables cuadernillos en los que cruza las anotaciones del lavado de ropa con los proyectos de aforismos”, en sus últimos días.  

Decía Hegel que el búho de minerva alza vuelo al anochecer, cuando el acontecimiento se había consumado; haciendo referencia a la llegada tardía de la sistematización filosófica. Por un bello azar la decimoséptima edición en castellano, de Arqueología, tiene por tapa un búho. 



Es que este libro tiene algo de póstumo, de fin de ciclo. De hecho entre su publicación, en 1969, y el  próximo libro, Vigilar y castigar, van a pasar seis años. Es que por entonces Francia había cambiado; el mundo occidental, y el capitalismo al estilo taylorista, estaba tocado de muerte; el sistema filosófico que era la Arqueología había llegado a un punto límite.


La vuelta a Francia, pos mayo del 68

Volvió a vivir a Francia en septiembre de 1968, dos años después de su partida. Este es el Foucault que nosotros conocimos, con su cabeza completamente afeitada. La vida cotidiana parisina se había politizado y Michel iba camino a ello también.

En este nuevo contexto aparece el Foucault militante y sus libros anteriores mutan. Entonces Historia de la locura es un libro y son dos. En un primer momento fue leído por un reducido círculo académico. Pero a partir de los textos, e intervenciones, de  David Cooper  y Ronald D. Laing en Gran Bretaña; y Franco Basaglia en Italia, el libro se transformó en bandera e insignia del movimiento antipsiquiátrico. El nuevo destino del libro, paradójicamente, lo sellaron sus propios “enemigos”. Fue durante finales de 1969, en un congreso de Evolution Psychiatrique¸ (la agrupación de psiquiatras más antigua de Francia) sobre el libro Historia de la locura, donde se acusó a Foucault de psiquiatricidio y de tratar a la locura con idealismo.  

En diciembre de 1968 se funda la universidad de Vincennes, y lo nombran a Foucault a cargo del departamento de Filosofía. Para llevar a cabo dicha tarea reúne un equipo de intelectuales: Michel Serres, Ethienne Balibar, Alain Badiou, Jaques Ranciere, entre otros.  En enero de 1969 estalla una protesta estudiantil en un colegio secundario, porque las autoridades prohibieron se proyecte un film sobre los sucesos del mayo del 68. Hubo represión policial y en consecuencia fue ocupada la Universidad de la Sorbona y de Vincennes. Foucault participó en las barricadas y enfrentamientos, y fue arrestado junto a 220 personas. En febrero de ese mismo año se realizó una manifestación contra la expulsión de 24 estudiantes por las protestas de enero. Ante una multitud de 3000 personas, los viejos enemigos teóricos, Sartre y Foucault, devinieron aliados políticos. Ambos compartieron el megáfono; no iba a ser la última vez.



En 1969 se funda la agrupación política  Gauche Proletrienne, donde participaba el novio de MF, Daniel Deferet. A raíz de ello Michel se distancia cada vez más de los vínculos literarios. Aunque no compartía la idolología maoísta de aquellos, eventualmente colaboró en su periódico La causa del pueblo

¿Qué es un autor? es una conferencia dictada en la Sociedad Francesa de Filosofía en febrero de 1969, donde se explaya sobre la noción de autor, trabajada en Arqueología del saber. Me sorprendió de éste texto, los distintos orígenes históricos de la noción de autor. Primero, cuando el discurso se hace políticamente peligroso, es requerido un autor, para poder castigarlo; y segundo, con la conversión del libro en mercancía, es requerido el autor para determinar quién gozaría de los beneficios económicos.

