lunes, 11 de agosto de 2014

Cover de Nietzsche

                                           

                                           I)

Aquí yo, Nietzsche, aquí el hombre, ecce homo. Un hombre bien conformado, siempre agradable, formado de madera dura y tierna y de exquisito perfume, todo a la vez. Mi única aspiración es el bienestar, limitarme solo a lo conveniente.

De todo cuanto veo y oigo logro una consecuencia favorable. Pero antes que nada sé dejar pasar las cosas sin retenerlas.

Me complace la soledad, pero puedo frecuentar y comprender libros, gentes y paisajes. Cuando me entrego al otro le hago honor, nunca porque si, o para huir de la soledad.

Nunca voy detrás de las seducciones, me limito a examinarlas. No creo en la mala suerte ni en las faltas o pecados. Si es preciso puedo destruir a los demás, incluso destruirme a mí mismo y luego llegar al olvido.

Tengo la fortaleza para que todo, inevitablemente, se cambie en favorable.

                                           II)

¿Porque soy tan listo? Porque nunca he reflexionado sobre cosas que no existen, porque nunca me he desperdiciado. No es que no me equivoque, pero si algo fracasa, no hay remordimiento, simplemente honro el fracaso.

Si uno quiere conseguir el máximo de virtud no debe buscar más allá. Cualquier cosa que nos trascienda no es más que la prohibición de pensarnos.

Todo se resume a los siguiente: ¿Cómo debo nutrirme para conseguir el máximo de virtud? ¿Cuál debe ser el clima donde establecer mi residencia? Y por último ¿Cómo debo recrearme?




1) Yo no he sabido alimentarme hasta bien entrado en años. Estuve comiendo de modo impersonal, sólo para que se beneficiaran los cocineros.

En mi caso se trata de la cocina alemana la cual ha logrado abarrotar el estomago sin nutrirme de modo suficiente. Una alimentación que negaba mi voluntad de vivir.

La cocina alemana tiene enormes desventajas, la sopa antes de la comida, en ella hay carne cocida, legumbres mantecosas, y fritanga dura como pisapapeles. A ello súmenle la necesidad de beber abundante alcohol después de cada comida. Todo el idealismo alemán es producto de ese espíritu que nace de los intestinos atormentados.

El tabaco no es más que una pendejada y luego una mala costumbre.

Siempre me fueron nocivas las bebidas alcohólicas. Basta un vaso de vino o de cerveza diario para que la vida se transforme para mí en un valle de lagrimas.

Una dosis pequeña de alcohol me pone mal humorado, una gran dosis me transforma completamente en un marinero.

Aun siendo enemigo acérrimo de los vegetarianos nunca me cansare de aconsejar absoluta abstinencia de alcohol. ¡En cambio el agua! Me fascinan los lugares donde existe agua corriente para sumergirme en ella. Para mí la inteligencia nace del agua.

Este es mi consejo, debemos antes de una comida sustanciosa, lograr que el estomago entre en total actividad. Hay que conocer para ello la capacidad estomacal de cada uno. Se deben evitar comidas interminables como las fiestas, restoranes y banquetes.




No se debe beber durante la comida, mucho menos café; a parte el café nos vuelve tristes. El té en cambio es saludable. Hay que tomar pequeñas dosis bien cargadas. También es bueno un cacao bien espeso.

Todos los prejuicios tienen un solo origen; no la cultura, no la educación, sino un origen intestinal.

2) El clima está estrechamente ligado a la nutrición. La influencia climatológica es determinante sobre la persona que asuma una tarea. La mala elección del ambiente puede hacer que uno carezca de ese pensamiento superior que dice “soy el único capaz de hacer esto”.

El clima inadecuado puede transformar un genio en un inútil. Los genios que residieron en regiones secas (Paris, Provenza, Florencia, Jerusalén, Atenas,) siguieron siéndolo. Este clima favorece una rápida digestión, la cual permite incorporar sin malestar alguno enormes cantidades de fuerza y energía.

El mejor clima es a 2000 metros a nivel del mar: el aire seco de la montaña. Para que tengan una idea es como la sierra en Córdoba.

3) A la elección nutritiva y climatérica debe añadirse otra muy especial e importante, la del recreo. Respecto de mi modo particular de ser, toda clase de lectura es un recreo. Un descanso superficial. En cambio cuando trabajo no verán un solo libro junto a mí.

¿No han notado que durante el periodo de trabajo, o incubación, ocurre una  violenta tensión, y allí la mínima influencia exterior nos hiere profundamente?

Hay que evitar a toda costa la influencia exterior. Uno de los primeros mandamientos de la buena gestación intelectual es el emparedamiento, levantar una muralla alrededor de nosotros mismos.

Una vez terminado el trabajo vengan los libros. Pero no cualquiera, siempre recurro a los mismos, unos pocos.




                                            III) 

Sobre la alimentación, el clima y el recreo debe preservar el instinto de conservación. Ese instinto inequívoco que sirve para defendernos del mundo exterior. Debemos abstenernos de ver ciertas cosas, de oírlas, de dejarlas llegar hasta nosotros. 

No solo debemos decir no cuando estamos por decir si faltos de convencimiento, sino decir no lo menos posible. Debemos decir no la menor cantidad de veces, debemos alejarnos de todo aquello, personas, cosas o situaciones,  que nos obligue  siempre a contestar que no.

                                           IV) 

Mi fórmula para la grandeza es sencilla: amor fati. No basta soportar lo cotidiano, lo necesario, lo inevitable, lo mundano, lo rutinario, lo intransferible, hay que amarlo también; lo necesario hay que amarlo.


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