Corría el año1994, mes de junio. Estaba leyendo
el página 12 y me había llamado la
atención una nota sobre el filósofo francés Michel Foucault: se cumplían diez
años de su muerte. ¿¡Cómo, qué diez años, Foucault murió en 1984?! Estaba
creído hasta entonces que Foucault era contemporáneo de Marx, Spencer y Darwin;
de todos esos genios del siglo XIX. Quizás el libro de Umberto Eco, El péndulo de Foucault, y la
existencia efectiva de Jean León Foucault, en el
siglo XIX, habían contribuido a la confusión. Como sea, el caso es que no solo
me llamó la atención que haya sido actual sino las causas de su muerte: el tipo
había fallecido de SIDA.
La nota de página 12 paneaba su vida: fue militante político, escribió en
publicaciones de la cultura homosexual y sadomasoquista, había experimentado
con todo tipo de drogas. En sus libros pensaba la locura, el castigo penal y la
sexualidad. Uf, ¿quién era ese francés?
Recordaba que en la biblioteca de mi viejo había visto alguna vez el primer
tomo de Historia de la locura en la época
clásica. Apenas llegué a casa busqué el libro y me puse a explorarlo… me
rechazó al instante; no entendí nada.
Al poco tiempo empecé el CBC para la carrera
de Antropología y ahí llovieron apuntes de él. Los leía con fruición. Aunque el
estado de confusión seguía instalado. Ya no respecto de su identidad, ni del
siglo en el cual había existido; pero sí respecto de su obra. Los apuntes que me llegaban eran como fragmentos
de un enigma, un patchwork de
apuntes, un patch word: una charla de
1976, un artículo de una revista, un capitulo de un libro, un debate en una
mesa redonda… casi todo hablaba del poder, de la cárcel, de Nietzsche, del
marxismo. No había orden, ni coherencia, entre los fragmentos del pastiche. En
todas las materias te daban algo para leer, sin anclar el artículo en un todo
mayor, en su obra, o en un marco histórico. Creo yo que el motivo de la
falencia radicaba en que era tan potente lo que decían esos textos que poco
importaba su contexto.
Tiempo después, impulsado por necesidad
laboral, decidí estudiar su obra. Primero debía desenmarañar ese lío. Cuando
uno no sabe sobre algo es bueno preguntarle al que sí. Identifique las
materias, talleres y seminarios que
trabajaban la obra en las distintas facultades, (UBA, UNLA, UNQUI) y comencé a
cursar de oyente. En las respectivas bibliotecas fui acopiando monografías,
libros, biografías, compilados de revistas. Estaba servida la mesa sólo había
que leer.
Me llevó un largo tiempo de lectura y estudio,
y al fin la galleta se deshizo y quería contarles algunas curiosidades de la
obra de Michel Foucault que pueden servirles. Aquí no hay esoterismo teórico:
dos son los textos claves para el entendimiento: Las vidas de Michel Foucault, de David Macey, y Lectura de Foucault de Miguel Morey. El resto es la bibliografía
del autor.
Tensión
No quiero escribir al estilo wikipedia. Me
gustaría poder transmitirles mi experiencia en el contacto con la obra. Queda
planteada la tensión entre lo biográfico del autor y mi experiencia personal.
Mucho tiempo creí que su primer libro era Historia de la locura en la Época Clásica, de
1961. Pero no, fue Enfermedad mental y
personalidad de 1954. Por alguna razón el autor renegó de este libro. En
1962 lo reescribió completamente para la segunda edición y en 1966 prohibió
nuevas reediciones. Intentó fallidamente impedir su traducción al ingles en
1976.
Historia de la
locura fue su
tesis de doctorado en psicología. Por entonces no existía la carrera de
psicología. Así que tenías dos caminos: o hacías la carrera de medicina, o la
de filosofía, y luego te especializabas en psicología. Yo creo que el Foucault de la década del 70
podría haber escrito el mismo libro con la mitad de palabras y la mitad del
rebusque literario.
HDL es un libro largo y difícil; pero una vez que se
ingresa en su coherencia es muy bello. El relato inicial de la nave de los locos, las crónicas de la
noche de El Gran Encierro en Paris,
la bizarra y extraña lista de personajes que se podía encontrar en Las Casas de Encierro, el Gran Miedo y la convocatoria a los
médicos para el control de los espacios cerrados, y la refutación del supuesto
acto filantrópico de Pinel. No les voy a contar aquí todo el libro. No
terminaría nunca este texto. Sólo un comentario respecto de esto último, la
liberación de los locos y la filantropía de Pinel. Supuestamente, así lo
relataba la psiquiatría, con anterioridad al asilo psiquiátrico, los locos eran
encerrados, en condiciones inhumanas, junto con los criminales. Llegó Pinel a
las casas de encierro y liberó a los locos de las cadenas. Pero Foucault dice
que, detrás de la supuesta filantropía, lo que subyacía era una cacería
política de aristócratas, que se hacían pasar por locos para zafar de la
guillotina revolucionaria. Así que no tanto humanismo sino fina mirada médica
para encontrar las cabecitas que cortar.
