miércoles, 2 de abril de 2014

Releer Malvinas



Es tiempo ya de corregir la imagen que tenemos de la guerra de Malvinas. Quedaron en nuestro imaginario las fotos de unos niños de apenas 18 años sucios, hambrientos, flacos y muertos de miedo y frio. Desarmados y prisioneros de guerra. Eso fue la guerra de Malvinas; pero no fue sólo eso. Hubo mucho más; y no todo asociado a la derrota y la humillación.

El porqué de catalogar el desempeño de las fuerzas armadas en el conflicto como derrota absoluta, desastrosa y humillante, hay que buscarlos en el contexto político de entonces. La Junta Militar, al igual que el gobierno conservador de Margaret Tacher, fueron al teatro de operaciones del atlántico sur, como van los empresarios en banca rota a la timba financiera; a ver si en un golpe de suerte consiguen salir del pozo que se han cavado. Ambos gobiernos estaban en la cuerda floja. Pero el carácter defacto del argentino lo ponía en una situación más acuciante. Aceptar entonces que la derrota no había sido total le habría dado a la Junta un changüí salvador. Perdimos y fue por knockout y no por puntos; así debía entenderse para que el gobierno militar no pudiera tener un poco de aire. La línea debía ser entonces: guerra, derrota, humillación y vuelta de la democracia. Si algo del heroísmo, la valentía o la eficacia de las tropas argentinas era transferido hacia los mandos podía hacerse uso político de esa ganancia. En tal caso la dictadura militar hubiese durado, quizás, dos o tres años más. De hecho, el haber ganado la copa mundial en el 78, les dio resto político hasta el comienzo del ciclo huelgas sindicales encabezas por la CGT de Ubaldini. Estas comenzaron el 27 de abril de 1979 y solo tres días antes de la recuperación de las islas, el 30 de marzo de 1982, una marcha hacia Plaza de Mayo había terminado en una feroz represión.

Pero hoy no nos apremia el contexto político de entonces. Podemos y debemos discernir entre la estupidez de la Junta y los distintos episodios que permiten afirmar que la derrota no fue lisa y llana; que los ingleses en muchos episodios de la batalla fueron ampliamente superados y las valiosísimas cualidades que actualizaron distintos hombres en el combate.

Si de estupideces se trata, en primer lugar hay que mencionar la pésima valoración que se hizo respecto del rol que ocuparía los EEUU en la mediación y la reacción que tendría Gran Bretaña frente a la invasión de las Islas. En primer lugar hay que explicitar las bases desde dónde se hicieron estos erróneos cálculos. El antecedente del canal de Suez en 1956 hacía pensar que algo parecido podía suceder. Por entonces Egipto ocupó el canal (territorio egipcio controlado por compañías británicas). Inglaterra, Francia e Israel invadieron Egipto; y la ONU ordenó una intervención humanitaria. El episodio terminó como Nasser quería y el canal pasó a manos Egipcias; a pesar de la aplastante derrota militar. Este episodio fue tomando en cuenta por la Junta. Por otro lado, las relaciones entre Argentina y las islas eran muy estrechas: docentes, médicos, profesionales y gentes de oficios iban regularmente a las islas, haciendo menos drástico el aislamiento. El gobierno británico trataba a los malvinenses como ciudadanos de segunda, mientras Argentina realizaba un esfuerzo humanitario y logístico diario. Todo ello hizo pensar que la ONU intervendría a favor nuestro.







En el punto anterior hay algo de racionalidad, pero la especulación más estúpida se hizo respecto del rol que ocuparía EEUU en el conflicto. Argentina había exportado a centroamerica el terrorismo de Estado, asociado a la CIA y a la administración Reagan. El batallón 601 de inteligencia argentino, un grupo de torturadores siniestros, entrenó a las primeras bandas de contra revolucionarios nicaragüenses, desde sus bases en Honduras. Los yanquees ponían los fierros y la guita, y la FFAA argentina, los instructores. Estos hechos hicieron creer a la Junta que Reagan alentaría una salida diplomática del conflicto, dándole a la Argentina la soberanía sobre las islas. El gobierno neoconservador de Reagan no solo no hizo eso, sino que apoyo a Tacher en el raid punitivo, (de tal modo que años después, militares británicos, confesaron que, sin la ayuda norteamericana, no podría haberse llevado a cabo la campaña).