En abril de 1970 Michel Foucault fue nombrado, profesor del College de France, a cargo de la cátedra Historia de los Sistemas de Pensamiento. El College fue fundado en 1530. Es una institución muy singular. En primer lugar no pertenece al sistema universitario y goza de una mayor autonomía que cualquier universidad francesa. No cuenta con un claustro estudiantil, no otorga títulos o calificaciones; y todas sus clases son abiertas al público. El único requisito que tiene el profesor es producir una investigación original, y exponerla durante doce conferencias anuales. De allí surgió la prolífica producción de cursos foucaultianos que año a año renuevan el mercado editorial: 1970-1971: La voluntad de saber; 1971-1972: Teorías e instituciones penales; 1972-1973: La sociedad Punitiva; 1973-1974: El poder psiquiátrico; 1974-1975: Los anormales; 1975-1976: Defender la sociedad; 1976-1977: No dicto cursos por año sabático; 1977-1978: Seguridad, territorio, población; 1978-1979: Nacimiento de la biopolítica; 1979-1980: Del gobierno de los vivos; 1980-1981: Subjetividad y verdad; 1981-1982: La hermenéutica del sujeto; 1982-1983: El gobierno de sí y de los otros; 1983-1984: El coraje de la verdad. Aún quedan dos o tres por publicar; la mayoría de ellos ya circulan en español.

El 2 de diciembre de 1970 pronunció el discurso inaugural de la cátedra Historia de los Sistemas de Pensamiento, el cual es conocido entre nosotros como El orden del discurso. Comienza con un homenaje tácito a Samuel Becket, nombra a Borges en un momento, y termina con otro explícito a Dumézil, Hyppolite y Canguilhen.  Estamos en un momento bisagra dentro de la obra foucaultiana. Empieza a vislumbrarse la Genealogía del poder, a partir del llamado principio de exterioridad de los discursos: “no ir del discurso hacia su núcleo interior y oculto (…) sino ir  hacia sus condiciones externas de posibilidad”; o cuando se refiere a las descripciones criticas y las genealógicas. A todas luces este discurso está a caballo entre la arqueología y la genealogía.

Otro de los textos considerados bisagra esNietzsche, la genealogía y la historia”, de 1971. Entre nosotros circuló como parte de un compilado llamado Microfísca del poder. Pero originalmente fue publicado en un homenaje a jean Hyppolite, en 1971, que constaba de un conjunto de ensayos de varios autores. El compilado Microfísca del poder devino muy famoso por nuestros pagos. Editado por Julia Varela y Fernando Alvarez Uría, La Piqueta Ediciones, de 1979, está compuesto por una serie de textos heterogéneos: debates, el mencionado ensayo sobre Nietzsche, charlas del College, textos de revistas. Tengo en mi poder otro anillado, también de La Piqueta, titulado Saber y Verdad, que posee textos poco conocidos, pertenecientes al primer momento de la obra.


Grupo de Información sobre las Prisiones (GIP); 1971-1973.

La represión iba en aumento en Francia,  el grupo político maoísta La Gauche Proletarienne, donde militaba el compañero de Michel, había sido proscripto; sus dirigentes y los responsables editoriales del periódico, La causa del pueblo, estaban en prisión  por incitación a la violencia. Sartre se hizo cargo, nominalmente,  de la edición  del periódico para evitar su prohibición. Surge la agrupación Secours Rouge en apoyo a las victimas de la opresión y se desata una huelga de hambre masiva de los presos por causas políticas. A comienzos de 1971 los niveles de violencia eran elevados, en febrero de ese año se registraron ataques a comisarias con bombas incendiarias. En este contexto surge el GIP.



Estamos ya dentro del segundo momento de la  obra. Entre Arqueología del saber, 1969,  y Vigilar y Castigar, 1975, hubo silencio editorial. Foucault publicó manifiestos, dio conferencias, charlas; pero entre libro y libro pasaron seis años. Es el tiempo prudencial ante el cambio de época. Es cuando se hace la experiencia que luego se vuelca al texto. Y si se trata del texto Vigilar y castigar, la experiencia correspondiente es el Grupo de información sobre las prisiones (GIP).  El 8 de febrero de 1971, durante la fundación del GIP, Foucault pronuncia unas palabras: “ninguno de nosotros puede estar seguro de no ir a la cárcel. Hoy menos que nunca. El control policial de nuestras vidas se hace cada vez más estrecho”.