Los momentos de
la obra
Suele referirse a los distintos momentos de
la obra de un autor: el joven Marx, el primer Freud, el último Lacan. Cuando
conocí a Foucault parecía que la obra había tenido un único momento y en él sólo
había escrito sobre el poder. Toda hacía referencia a ello. Pivoteaba en la
locura, en la sexualidad, en la cárcel, en la historia; pero siempre, el hilo,
volvía al poder. Fue en un libro de Deleuze, que se llama Foucault, donde encontré las pistas. Allí menciona tres momentos:
del saber, del poder y de la ética o el sujeto.
Primera época, llamada: la Arqueología del saber. Los libros: 1961,
Historia de la locura en la época clásica;
1963, El nacimiento de la clínica; 1963,
Raymond Roussel; 1966, Las palabras y las cosas y 1969, Arqueología del saber. El primero,
segundo y cuarto libro son aplicaciones particulares de su método Arqueología del saber. Los podemos
definir respectivamente como: una arqueología de la Psiquiatría, una arqueología
de la Medicina Clínica y una arqueología de las Ciencias Humanas, o del
Estructuralismo. Luego de la publicación de Las
palabras y las cosas la reacción contra Foucault fue tan basta que el autor
se dedico a sistematizar su método, lo que arrojó el denso y complejo libro, Arqueología del Saber.
Como ven, uno de los libros se sale de la
serie de las arqueologías: Raymond
Roussel, publicado al mismo tiempo que El
Nacimiento de la clínica. Raymond Roussel vivió entre 1877 y 1933; era
francés, excéntrico y millonario. Escribió novelas y obras de teatro. No
recibió en su época atención de los críticos, ni del público en general; a
excepción de los surrealistas. Murió en total soledad, en un confuso episodio: no
se pudo determinar si fue suicidio o asesinato. A partir de 1954 surgió un
repentino interés por Raymond. Foucault conoció su obra en 1957 y a partir de
entonces se las arregló para ir consiguiendo los distintos ejemplares de su
obra.
La decisión de publicar de manera conjunta el
Nacimiento de la Clínica y Raymond Roussel, en 1963, indica el interés que tenía Michel por dar
una imagen de intelectual
multidisciplinario; que podía circular por ámbitos de cierta complejidad filosófica,
pero también por los grupos de la vanguardia literaria francesa. La revista Tel Quel, fundada en 1960 por
Philippe Sollers y Jean Edern Hallier,
se encontraba en su vórtice. Era una publicación de crítica y teoría literaria;
por sus páginas pasaron autores como Borges, Artaud, Hölderlin y Heidegger; recibió
la colaboración de Roland Barthes, Umberto Eco, Julia Kristeva, Jacques
Derrida, Pierre Boulez, Bernared-Henri
Levy, Maurice Blanchot, entre otros. Foucault fue un colaborador ocasional de
la revista y participó de los eventos a los que convocaba. De hecho en 1963 se
organizó un coloquio en torno a la noción de novela, del cual resultó moderador. En términos generales intentaban
romper con los cánones estéticos de los años 50 y diferenciarse del realismo,
representado por Edurado Sanguinetti y el llamado Grupo 63.
En este período nuestro autor publica sendos
trabajos en las revistas literarias más renombradas de entonces: Critique, Tel
Quel, La Nouvelle Revue Francaise, etc.. pero también goza de cierta fama en el
circuito filosófico. Por ejemplo, uno de los textos que me llegó en forma
fragmentaria es “Nietzsche, Marx y Freud, los maestros de la sospecha”. Se trata
de un Coloquio en Royaumont, sobre Nietszche, entre el 4 y 8 de julio de 1964.
Allí asistieron Pierre Klossowski, Giles Deleuze y Jean Wahl entre otros.
La ponencia de Foucault, brevemente, hace
referencia a que los autores mencionados no inventaron ningún objeto nuevo de
reflexión, respecto de sus antecesores inmediatos, sino que descubrieron, o
fundaron, una dimensión nueva en los ya existentes. Este texto indica que, en
1964, ya estaba trabajando en el libro Las
Palabras y las cosas.
Otro ejemplo es una parodia gráfica en La Quinzaine Littéraire de 1967, el picnic
estructuralista: Barthes, Levi-Strauss,
Lacan y quien preside, Foucault.