EEUU le brindó a Inglaterra la base militar de la isla de Asunción, (que queda a mitad de camino entre Londres y Malvinas, en medio del Atlántico); millones de litros de combustibles; aviones cisterna, para repostaje en vuelo; información satelital y escuchas electrónicas entre el mando y la tropa argentina, y por sobre todo, les cedió la última tecnología en misiles para combate aéreo: los sidewinder, (responsables de 17 de los 49 derribos, una tasa muy elevada sobre el total, 35%) y todo tipo de material bélico.




Otro estúpido error fue el momento en el cual decidieron la recuperación, abril de 1982. A finales de ese año iban a ocurrir dos cosas que podían haber resultado determinantes. Por entonces la crisis económica en el Reino Unido había obligado al gobierno de Tacher a realizar un duro ajuste, que impactaría en el tamaño de la Marina Real. Si la Junta hubiese esperado hasta fin de año los ingleses no hubiesen contado con sus portaaviones livianos y otras unidades de superficie. Otra ventaja de haber esperado era que por entonces Argentina tenía un acuerdo con la empresa francesa Aerospatiale que suministraba misiles exocet de última generación y aviones super etendart para el lanzamiento. (Este sistema de armas no se había probado nunca hasta el momento en un conflicto bélico). En Abril la empresa sólo había entregado cinco misiles y dos aviones. Mas aviones y por lo menos quince misiles fueron embargados en Francia, a pesar de que ya se habían pagado, pues ese país participó del bloqueo militar y económico a la Argentina.


Lo cierto es que la Junta no tenía mucho más tiempo político, y esperar un momento mas favorable bélicamente habría significado quizás un empeoramiento de la situación política local.

Volviendo a la idea inicial, debemos rescatar ahora los episodios heroicos de la contienda. Para empezar debemos referirnos a la batalla aeronaval. Las estimaciones primeras de la Fuerza Aérea eran que podrían enviar dos oleadas de ataque. En la primera serían derribados la mitad de los aparatos, y en la segunda, la mitad de los restantes. Con lo que quede no podría realizarse un tercer ataque por considerárselo un suicidio. Las estimaciones más optimistas calculaban dos fragatas inglesas hundidas. 

La mayoría del material aéreo argentino era de fines de los años 60; es decir antiguo. Pero había un beneficio secundario en ello, y era que la fuerza aérea tenía muchísima experiencia de vuelo. De hecho, pudieron desarrollar tácticas originales que emparejaban las diferencias tecnologías. Tácticas que requerían una enorme cuota de heroísmo, ya que debían volar a metros del las olas, (las que llenaban de salitre las cabinas, dejando a ciegas a los pilotos), y cuando llegaban a metros de los buques ingleses, debían subir y descargar sus armas a 900 km por hora, mientras recibían fuego de armas livianas, cañones y misiles. Tan cerca pasaban de las antenas y radares, que las bombas no llegaban a explotar, el 80% no lo hicieron. (Lo cual significaba un daño igualmente, imaginen un pedazo de metal de 500 kilos arrojado a casi 1000 kilometros por hora!)




En fin, el saldo sorprendió a todos: 9 barcos ingleses fueron hundidos; 8 dañados gravemente, que debieron ser retirados del teatro y sus reparaciones llevaron en casos dos años; y 13 dañados levemente, puestos temporalmente fuera de combate y reparados en el teatro de operaciones.









Otro episodio a tener en cuenta es el de la defensa antiaérea de la Isla, 23 aviones y 24 helicópteros fueron abatidos. Y cabe destacar que la pista de aterrizaje de Puerto Argentino se mantuvo operativa durante todo el conflicto. De hecho entre los pilotos argentinos se acuñó una buena chicana contra sus pares británicos: “durante dos meses no pudieron hundir un barco de 60 metros”, haciendo referencia a la pésima puntería que tuvieron al atacar la pista.