La base operativa del GIP era la casa de Foucault. De allí partía la correspondencia, se hacían las reuniones con ex presidiarios y con familiares, se imprimían volantes, se hacían las llamadas telefónicas. El grupo no seguía ninguno de los parámetros tradicionales de organización política. Su unidad no era ideológica sino que ocurría en la acción. No se puede determinar la cantidad de miembros, por la ausencia de afiliación o carnets, pero su capacidad de movilización oscilaba entre cientos y miles de manifestantes.
Materialmente, la tarea del GIP, era hacer llegar a los reclusos, de modo clandestino, encuestas donde puedan volcar su palabra respecto de las condiciones en los penitenciarios. No se trataba de representantes; el objetivo era que los reclusos hablasen por ellos mismos. Y el GIP sería el garante extra muros, para vencer los controles físicos y simbólicos, que ponían un bozal sobre los internos. La verdad es que los sucesos fueron mucho más allá. Pronto sucedieron revueltas y motines en todo el sistema carcelario francés; algunos trágicos. La crisis se extendió durante todo el año 1971 y parte del 72. En 1973 el GIP había dejado de existir.

Genealogía del poder, 1970-1976

En mayo de 1973 es invitado a Brasil, donde pronuncia una conferencia ya famosa entre nosotros: La verdad y las formas jurídicas; que no es otra cosa que un trabajo preliminar de Vigilar y Castigar. En los cursos del College sobre  la Sociedad punitiva (1972-1973) y El poder psiquiátrico (1973-1974) surgen los bocetos y maquetas para dicho libro, que lo hizo internacionalmente famoso. Foucault y su grupo de investigación abordan temas originales como la arquitectura de los hospitales, las políticas de salud del siglo XVIII, la profesionalización de la medicina, la medicalización de la familia y la infancia. Durante esas investigaciones conoce la obra de Jeremy Bentham y su proyecto arquitectónico, el panóptico. Recuerdo  la sensación cuando lo leímos por primera vez en un grupo de estudio: ¡¡¡hay que salir a prender fuego todo!!! Y eso fue lo que sintió la crítica y el público; quedaron shockeados. A finales de 1975 debió ser reeditado.

Con Vigilar y castigar, en sentido estético surge un nuevo Foucault. Ya no más el estilo complicado, barroco y oscuro. Ahora el autor quiere ser entendido, busca ser directo, apela a imágenes crudas. Abandonó la escritura compleja y retorcida del mundillo literario para lanzarse a la tribuna política y al mensaje claro. No sólo  conceptualmente estamos en otro momento de la obra, también estéticamente.

Vigilar y castigar es un gran libro, pero es sólo una pieza de una potente máquina de pensamiento que puede ser descripta como una triangulo, en cuyos vértices tenemos: Vigilar y castigar, 1975; Defender la sociedad, curso en el College de 1975-1976, y por último, Historia de la sexualidad I, de 1976. Este nudo representa álgidamente al Foucault genealogista. Respecto del curso Defender la sociedad suele existir un mal entendido pues circula también como genealogía del racismo. Son dos formas de llamar al mismo curso del College.

Historia de la sexualidad fue anunciado como el primero de una colección de seis volúmenes. Debo advertir al lector que los tomos II y III, publicados en 1984, nada tienen que ver con el plan original hecho público en 1976. Como ya mencioné, Historia de la sexualidad I es una pieza fundamental de la teoría del poder-saber, y los tomos II y III son fruto de otro momento de la obra; uno que orbita en torno del sujeto, la verdad y la ética.  