(Nótese
que en la caricatura, Michel, todavía aparece con pelo. El ritual de afeitarse
diariamente la cabeza lo inauguró cuando
vivió en Túnez)
A principios de los 60, el estructuralismo se
presentaba (de la mano de su padre, Claude Lévi-Strauss), como la vanguardia
intelectual que prometía dar batalla al ya consagrado existencialismo
sartreano, al vetusto marxismo y a cualquier corriente de pensamiento que se
proclame humanista. El punto álgido para
Foucault, en esta guerra teórica, fue tras la publicación de Las palabras y las cosas; donde afirmaciones
como “El marxismo se encuentra en el
pensamiento del siglo XIX como pez en el agua, es decir, que en cualquier otra
parte deja de respirar”, generaron duras controversias.
Por ejemplo, la novela de Simone de Beauvoir,
Les Belles Images, tenía por
protagonistas a un arquitecto y una publicista, representantes de la emergente
burguesía de profesionales liberales, que tanto gustaba de leer el nuevo libro,
Las Palabras y las cosas. Sartre, en
una entrevista, se refiere al éxito del libro del siguiente modo: “… es una prueba suficiente de que había algo
que la gente estaba esperando. Ahora, el conocimiento verdadero y original nunca
es algo que la gente espere. Foucault da a la gente lo que necesita: una
síntesis ecléctica en la que Robbe-Grillet, el estructuralismo, la lingüística
y Tel Quel se usan uno tras otro para demostrar la imposibilidad de la
reflexión histórica”. Sartre afirma, en L´Arc, que Foucuault pretendía “construir una nueva ideología, el último
baluarte que la burguesía puede erigir contra Marx”.
En Les
Temps Modernes lo impugnan como “positivismo
desesperado” y en otra ocasión de “escepticismo
historicista”. El Partido Comunista Francés
denuncia “la nueva ideología neonitzscheana” que
responde a los intereses de clase, buscando enmascarar los caminos del análisis
objetivo. En otros medios gráficos se acusa a Foucault de proporcionar a De
Gaulle, y su tecnocracia, la nueva ideología que tanto les hacía falta.
Cansado ya de las críticas despiadadas, y del
asfixiante mundo intelectual parisino, Michel se mudó al norte de África, a un
pequeño pueblito alejado de Túnez: Sidi Bou Said; corría septiembre de 1966. De
todas las críticas recibidas recogió dos: una de la revista Espirit y otra de Cahiers pour l´Analyse, publicación de Le Cercle d´Epistemologie, precedido por Jacques-Alain Miller. De la respuesta y del intercambio epistolar con las distintas
publicaciones surgió un bosquejo de lo que luego sería Arqueología del Saber, publicado en 1969.
El autor pretende formalizar allí su método
de análisis, y contestar a las acusaciones de inconsistencia epistemológicas de
sus trabajos anteriores. La verdad es
que el libro Arqueología del saber resultó
una desilusión para el público que lo seguía, y también para el que lo atacaba.
El resultado es un texto denso y complejo, que deja de lado las imágenes y
tramas novedosas que supo desplegar en Palabras
y cosas. De hecho, estaba tan enfrascado en su trabajo y las discusiones,
que sucedió el levantamiento estudiantil de mayo del 68 y le pasó por al lado.
Del libro cabe señalar, por su belleza, el
párrafo final de la introducción, cuando dice “escribo para perder el rostro”; y el principio del primer capítulo:
Las
unidades del discurso, cuando hace referencia a Nietzsche y “los innumerables cuadernillos en los que
cruza las anotaciones del lavado de ropa con los proyectos de aforismos”,
en sus últimos días.
Decía Hegel que el búho de minerva alza vuelo
al anochecer, cuando el acontecimiento se había consumado; haciendo referencia
a la llegada tardía de la sistematización filosófica. Por un bello azar la
decimoséptima edición en castellano, de Arqueología,
tiene por tapa un búho.
Es que este libro tiene algo de póstumo, de
fin de ciclo. De hecho entre su publicación, en 1969, y el próximo libro, Vigilar y castigar, van a pasar seis años. Es que por entonces
Francia había cambiado; el mundo occidental, y el capitalismo al estilo
taylorista, estaba tocado de muerte; el sistema filosófico que era la
Arqueología había llegado a un punto límite.
La vuelta a Francia, pos mayo del 68
Volvió a vivir a Francia en septiembre de
1968, dos años después de su partida. Este es el Foucault que nosotros
conocimos, con su cabeza completamente afeitada. La vida cotidiana parisina se
había politizado y Michel iba camino a ello también.
En este nuevo contexto aparece el Foucault
militante y sus libros anteriores mutan. Entonces Historia de la locura es un libro y son dos. En un primer momento fue
leído por un reducido círculo académico. Pero a partir de los textos, e
intervenciones, de David Cooper y Ronald D. Laing en Gran Bretaña; y Franco Basaglia en Italia, el libro se transformó en bandera e
insignia del movimiento antipsiquiátrico. El nuevo destino del libro,
paradójicamente, lo sellaron sus propios “enemigos”. Fue durante finales de
1969, en un congreso de Evolution Psychiatrique¸
(la agrupación de psiquiatras más antigua de Francia) sobre el libro Historia de la locura, donde se acusó a
Foucault de psiquiatricidio y de
tratar a la locura con idealismo.