Que la pista permaneciese operativa significó que el puente aéreo, sostenido pos dos aviones Hércules c-130, se mantuvo hasta el último día. Este hecho inquietaba mucho a los ingleses pues no podían hacer efectiva la zona de exclusión sobre las islas.



Respecto de los exocet hay mucho por decir. Cuando comenzó el conflicto el servicio de inteligencia ingles consultó a su par francés por el estado del programa exocet en Argentina. Cuando comenzó el bloqueo los franceses retiraron a los técnicos que debían instalar el software requerido para que el avión y el misil se entiendan. La conclusión fue que los argentinos no tenían la capacidad técnica para desarrollar esos programas. Imagínense, año 1982, los técnicos locales trabajaron frenéticamente para poder desarrollar esos programas. De los cinco misiles disponibles  usaron uno para probar los sistemas. El primero de mayo se disparó por primera vez el misil y el resultado fue el hundimiento de la más moderna fragata inglesa, el Shefield, botada en 1975. La sorpresa en Londres fue aterradora; los argies, habían podido desarrollar el sistema exocet hasta ponerlo operativo. La preocupación fue tan grande que comenzaron a evaluar un ataque a la base aérea de Rio Grande para matar a los pilotos, destruir los aviones y los misiles. La operación resultó un fracaso y los comandos SAS debieron escapar a Chile.





Otro capítulo de las saga exocet tiene como protagonista al Capitán de Navío Julio Pérez; quien tuvo una gran idea. Al promediar el final del conflicto las fragatas Inglesas se acercaban impunemente de noche y bombardeaban las tropas acantonadas. AL principio lo intentaron hacer de día pero fueron duramente castigadas por la aviación argentina. Pero de noche, los aviadores no tenían como ubicarlas. Luego del hundimiento del Belgrano la armada había retirado la flota al continente. Las fragatas argentinas llevaban en cubierta una versión mar-mar de los exitosos exocet. Perez ideó el modo de instalar los silos de MM-38 en un acoplado de camión y dispararlos a las fragatas enemigas cuando se acerquen a la línea de tiro. Llamaron al sistema ITB, Instalación de tiro berreta, y tuvieron éxito el 11 de junio, al darle en popa al Glamorgan, y ponerla fuera de combate.



Bueno, verán que podemos seguir repasando actos heroicos y destacables de la batalla. Antes de terminar quería revisar uno de ellos, referido a la infantería. Hubo un batallón, el BIM5 que técnicamente no se rindió; nunca fue vencido en las Islas. Este Batallón de Marina se destacaba de la mayoría de las unidades de infantería, puesto que se trataba de soldados entrenados, equipados para dicho teatro de operaciones. Las unidades de la misma calidad, que poseía argentina, se quedaron en el continente esperando una ofensiva chilena; pues Inglaterra había solicitado a su antiguo aliado que movilice las tropas como lo había hecho en 1978. La Junta temió la apertura de un nuevo frente continental y a las islas movilizó las tropas menos preparadas, con la excepción del BIM5.



El día 12 de Junio a la madrugada, mientras la unidad se encontraba bajo asalto ingleses, el Jefe del Batallón ordenó a su artillería que haga fuego sobre sus propias posiciones; las cuales se encontraban atrincheradas. Esto significo que la metralla encontrara a los ingleses en campo descubierto y a los argentinos en sus pozos y trincheras. El asalto había fracasado. Solo cuando el mando enemigo comprendió la calidad de la tropa en ese sector, y multiplico el numero de atacantes, el BIM5 se replegó ordenadamente, luego de rechazar numerosas oleadas. Como ya dije, este fue el único batallón que no se rindió en combate, e incluso se les permitió desfilar por Puerto Argentino con sus armas, insignias y banderas.







Conclusión: Debemos revisar el episodio bélico a los fines de terminar con algunas interpretaciones erradas, que tuvieron su funcionalidad política entonces. No podemos sostener que todos los militares que participaron en el conflicto son responsables del terrorismo de Estado, ni otorgarle a la postal de los niños de la guerra, con frió, hambre y dolor, el monopolio simbólico de los hechos. Hay que decirlo con todas las letras, los ingleses ganaron por muy poco la guerra.


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