Historia de la sexualidad es fulminante, sigue la línea estética y argumental de Vigilar y Castigar, es claro y directo; el autor quiere ser entendido. Es corto, pero todo ahí es nuevo y provocador. Si Vigilar y castigar era un desafío lanzado a los historiadores del derecho y los profesionales de las leyes, este nuevo libro dispara contra el mundo psi. Los analistas y psicólogos, deberían leer Historia de la sexualidad I. Leerlo, soportarlo y entenderlo. Sin apresurarse  a estar de acuerdo o en desacuerdo; bancándose la provocación disparada cuando asocia el confesionario cristiano al diván del consultorio, o cuando reinterpreta el rol de la moral victoriana en la estrategia del poder moderno.

Entre las reseñas y críticas al libro encuentro un episodio que cabe destacar. Es el ataque que recibió Michel de parte de un joven filósofo: Jean Baudrillard. Este publicó un manuscrito titulado Olvidar a Foucault que logró enfurecer a su destinatario; aunque nunca contestó públicamente el desafío.

Otro título que ha circulado por nuestros pagos, generando cierto malentendido, es “La vida de los hombres infames”,  de 1977. Existe un compilado así titulado, de editorial Altamira, de 1996. Dentro de ese rejunte aparece La vida de los hombres infames; se trata del prólogo para un libro que Michel nunca escribió. En enero de 1977  la editorial Gallimard cierra un trato con Foucault: publicar los documentos encontrados en la Biblioteca Nacional y los archivos de la Bastilla. No iba a ser un libro de historia, sino una mezcla de ficción y ensayo. La idea era trabajar con lo que fue reuniendo, pero ahora el criterio de selección no respondía a un programa férreo de trabajo, sino  a “mi propio goce, mi placer, una emoción, la risa, la sorpresa, un particular escalofrío, o algún otro sentimiento que resulta ahora difícil de calibrar puesto que ya ha pasado el momento en el que descubrí estos textos”. La verdad que nunca se publicó tal libro, sólo se dio a conocer el prólogo.


Nuevo giro: los disidentes, los derechos humanos y la nueva filosofía

En 1973 se tradujo al francés Archipiélago Gulag,  del escritor ruso  Aleksandr Solzhenitsyn, quien relata su experiencia personal en campos de concentración soviéticos entre 1958 y 1967. En 1975 Andre Glucksmann publica el libro: La cocinera y el devorador de hombres, donde afirma la relación necesaria entre el marxismo y los centros de reeducación política soviéticos. En diciembre de 1976 Foucault es invitado al programa de televisión Apostrophes, dirigido por Bernard Pivot, para hablar sobre su último libro, Historia de la sexualidad. Pero Michel no mencionó ni una palabra de aquel sino que se refirió a otro libro: Un proceso ordinario en la URSS. Este hacía referencia al proceso espurio que sufrió Mijail Stern, medico endocrinólogo, al rechazar una amenaza de la KGB para que disuada a sus hijos de escapar a occidente. Por tales motivos Stern fue encarcelado. Pero la difusión del caso a raíz de la intervención en la TV, provocó un interés masivo por los disidentes soviéticos. Stern fue liberado en 1977 y expulsado a Francia.

En adelante se sucedieron numerosas proclamas, mítines y manifestaciones a favor de los disidentes del bloque soviético. Un fenómeno colateral fueron los nuevos filósofos: grupo de intelectuales emergentes encabezados por Bernard-Henri Levy; quien poseía habilidades empresariales y publicitarias, que redituaron en una gran exposición pública. Foucault estableció transitoriamente relación con ellos, a los fines de conseguir apoyo en las campañas a favor de los disidentes. Los nuevos filósofos no eran más que un grupo heterogéneo, síntoma del cruzamiento de los intelectuales con los medios masivos de comunicación. Pensadores gigantes como Deleuze lo advierten “Lo que me desagrada es muy simple: los nuevos filósofos están creando un martirologio…” y Ranciere agrega: “… solo veo el anuncio que marca la entrada de la filosofía en el estilo de discurso impuesto por el aparato de dominio del estado consumista”.