En diciembre de 1968 se funda la universidad
de Vincennes, y lo nombran a Foucault a cargo del departamento de Filosofía.
Para llevar a cabo dicha tarea reúne un equipo de intelectuales: Michel Serres,
Ethienne Balibar, Alain Badiou, Jaques Ranciere, entre otros. En enero de 1969 estalla una protesta estudiantil
en un colegio secundario, porque las autoridades prohibieron se proyecte un
film sobre los sucesos del mayo del 68. Hubo represión policial y en
consecuencia fue ocupada la Universidad de la Sorbona y de Vincennes. Foucault
participó en las barricadas y enfrentamientos, y fue arrestado junto a 220
personas. En febrero de ese mismo año se realizó una manifestación contra la
expulsión de 24 estudiantes por las protestas de enero. Ante una multitud de
3000 personas, los viejos enemigos teóricos, Sartre y Foucault, devinieron
aliados políticos. Ambos compartieron el megáfono; no iba a ser la última vez.
En 1969 se funda la agrupación política Gauche
Proletrienne, donde participaba el novio de MF, Daniel Deferet. A raíz de
ello Michel se distancia cada vez más de los vínculos literarios. Aunque no
compartía la idolología maoísta de aquellos, eventualmente colaboró en su
periódico La causa del pueblo.
¿Qué es un autor? es una conferencia dictada en
la Sociedad Francesa de Filosofía en
febrero de 1969, donde se explaya sobre la noción de autor, trabajada en Arqueología del saber. Me sorprendió de
éste texto, los distintos orígenes históricos de la noción de autor. Primero,
cuando el discurso se hace políticamente peligroso, es requerido un autor, para
poder castigarlo; y segundo, con la conversión del libro en mercancía, es
requerido el autor para determinar quién gozaría de los beneficios económicos.
En abril de 1970 Michel Foucault fue
nombrado, profesor del College de France,
a cargo de la cátedra Historia de los
Sistemas de Pensamiento. El College
fue fundado en 1530. Es una institución muy singular. En primer lugar no
pertenece al sistema universitario y goza de una mayor autonomía que cualquier
universidad francesa. No cuenta con un claustro estudiantil, no otorga títulos
o calificaciones; y todas sus clases son abiertas al público. El único requisito
que tiene el profesor es producir una investigación original, y exponerla
durante doce conferencias anuales. De allí surgió la prolífica producción de cursos
foucaultianos que año a año renuevan el mercado editorial: 1970-1971: La
voluntad de saber; 1971-1972: Teorías e instituciones penales; 1972-1973: La
sociedad Punitiva; 1973-1974: El poder psiquiátrico; 1974-1975: Los
anormales; 1975-1976: Defender la sociedad; 1976-1977: No dicto cursos
por año sabático; 1977-1978: Seguridad, territorio, población; 1978-1979: Nacimiento
de la biopolítica; 1979-1980: Del gobierno de los vivos; 1980-1981:
Subjetividad y verdad; 1981-1982: La hermenéutica del sujeto; 1982-1983: El
gobierno de sí y de los otros; 1983-1984: El coraje de la verdad. Aún quedan dos o tres por publicar; la
mayoría de ellos ya circulan en español.
El 2 de diciembre de 1970 pronunció el
discurso inaugural de la cátedra Historia
de los Sistemas de Pensamiento, el cual es conocido entre nosotros como El orden del discurso. Comienza con un homenaje tácito a Samuel
Becket, nombra a Borges en un momento, y termina con otro explícito a Dumézil, Hyppolite
y Canguilhen. Estamos en un momento
bisagra dentro de la obra foucaultiana. Empieza a vislumbrarse la Genealogía
del poder, a partir del llamado principio de exterioridad de los
discursos: “no ir del discurso hacia su núcleo interior y oculto (…)
sino ir hacia sus condiciones externas
de posibilidad”; o cuando se refiere a las descripciones criticas y las
genealógicas. A todas luces este discurso está a caballo entre la
arqueología y la genealogía.
Otro de los textos considerados bisagra es “Nietzsche,
la genealogía y la historia”, de 1971. Entre nosotros circuló como
parte de un compilado llamado Microfísca del poder. Pero originalmente fue publicado en un
homenaje a jean Hyppolite, en 1971, que constaba de un conjunto de ensayos de
varios autores. El compilado Microfísca del poder devino muy famoso por nuestros pagos. Editado
por Julia Varela y Fernando Alvarez Uría, La Piqueta Ediciones, de 1979, está
compuesto por una serie de textos heterogéneos: debates, el mencionado ensayo
sobre Nietzsche, charlas del College,
textos de revistas. Tengo en mi poder otro anillado, también de La Piqueta,
titulado Saber y Verdad, que posee textos poco conocidos, pertenecientes
al primer momento de la obra.
