El órgano perceptor de fulbo quedó sensible. La
afectación fue intensa, quedé re-sentido. Esto lo descubrí cuando miraba un
partido insignificante de papi-fulbo de la categoría 2002, cuando uno de los
pibitos subió por la punta, se gambeteó al defensor y le pegó de afuera, yéndose la pelota muy cerca del otro palo del
arquero. La situación vista levantó un fondo sensorial, despertó una huella
hecha durante el mundial. Me sentí tenso otra vez, le tuve que meter
racionalidad para despejar el eco, para deshacer la sombra. Me dije: es un
insignificante partido de papi-fulbo, tranquilo.
Pero aunque aplaqué algo,
todavía latía excitado todo el circuito sensorial que había sido afectado
durante aquellos días. La bestia estaba entretejida con mi piel, mis músculos,
mis venas; tenía que pedirle que se calme, que aunque algunas situaciones
podían evocar aquello, el mundial había terminado.
Ahora estaba advertido del hecho: cada vez que vea fulbo
un eco mnémico se iba a despertar. Pero el mundial no fue solo fulbo y sobre
todo fue mucho más que fulbo. Estaba anoche en un cumpleaños, con amigos,
bailando, cantando, escabiando, escuchando tocar la guitarra, alentando; sí, de
pronto estábamos alentando. Otra vez llegaba ese fondo de recuerdos
mundialistas; la fiesta linkeaba con el mundial.
Extraño el mundial. Sobre todo extraño ser atravesado
colativamente por la fiesta, la tensión, el juego, la pasión que significó para
nosotros. Extraño ser con los otros.
Hoy es domingo 20 de junio, día del amigo. Saludo a
unos, y a otros. No me canso de explicar que el día del amigo no es un día sino
que, bueno, ya saben, etc… Pero en un momento, mientras iba a comprar pan y
leche, sentí algo en el ambiente soleado y matinal: el día del amigo se parece
al mundial. Juntarse con los que elegimos querer, aprovisionarse para el
festejo, andar contentos por lo que pasa, por lo que está por suceder; ir,
venir, apurarse a llegar a la cita, saber que nos esperan, esperar a los amigos
para festejar, para asar, para beber, para cantar.
El día del amigo se parece al mundial, un partido de
papi-fulbo se parece al mundial, un cumple años también.
Eso que invocamos colectivamente no lo sacamos de la
nada. Duende festivo, maligno (en el buen sentido) (?), anda mutando, huyendo después
de apariciones fugaces pero sinceras, esperando una próxima, y quien sabe cuándo,
masiva invocación.
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