sábado, 15 de enero de 2022

TRABAJAR DE VACACIONISTA

 Llegamos de vacaciones, pero seguimos con la lógica laboral. Seguimos trabajando de vacacionar. Las vacaciones son sometidas a un régimen productivista de "hacer rendir". Ya no en términos puramente laborales o económicos, sino de goce. El trabajador vacacionista sigue en continuidad con el taller, la fabrica, la oficina o el comercio. Pero ahora su mision es producir beneficio en goce. 

Al trabajador vacacionista se lo ve montado en una línea de ensamblaje diario vacacional, con horarios, rituales y ritmos regulares. En su cara se ve que no quiere seguir trabajando pero en lugar de escapar del circuito económico/productivo e ingresar en verdaderas vacaciones, permanece en los senderos en continuidad con las practicas anuales. 

La otra noche fuimos a la playa a ver las estrellas y a escuchar el mar. Las gentes mientras tanto trabajaban de gozar en los locales de comida, en la peatonal, en los bazares, en la feria jipi. No había casi nadie en la playa, increíble. Y los pocos que estaban, a pesar de la luz de la luna, caminaban alumbrando con su celular. Como  si no pudieran ir a la orilla sin soltar el dispositivo pantalla que los baliza. Van hasta el borde del dispositivo aferrando la boya que los geolocaliza en el entramado productivo. Con sus linternas prendidas, con sus GPS encendidos, con sus "redes sociales" activas.



Entonces dejamos nuestros trabajaos allá, pero seguimos trabajando. Ahora trabajamos de vacacionar. Pero éste habito puede ir aflojando con los días, a medida que se deja absorber uno por el entorno que es contorno, que es orilla. Esa triple frontera entre el mar, el cielo y el continente, o sea la playa, podría lograr horadar la alienación laboral vacacionera. Quizás el hedonismo de los limites, de los cuerpos semi desnudos, del murmullo permanente de las olas; y el abrazo, sin pausa, estival,  de la atmosfera costera pueda diluir esa pasión alienada del rendimiento permanente. De todos modos, éste "dejar de trabajar" no está asegurado.

Otro tema que he notado es el nivel de frustración que producen éstas vacaciones. Se montan sobre ellas unas expectativas desmesuradas, lo que deben ser, o lo que deben provocarnos. Medio año fantaseando con ellas, y cuando estamos en el lugar, no podemos dejar la oficina, el taller o el comercio. Por lo tanto no se produce el descanso, ni mucho menos toda la sarta de fantasías reparadoras que le pedimos. Nuestras vidas siguen siendo las mismas pero fuera de los lugares de confort que dejamos al partir; lo cual agrava las cosas. 

Las vacaciones deberían, o bien, no ser un momento de trabajo en absoluto, o bien un momento de cierto trabajo interno; o quizás las dos cosas. No trabajar de ningún modo en el sentido del rendimiento económico o de goce; y al mismo tiempo, un momento de trabajo interno, donde endurecernos, o volvernos mas tiernos (cada cual sabe que necesita). 





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