Grupo de Información sobre las Prisiones (GIP); 1971-1973.
La represión iba
en aumento en Francia, el grupo político
maoísta La Gauche Proletarienne, donde militaba el compañero de Michel,
había sido proscripto; sus dirigentes y los responsables editoriales del
periódico, La causa del pueblo, estaban en prisión por incitación a la violencia. Sartre se hizo
cargo, nominalmente, de la edición del periódico para evitar su prohibición.
Surge la agrupación Secours Rouge en apoyo a las victimas de la opresión
y se desata una huelga de hambre masiva de los presos por causas políticas. A
comienzos de 1971 los niveles de violencia eran elevados, en febrero de ese año
se registraron ataques a comisarias con bombas incendiarias. En este contexto
surge el GIP.
Estamos ya dentro
del segundo momento de la obra. Entre Arqueología
del saber, 1969, y Vigilar y
Castigar, 1975, hubo silencio editorial. Foucault publicó manifiestos, dio
conferencias, charlas; pero entre libro y libro pasaron seis años. Es el tiempo
prudencial ante el cambio de época. Es cuando se hace la experiencia que luego
se vuelca al texto. Y si se trata del texto Vigilar y castigar, la
experiencia correspondiente es el Grupo de información sobre las prisiones
(GIP). El 8 de febrero de 1971, durante
la fundación del GIP, Foucault pronuncia unas palabras: “ninguno de nosotros
puede estar seguro de no ir a la cárcel. Hoy menos que nunca. El control
policial de nuestras vidas se hace cada vez más estrecho”.
La base operativa
del GIP era la casa de Foucault. De allí partía la correspondencia, se hacían
las reuniones con ex presidiarios y con familiares, se imprimían volantes, se
hacían las llamadas telefónicas. El grupo no seguía ninguno de los parámetros
tradicionales de organización política. Su unidad no era ideológica sino que ocurría
en la acción. No se puede determinar la cantidad de miembros, por la ausencia
de afiliación o carnets, pero su capacidad de movilización oscilaba entre
cientos y miles de manifestantes.
Materialmente, la
tarea del GIP, era hacer llegar a los reclusos, de modo clandestino, encuestas
donde puedan volcar su palabra respecto de las condiciones en los
penitenciarios. No se trataba de representantes; el objetivo era que los
reclusos hablasen por ellos mismos. Y el GIP sería el garante extra muros, para
vencer los controles físicos y simbólicos, que ponían un bozal sobre los
internos. La verdad es que los sucesos fueron mucho más allá. Pronto sucedieron
revueltas y motines en todo el sistema carcelario francés; algunos trágicos. La
crisis se extendió durante todo el año 1971 y parte del 72. En 1973 el GIP
había dejado de existir.
Genealogía del poder, 1970-1976
En mayo de 1973 es
invitado a Brasil, donde pronuncia una conferencia ya famosa entre nosotros: La
verdad y las formas jurídicas; que no es otra cosa que un trabajo
preliminar de Vigilar y Castigar. En los cursos del College sobre la Sociedad punitiva (1972-1973) y El
poder psiquiátrico (1973-1974) surgen los bocetos y maquetas para dicho
libro, que lo hizo internacionalmente famoso. Foucault y su grupo de
investigación abordan temas originales como la arquitectura de los hospitales,
las políticas de salud del siglo XVIII, la profesionalización de la medicina,
la medicalización de la familia y la infancia. Durante esas investigaciones
conoce la obra de Jeremy Bentham y su proyecto arquitectónico, el panóptico. Recuerdo
la sensación cuando lo leímos por
primera vez en un grupo de estudio: ¡¡¡hay que salir a prender fuego todo!!!
Y eso fue lo que sintió la crítica y el público; quedaron shockeados. A
finales de 1975 debió ser reeditado.
Con Vigilar y
castigar, en sentido estético surge un nuevo Foucault. Ya no más el estilo
complicado, barroco y oscuro. Ahora el autor quiere ser entendido, busca ser
directo, apela a imágenes crudas. Abandonó la escritura compleja y retorcida
del mundillo literario para lanzarse a la tribuna política y al mensaje claro. No
sólo conceptualmente estamos en otro
momento de la obra, también estéticamente.