Foucault nunca formó parte completamente de los nuevos filósofos. Timoneó buscando su apoyo pero le desagradaba la exposición mediática de aquellos. El ataque a los marxistas, perpetrado desde el libro La cocinera y el devorador de hombres de Andre Glucksmann, metió de lleno a Michel en una guerra teórico política que lo distancio de viejas amistades, como Deleuze o Mauriac.

El nudo del problema residía en que los nuevos filósofos, Glucksmann y Foucault incluidos, sostenían que el campo de detención soviético, el Gulag, no habría sido posible sin el marxismo; y ponían en una misma bolsa a Franco, a Pinochet y al Gulag. Los intelectuales de izquierda, desde los moderados hasta los radicales no podían aceptar esa relación como necesaria.   

En septiembre de 1977 surgió una nueva controversia en torno al caso Klauss Croissant. Este era el abogado de la organización La Facción del Ejército Rojo, en alemán Rote Armee Fraktion (RAF); quien había huido de Alemania a Francia para pedir asilo político. A raíz de unas leyes de 1975, en Alemania Occidental, los defensores del terrorismo eran considerados terroristas. Croissant suscitó el  interés de la opinión pública francesa y el mundo intelectual. Pronto se orgnaizó un comité por la no extradición del abogado y nuevamente surgieron las diferencias que ya se habían manifestado en el caso Stern y el Gulag soviético.

Los intelectuales de izquierda, entre ellos Felix Guattari y Giles Deleuze, se pronunciaron en defensa de la RAF, denunciando al gobierno fascista de Alemania Occidental. Foucault y los nuevos filósofos se negaban a apoyar a una organización terrorista o a tratar al gobierno alemán como fascista.  El objetivo era lograr el asilo del abogado e impedir su extradición, sin apoyar a la RAF, ni a sus métodos, ni a sus tesis. Este nuevo caso sello la suerte de la a mistad Deleuze- Foucault.

El caso se perdió y el abogado fue extraditado de Francia; cuando se quiso impedir el traslado de Croissant, de la cárcel al aeropuerto, por medio de una manifestación, hubo una feroz represión en la cual Foucault fue ferozmente golpeado por la policía con el costo de una costilla rota.


Periodismo en Teherán

En septiembre de 1978 el periódico italiano Corriere della Sera anuncia que cuenta con un colaborador muy prestigioso, para su nueva sección “Michel Foucault investiga”. La sección no prospero; pero fueron publicados un par de artículos sobre la revolución iraní. En octubre y noviembre de 1978 viajó a Irán y pudo entrevistar a distintos actores del proceso revolucionario. Los artículos fueron publicados en el Corriere de Italia, y en Le Nouvel Observateur de Francia. La polémica estalló el 6 de noviembre cuando una carta de lectores, publicada en éste último, a nombre de Atoussa H. criticaba fuertemente el artículo por considerarlo una defensa del integrismo islámico, pre moderno y misógino.  La autora de la carta denunciaba que el fanatismo religioso era la pantalla para una opresión feudal.

El episodio más agrio para Michel provino cuando éste declaró que no habría gobierno de Jomeini, porque no había partido de Jomeini. Un año después de estas declaraciones, cuando el régimen revolucionario estaba fusilando a los viejos funcionarios, le echaron en cara aquellas palabras. Foucault contestó publicando una carta abierta al primer ministro Iraní, Mehdi Bazagran, que nunca fue respondida.


Nuevo giro en la obra: hacia el sujeto, la verdad y la ética

En julio de 1979 Michel conoce al bibliotecario de la Biliboteca de Saulchoir, Michel Albaric. Este, sabiendo los contratiempos que sufría aquel en la Biblioteca Nacional, lugar donde trabajaba diariamente, lo invita a conocer el nuevo establecimiento. Foucault quedó fascinado con la biblioteca de la Orden de los Dominicos; construida alrededor de un hermoso jardín, con un clima silencioso, visitada esporádicamente sólo por estudiantes religiosos, o gentes del clero. Desde entonces se convirtió en su lugar de trabajo diario y las colecciones allí disponibles determinaron la dirección de sus próximas investigaciones.