Vigilar y castigar es
un gran libro, pero es sólo una pieza de una potente máquina de pensamiento que
puede ser descripta como una triangulo, en cuyos vértices tenemos: Vigilar y
castigar, 1975; Defender la sociedad, curso en el College de
1975-1976, y por último, Historia de la sexualidad I, de 1976. Este nudo
representa álgidamente al Foucault genealogista. Respecto del curso Defender
la sociedad suele existir un mal entendido pues circula también como genealogía
del racismo. Son dos formas de llamar al mismo curso del College.
Historia de la
sexualidad fue
anunciado como el primero de una colección de seis volúmenes. Debo advertir al
lector que los tomos II y III, publicados en 1984, nada tienen que ver con el
plan original hecho público en 1976. Como ya mencioné, Historia de la sexualidad I es una pieza fundamental de la teoría
del poder-saber, y los tomos II y III son fruto de otro momento de la obra; uno
que orbita en torno del sujeto, la verdad y la ética.
Historia de la
sexualidad es
fulminante, sigue la línea estética y argumental de Vigilar y Castigar, es claro y directo; el autor quiere ser
entendido. Es corto, pero todo ahí es nuevo y provocador. Si Vigilar y castigar era un desafío
lanzado a los historiadores del derecho y los profesionales de las leyes, este
nuevo libro dispara contra el mundo psi. Los analistas y psicólogos, deberían leer
Historia de la sexualidad I. Leerlo,
soportarlo y entenderlo. Sin apresurarse a estar de acuerdo o en desacuerdo; bancándose
la provocación disparada cuando asocia el confesionario cristiano al diván del
consultorio, o cuando reinterpreta el rol de la moral victoriana en la estrategia
del poder moderno.
Entre las reseñas y críticas al libro
encuentro un episodio que cabe destacar. Es el ataque que recibió Michel de
parte de un joven filósofo: Jean
Baudrillard. Este publicó un manuscrito titulado Olvidar a Foucault que logró enfurecer a su destinatario; aunque
nunca contestó públicamente el desafío.
Otro título que ha circulado por nuestros
pagos, generando cierto malentendido, es “La vida de los hombres infames”, de 1977. Existe un compilado así titulado, de editorial Altamira, de 1996. Dentro de ese rejunte
aparece La vida de los hombres infames;
se trata del prólogo para un libro que Michel nunca escribió. En enero de 1977 la editorial Gallimard cierra un trato con
Foucault: publicar los documentos encontrados en la Biblioteca Nacional y los
archivos de la Bastilla. No iba a ser un libro de historia, sino una mezcla de
ficción y ensayo. La idea era trabajar con lo que fue reuniendo, pero ahora el
criterio de selección no respondía a un programa férreo de trabajo, sino a “mi
propio goce, mi placer, una emoción, la risa, la sorpresa, un particular
escalofrío, o algún otro sentimiento que resulta ahora difícil de calibrar
puesto que ya ha pasado el momento en el que descubrí estos textos”. La
verdad que nunca se publicó tal libro, sólo se dio a conocer el prólogo.
Nuevo giro: los
disidentes, los derechos humanos y la nueva filosofía
En 1973 se tradujo al francés Archipiélago Gulag, del escritor ruso Aleksandr
Solzhenitsyn, quien
relata su experiencia personal en campos de concentración soviéticos entre 1958
y 1967. En 1975 Andre Glucksmann publica el libro: La cocinera y el devorador de hombres, donde afirma la relación
necesaria entre el marxismo y los centros de reeducación política soviéticos. En
diciembre de 1976 Foucault es invitado al programa de televisión Apostrophes, dirigido por Bernard Pivot,
para hablar sobre su último libro, Historia
de la sexualidad. Pero Michel no mencionó ni una palabra de aquel sino que
se refirió a otro libro: Un proceso
ordinario en la URSS. Este hacía referencia al proceso espurio que sufrió Mijail
Stern, medico endocrinólogo, al rechazar una amenaza de la KGB para que disuada
a sus hijos de escapar a occidente. Por tales motivos Stern fue encarcelado.
Pero la difusión del caso a raíz de la intervención en la TV, provocó un
interés masivo por los disidentes soviéticos. Stern fue liberado en 1977 y
expulsado a Francia.
En adelante se sucedieron numerosas proclamas,
mítines y manifestaciones a favor de los disidentes del bloque soviético. Un
fenómeno colateral fueron los nuevos
filósofos: grupo de intelectuales emergentes encabezados por Bernard-Henri
Levy; quien poseía habilidades empresariales y publicitarias, que redituaron en
una gran exposición pública. Foucault estableció transitoriamente relación con ellos,
a los fines de conseguir apoyo en las campañas a favor de los disidentes. Los nuevos filósofos no eran más que un
grupo heterogéneo, síntoma del cruzamiento de los intelectuales con los medios
masivos de comunicación. Pensadores gigantes como Deleuze lo advierten “Lo que me desagrada es muy simple: los
nuevos filósofos están creando un martirologio…” y Ranciere agrega: “… solo veo el anuncio que marca la entrada
de la filosofía en el estilo de discurso impuesto por el aparato de dominio del
estado consumista”.
Foucault nunca formó parte completamente de
los nuevos filósofos. Timoneó buscando su apoyo pero le desagradaba la
exposición mediática de aquellos. El ataque a los marxistas, perpetrado desde
el libro La cocinera y el devorador de
hombres de Andre Glucksmann,
metió de lleno a Michel en una guerra teórico política que lo distancio de
viejas amistades, como Deleuze o Mauriac.
El nudo del problema residía en que los nuevos filósofos, Glucksmann y Foucault
incluidos, sostenían que el campo de detención soviético, el Gulag, no habría
sido posible sin el marxismo; y ponían en una misma bolsa a Franco, a Pinochet
y al Gulag. Los intelectuales de izquierda, desde los moderados hasta los
radicales no podían aceptar esa relación como necesaria.
En septiembre de 1977 surgió una nueva
controversia en torno al caso Klauss Croissant. Este era el abogado de la
organización La Facción del Ejército Rojo,
en alemán Rote Armee Fraktion (RAF);
quien había huido de Alemania a Francia para pedir asilo político. A raíz de
unas leyes de 1975, en Alemania Occidental, los defensores del terrorismo eran
considerados terroristas. Croissant suscitó el
interés de la opinión pública francesa y el mundo intelectual. Pronto se
orgnaizó un comité por la no extradición del abogado y nuevamente surgieron las
diferencias que ya se habían manifestado en el caso Stern y el Gulag soviético.
Los intelectuales de izquierda, entre ellos
Felix Guattari y Giles Deleuze, se pronunciaron en defensa de la RAF,
denunciando al gobierno fascista de Alemania Occidental. Foucault y los nuevos filósofos se negaban a apoyar
a una organización terrorista o a tratar al gobierno alemán como fascista. El objetivo era lograr el asilo del abogado e
impedir su extradición, sin apoyar a la RAF, ni a sus métodos, ni a sus tesis. Este
nuevo caso sello la suerte de la a mistad Deleuze- Foucault.
El caso se perdió y el abogado fue extraditado
de Francia; cuando se quiso impedir el traslado de Croissant, de la cárcel al
aeropuerto, por medio de una manifestación, hubo una feroz represión en la cual
Foucault fue ferozmente golpeado por la policía con el costo de una costilla
rota.
Periodismo en
Teherán
En septiembre de 1978 el periódico italiano Corriere della Sera anuncia que cuenta
con un colaborador muy prestigioso, para su nueva sección “Michel Foucault
investiga”. La sección no prospero; pero fueron publicados un par de artículos
sobre la revolución iraní. En octubre y noviembre de 1978 viajó a Irán y pudo
entrevistar a distintos actores del proceso revolucionario. Los artículos
fueron publicados en el Corriere de
Italia, y en Le Nouvel Observateur de
Francia. La polémica estalló el 6 de noviembre cuando una carta de lectores,
publicada en éste último, a nombre de Atoussa
H. criticaba fuertemente el artículo por considerarlo una defensa del
integrismo islámico, pre moderno y misógino.
La autora de la carta denunciaba que el fanatismo religioso era la
pantalla para una opresión feudal.
El episodio más agrio para Michel provino
cuando éste declaró que no habría gobierno de Jomeini, porque no había partido
de Jomeini. Un año después de estas declaraciones, cuando el régimen revolucionario
estaba fusilando a los viejos funcionarios, le echaron en cara aquellas palabras.
Foucault contestó publicando una carta abierta al primer ministro Iraní, Mehdi
Bazagran, que nunca fue respondida.
Nuevo giro en
la obra: hacia el sujeto, la verdad y la ética
En julio de 1979 Michel conoce al
bibliotecario de la Biliboteca de Saulchoir, Michel Albaric. Este, sabiendo los
contratiempos que sufría aquel en la Biblioteca Nacional, lugar donde trabajaba
diariamente, lo invita a conocer el nuevo establecimiento. Foucault quedó
fascinado con la biblioteca de la Orden de los Dominicos; construida alrededor
de un hermoso jardín, con un clima silencioso, visitada esporádicamente sólo
por estudiantes religiosos, o gentes del clero. Desde entonces se convirtió en
su lugar de trabajo diario y las colecciones allí disponibles determinaron la
dirección de sus próximas investigaciones.
Luego de Historia
de la sexualidad I, Foucault, se encontraba en la siguiente situación:
editorialmente había contraído el compromiso de cinco volúmenes más sobre la
historia de la sexualidad. En el primer volumen había llegado hasta las puertas
del cristianismo y a su experiencia “de la carne”. Ahora se le plantaba la
necesidad de hacer una genealogía del sujeto de deseo; la Biblioteca de
Saulchoir resultaba el lugar adecuado para ésta tarea.