Luego de Historia de la sexualidad I, Foucault, se encontraba en la siguiente situación: editorialmente había contraído el compromiso de cinco volúmenes más sobre la historia de la sexualidad. En el primer volumen había llegado hasta las puertas del cristianismo y a su experiencia “de la carne”. Ahora se le plantaba la necesidad de hacer una genealogía del sujeto de deseo; la Biblioteca de Saulchoir resultaba el lugar adecuado para ésta tarea.

El cambio de dirección ens las investigaciones se puede chequear con los cursos del College: 1980-1981: Subjetividad y verdad; 1981-1982: La hermenéutica del sujeto; 1982-1983: El gobierno de sí y de los otros y 1983-1984: El coraje de la verdad.

Asistimos también a una nueva estética. Si en Vigilar y Castigar Michel nos ofrece un libro de pluma clara, sin floreos; cerrado, es decir, terminado para ser leído; los textos sobre la verdad, el sujeto, las técnicas del gobierno de sí, o la ética, están abiertos. Ahí se ve el proceso de investigación del autor, se puede seguir por donde va su cabeza. Muy parecido a Freud cuando escribe, Foucault, avanza, no en línea recta, y ello queda a la vista del lector. Historia de la sexualidad II y III, los artículos publicados, los cursos dictados no son tan claros y directos como en la etapa anterior; pero tienen una riqueza mayor, porque se ve el proceso de trabajo, de investigación, de pensamiento. Son de lectura difícil, pero una vez que se logra descifrar las claves del entendimiento la lectura avanza  abriendo nuevas líneas de investigación.



Comienza la década del 80 y Michel se encontraba bastante aislado en Francia. Las sucesivas peleas y el malestar con la industria editorial le hacían ver, cada vez más, con buenos ojos la costa oeste de Estados Unidos, en particular California. En octubre de 1979 conoció, en dicho lugar, a Paul Rabinow y a Humbert Dreyfus, con quienes entablo una solida amistad. De ella surgió un libro, apoyado en extensas entrevistas, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica. Lo bueno de este libro es que Michel tuvo oportunidad de revisarlo y le dio su consentimiento. En 1983 fue nombrado profesor de la Universidad de Berkeley, estaba a gusto trabajando allí.

Los temas tratados en éste período apuntaban a un objetivo claro: poder elaborar las bases para una nueva ética. Las últimas éticas conocidas habían sido elaboradas desde un saber científico del sujeto: la ética revolucionaria del marxismo y la ética psicoanalítica del deseo. Y agotadas estas dos, según Foucault, era preciso producir una nueva: la ética del placer. Nada sabemos sobre los placeres, es por ello que Historia de la sexualidad II y III nos orientan en esta nueva construcción.

Los tomos II y III no tienen nada que ver con el plan original de Historia de la sexualidad.  Siete años pasaron entre aquel y estos. El plan de escritura e investigación había mutado de las tecnologías del poder para producir sujetos a las técnicas que el sujeto se procuraba, con ayuda de un maestro o guía, a los fines de alcanzar una meta, cual sea, y auto producirse, subjetivarse. Para investigar la historia de estas tecnologías del sí mismo, Foucault, debía remontarse a la Antigüedad clásica, a Grecia y Roma. Debió estudiar griego y latín para poder leer los textos en su lengua original. Revisó los programas de estudio sobre la Moral, y así como lo hizo con la historia del derecho penal y las disciplinas psi, se largó a reinterpretar las lecturas de las eminencias en la materia.