El cambio de dirección ens las
investigaciones se puede chequear con los cursos del College: 1980-1981:
Subjetividad y verdad; 1981-1982: La hermenéutica del sujeto; 1982-1983: El
gobierno de sí y de los otros y 1983-1984:
El coraje de la verdad.
Asistimos también
a una nueva estética. Si en Vigilar y Castigar Michel nos ofrece un
libro de pluma clara, sin floreos; cerrado, es decir, terminado para ser
leído; los textos sobre la verdad, el sujeto, las técnicas del gobierno de sí,
o la ética, están abiertos. Ahí se ve el proceso de investigación del
autor, se puede seguir por donde va su cabeza. Muy parecido a Freud cuando
escribe, Foucault, avanza, no en línea recta, y ello queda a la vista del
lector. Historia de la sexualidad II y III, los artículos
publicados, los cursos dictados no son tan claros y directos como en la etapa
anterior; pero tienen una riqueza mayor, porque se ve el proceso de trabajo, de
investigación, de pensamiento. Son de lectura difícil, pero una vez que se
logra descifrar las claves del entendimiento la lectura avanza abriendo nuevas líneas de investigación.
Comienza la década
del 80 y Michel se encontraba bastante aislado en Francia. Las sucesivas peleas
y el malestar con la industria editorial le hacían ver, cada vez más, con
buenos ojos la costa oeste de Estados Unidos, en particular California. En
octubre de 1979 conoció, en dicho lugar, a Paul Rabinow y a Humbert Dreyfus,
con quienes entablo una solida amistad. De ella surgió un libro, apoyado en
extensas entrevistas, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la
hermenéutica. Lo bueno de este libro es que Michel tuvo oportunidad de
revisarlo y le dio su consentimiento. En 1983 fue nombrado profesor de la
Universidad de Berkeley, estaba a gusto trabajando allí.
Los temas tratados
en éste período apuntaban a un objetivo claro: poder elaborar las bases para
una nueva ética. Las últimas éticas conocidas habían sido elaboradas desde un
saber científico del sujeto: la ética revolucionaria del marxismo y la ética
psicoanalítica del deseo. Y agotadas estas dos, según Foucault, era preciso
producir una nueva: la ética del placer. Nada sabemos sobre los placeres, es
por ello que Historia de la sexualidad II y III nos orientan en esta
nueva construcción.
Los tomos II y III
no tienen nada que ver con el plan original de Historia de la sexualidad. Siete años pasaron entre aquel y estos. El
plan de escritura e investigación había mutado de las tecnologías del poder
para producir sujetos a las técnicas que el sujeto se procuraba, con ayuda de
un maestro o guía, a los fines de alcanzar una meta, cual sea, y auto
producirse, subjetivarse. Para investigar la historia de estas tecnologías del
sí mismo, Foucault, debía remontarse a la Antigüedad clásica, a Grecia y Roma.
Debió estudiar griego y latín para poder leer los textos en su lengua original.
Revisó los programas de estudio sobre la Moral, y así como lo hizo con la
historia del derecho penal y las disciplinas psi, se largó a
reinterpretar las lecturas de las eminencias en la materia.
Como ya lo
mencioné, el nuevo estilo de escritura de Foucault es tan enriquecedor como
complejo. En mi búsqueda de guías de lecturas para entender esta nueva etapa
naufragué por varios autores. La verdad es que el último Foucault es el más
incomprendido, por su estilo, por lo prematuro de su muerte, por la complejidad
conceptual de la tarea (la ética del placer), por la proximidad histórica. Pero
está todo ahí, desde 1979 hasta 1984 pronunció conferencias, escribió
artículos, dictó el curso en el College. No dejó nada sin decir, sólo hay que
ser con los textos.
El 2 de junio de 1984 Michel se desmaya en su
casa. Fue internado en el Salpetriere el 9 de junio, paradójicamente el mismo
hospital donde había comenzado a investigar para escribir Historia de la locura. El 25 de junio falleció a los cincuenta y
siete años. Nadie mencionó el SIDA ni el HIV; incluso la primera biografía,
escrita por Didier Eribon, en 1989, es muy cuidadosa al hablar de las causas de
su muerte. Se habló de enfermedad moderna, de cáncer, de patologías del sistema
nervioso. Pero el entorno más cercano sugiere que él sabía, ya que venía
sufriendo los síntomas desde hacía ocho meses antes de la muerte.
Michel destruyó todos los manuscritos que
tenía a su alcance antes de morir y dejó orden expresa de prohibir publicaciones
post morten. Se dice que en su escritorio encontraron integro el manuscrito de Historia de la sexualidad IV, las cadenas de
la carne. No hace falta adivinar su contenido, como ya dije está todo en
artículos y conferencias.
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