Como ya lo mencioné, el nuevo estilo de escritura de Foucault es tan enriquecedor como complejo. En mi búsqueda de guías de lecturas para entender esta nueva etapa naufragué por varios autores. La verdad es que el último Foucault es el más incomprendido, por su estilo, por lo prematuro de su muerte, por la complejidad conceptual de la tarea (la ética del placer), por la proximidad histórica. Pero está todo ahí, desde 1979 hasta 1984 pronunció conferencias, escribió artículos, dictó el curso en el College. No dejó nada sin decir, sólo hay que ser con los textos.

El 2 de junio de 1984 Michel se desmaya en su casa. Fue internado en el Salpetriere el 9 de junio, paradójicamente el mismo hospital donde había comenzado a investigar para escribir Historia de la locura. El 25 de junio falleció a los cincuenta y siete años. Nadie mencionó el SIDA ni el HIV; incluso la primera biografía, escrita por Didier Eribon, en 1989, es muy cuidadosa al hablar de las causas de su muerte. Se habló de enfermedad moderna, de cáncer, de patologías del sistema nervioso. Pero el entorno más cercano sugiere que él sabía, ya que venía sufriendo los síntomas desde hacía ocho meses antes de la muerte.




Michel destruyó todos los manuscritos que tenía a su alcance antes de morir y dejó orden expresa de prohibir publicaciones post morten. Se dice que en su escritorio encontraron integro el manuscrito de Historia de la sexualidad IV, las cadenas de la carne. No hace falta adivinar su contenido, como ya dije está todo en artículos y conferencias.









viernes, 16 de mayo de 2014

viernes, 9 de mayo de 2014

¡¿SLOTS?!


una señora con fajos de 100 $, su cara desencajada, un hilito de baba, apretando el botón que dice "máxima apuesta", campanas, frutas, BAR: nada; otra vez el botón, y otra, y otra


¿Qué es SLOT? ¿Alguien sabe? Veamos: Machine slots, tragaperras, maquina de la fruta, traga monedas, aaaah! TRAGAMONEDAS. Hubiésemos empezado por ahí. ¿Porqué no llamar a las cosas por su nombre? Slot no dice nada, traga monedas dice mucho. Llamar slots a esas maquinas es maquillaje liviano.

Ese maquillaje liviano, que puede ser un nombre inocuo como slot, es una parte de un trato que hay entre empresarios del juego y los jugadores  (llamarle jugadores a los usuarios de slots es también parte de ese maquillaje).

Asegurar el maquillaje es la responsabilidad empresarial. El jugador, o ludópata, hace su parte también: una potente negación. Niega su adicción, su enfermedad, su condición infra humana. Niega que ese enorme dispositivo ha convertido su carne en una pieza, una terminal, un engranaje de la slot machine.



Cada uno cumple con lo suyo: el jugador niega la realidad en la que se halla, pero  pide un maquillaje mínimo que lo ayude a negar. El empresario del juego debe darle a todo ese asunto un aspecto de salida de placer, de sala de juegos. Ese es el trato, unos niegan con énfasis para ser tragados y otros disimulan tibiamente para tragarlos.

Un cartel, en el salón donde se permite fumar, reza:

Usted puede seguir disfrutando de este espacio en la segunda planta

¿Qué puede ser, sino una negación descomunal, la que asocie todo aquello al placer, al jugar y al disfrute? ¿Qué puede ser asociado con el disfrute en una sala de slots donde se permite fumar? Los ludópatas le piden a sus verdugos un mínimo, muy mínimo, de chamuyo. El resto lo ponen ellos, y lo ponen todo, para perderlo.

Nadie va a colgar un cartel que diga: sala de tragamonedas; sino: sala de slots. Porque ahí nadie va a tragar nada, sino que están jugando. Y ninguno de los presentes padece el sufrimiento horrible del jugador, todos están en el disfrute lúdico.

¿Es joda? Digamos la posta: nadie se cree eso del placer, el juego y el disfrute. Hay que pensar ese pacto mortífero entre  los empresarios, y el jugador. 

Primero, el jugador o ludópata, no se parece en absoluto a un jugador.

Segundo, lo lúdico no tiene ningún lugar allí. Nada, ninguna de sus formas, ni siquiera bajo la figura patológica. De hecho, podríamos pensar que ludo – patía es un oxímoron. No puede existir, estrictamente, en el juego algo patológico. Es el juego lo no patológico por definición. Un destino patológico está marcado por una infancia sin juego. Desde ahora no uso más la palabra ludópata, sino idiópata. 




Las palabras están vivas y corcovean, quieren jugar. Entonces juguemos con la palabra traga monedas. Tiremos de traga  para ver que sale, arrastrando con ella. Comencemos: Jugar al traga monedas es a jugar, lo que tragar es a degustar la comida. Es decir, quien “juega” tragamonedas no juega, como quien traga no degusta. El placer culinario de comer sin apuro, poniendo en cada rincón papilar una pausa es lo contrario de tragar el bolo alimenticio.  Podemos decir que el idiópata cuando come no degusta, traga; cuando juega, no juega, traga y es tragado. Y aquí aparece algo más, pues no sólo no puede sentir el placer y el disfrute del juego, sino que es engullido y tragado en ese acto pretendidamente lúdico. Así que la maquina que traga monedas, no solo traga monedas, sino que traga sueldos, riquezas, jubilaciones, patrimonios. 

Vemos que en la sala de slots existe una función hegemónica, predominante: tragar: maquinas que tragan sueldos, personas tragadas por maquinas, personas que tragan humo, comida, bebidas; maquinas que tragan padres, madres, familias, parejas, seres queridos. Todos tragan y son tragados, y tragar no tiene, absolutamente nada que ver con el placer, el disfrute y el juego.

Pero si es tan malo lo que sucede ahí, ¿porque tiene tanto éxito? Los idiópatas, los tragópatas, hacen algo afirmativo en la garganta de slots. No van como víctimas pasivas. Ellos hacen el pacto con el empresario, ponen su parte y luego piden que nadie los mire. Dentro de la sala, donde hay 3500 maquinas, la atmosfera es asfixiante. Nadie mira y nadie quiere ser mirado. Cada uno en lo suyo, pero uno al lado del otro. No hay pudor, ni vergüenza; los otros no existen. El capullo anímico está cerrado. Un gajo es la maquina y el otro la persona. Esto es todo lo que existe mientras haya crédito.

El idiópata está furiosamente ensimismado como un lactante al pecho materno.  ¿Han visto alguna vez un bebe tomando teta? ¿Vieron que para el niño, cuando chupa el pecho, no existe nada más en el mundo? Así esta el idiópata, aferrado a la maquina que lo traga, como un bebe al pecho materno.



El lactante cree que la teta, su boca, el tracto digestivo y el chorro tibio de leche, son la misma entidad. El es la teta, la leche y el tubo por donde baja la leche. En la realidad psíquica del niño el circuito está cerrado y solo una parte de su madre y una parte suya existen. Es la primera unidad psíquica, originaria. El idiópata la recrea pero de modo inverso y mortífero.

En primer lugar es inverso el sentido del flujo. Si al lactante le llega un chorro tibio, al idiópata no le llega nada, de él parte un flujo hacia la maquina; el dinero, chorro papeloso, hediondo y frío que suelta.  

En segundo lugar, la leche materna era vital en sentido nutritivo y psíquico. Pero la maquina seca, desnutre, aniquila al boludopata.

Pero a pesar de la inversión en la dirección de los flujos y de la inversión del sentido global de la operatoria, las formas, las piezas, los contornos, los circuitos, son semejantes, se parecen. El idiópata quiere volver a donde no se puede volver, al lugar psíquico cerrado y completo donde el mundo no había metido aún la cola. Donde la teta, el tracto y chorro tibio eran uno y nada más. Ahora la maquina, el pulsador, su crédito, la guita, la ranura, la pantalla, las luces, el ruido, todo eso es él; por fuera nada.

En la noche del goce todos los circuitos pulsionales se parecen